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David Guadilla
Viernes, 28 de febrero 2020, 01:06
Que un partido vea cómo su líder dimite a mes y medio de unas elecciones no es habitual. Que le ocurra dos veces en menos de cinco años denota graves problemas estructurales. Esa es la historia de Podemos Euskadi, una máquina de triturar secretarios generales. ... La marcha de Lander Martínez es el nuevo capítulo de una formación marcada por la inestabilidad. Retrotrae, además, a lo sucedido en noviembre de 2015, cuando Roberto Uriarte dio un portazo en vísperas de unas generales y se formó una gestora. En realidad es como un 'deja vu', con protagonistas parecidos y una secuencia similar de acontecimientos. En su corta vida ha tenido tres personas al frente de su dirección y ha sido incapaz de cerrar unas heridas que le supuran desde el inicio y que en muchos casos trascienden lo político para adentrarse en lo personal.
La vida de Podemos en el País Vasco es, en cierta medida, la de un naufragio autoprovocado. La de un barco que tenía todo para llegar lejos pero cuyos pilotos lo arrojan contra los arrecifes. Hubo dos puntos de inflexión, en diciembre de 2015 y en junio de 2016. Podemos se convirtió en la primera fuerza en Euskadi en unas generales y parecía dispuesta a provocar un terremoto en la política vasca. Pero el problema es que los cimientos se han demostrado muy frágiles.
Ninguno de sus líderes se ha consolidado y tampoco nadie ha sabido proteger a la marca vasca de los vaivenes nacionales. Más bien al contrario, las peleas en Madrid se han aprovechado para laminar a los adversarios internos. De hecho, el primero en sufrir el 'fuego amigo' fue Roberto Uriarte, uno de los grandes ganadores tras la victoria de ayer de Miren Gorrotxategi.
Ganó las elecciones primarias en febrero de 2015 y se convirtió en el primer secretario general de Podemos Euskadi. Rodeado de un grupo en el que estaban varios profesores de la UPV como Pilar Garrido y la propia Gorrotxategi, y con el apoyo de un referente como era en ese momento Juan Carlos Monedero, parecía que lo tenía todo para consolidarse. Sobre todo porque también contaba con el aval de Pablo Iglesias. El problema es que quien dominaba el 'aparato' a nivel nacional era Íñigo Errejón.
El detonante de la explosión fue, como ahora, la conformación de las listas electorales. Uriarte quería colocar como cabeza de cartel por Bizkaia a Juantxo López de Uralde, pero acabó siéndolo Eduardo Maura, afín al ahora líder de Más País. El adiós, además, fue sonado, con una rueda de prensa en plena plaza del Arriaga en la que cargó contra todo. La carrera política de Uriarte parecía haber acabado pronto, sobre todo, por los resultados en las generales.
Se celebró otro congreso. Y lo ganó Nagua Alba. Era una de las diputadas recién elegidas y contaba con el respaldo de Errejón. Colocó como secretario de Organización a Lander Martínez. En las primarias se impuso por apenas 100 votos a Pilar Garrido. Era marzo de 2016 y las aguas parecían calmarse. Pero como todo en Podemos Euskadi, nada es lo que parece. Solo había pasado un año, llegó Vistalegre II e Iglesias fulminó a Errejón. Aunque desde el sector oficial se recalcaba que todo estaba controlado, un nuevo terremoto sacudió la formación. Alba se vio obligada a presentar la dimisión en agosto de 2017 por diferentes presiones internas. Y se convocó otro cónclave en diciembre de ese mismo año.
Lo ganó Lander Martínez. Se impuso a María Valiente, la candidata apoyada por Uriarte, Garrido y Gorrotxategi, por 130 votos. De nuevo se abrió un periodo de falsa tranquilidad. E igual que el resto, duró un año. Hasta que a finales de 2018 se tuvieron que cerrar las listas para las elecciones generales de abril de 2019. Y la dirección capitaneada por Iglesias impuso un modelo de elección de candidatos que otorgaba escaso margen de maniobra a las direcciones autonómicas.
Lander Martínez cargó contra Iglesias. ¿Y quiénes fueron los elegidos? Uriarte, López de Uralde, Gorrotxategi y Garrido. Aquel choque entre el líder nacional y el vasco no auguraba nada bueno. Era como si se estuviese preparando la gran tormenta. Pero no acababa de llegar. Y cuando lo ha hecho, Lander Martínez no la ha visto venir y se lo ha llevado por delante.
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