El lehendakari, Iñigo Urkullu, saluda al secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, antes de un pleno en el Parlamento vasco. EFE

PNV y PSE elevan el tono de los reproches a un nivel inédito en sus gobiernos de coalición

La polémica por el centro de refugiados se convierte en el paradigma de una nueva era en la relación de los socios

Domingo, 22 de enero 2023, 01:09

En casi dos décadas de gobiernos de coalición en Euskadi (de 1987 a 1998 y de 2016 a la actualidad), PNV y PSE-EE han podido contar por decenas las cuestiones que les han llevado a duros enfrentamientos. Diferencias de parecer en materia educativa y ... en Osakidetza; en la gestión de intensos conflictos laborales en la época de la desindustrialización; por supuesto, en el derecho a la autodeterminación defendido antaño con más vehemencia por los nacionalistas; y, cómo no, en la senda hacia el Pacto de Lizarra que, con la gota de una iniciativa socialista para obligar a los parlamentarios vascos a acatar la Constitución, colmó el vaso de una entente que costaría 18 años volver a sellar.

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Pero, en el extenso libro de la historia de la coalición política hegemónica en el País Vasco, nunca se habían escrito adjetivos tan crudos, tan descarnados, como los pronunciados esta semana. Al menos no en los periodos en los que han gobernado mano a mano. Términos como «xenófobo» y «demagogia» se han incorporado al diccionario de la alianza a raíz de un tema que, en realidad, ni siquiera representa un punto nuclear del programa de gobierno compartido por ambas formaciones. Las diferencias por el proyecto del Ejecutivo central para abrir un centro de acogida de refugiados en la antigua clínica Arana de Vitoria se han saldado con un intercambio de acusaciones del todo inédito.

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«Claro que recuerdo rifirrafes, muchos, pero nunca había escuchado un tono igual. Estoy asombrado», certifica José Luis Zubizarreta, exasesor de José Antonio Ardanza y analista político de este periódico. Le vienen a la memoria duras pugnas como la surgida por la integración de las ikastolas en la red pública con el socialista Fernando Buesa al frente de Educación, pero en ninguna de ellas contempla la «sobreactuación» de los últimos días. Tampoco el exvicelehendakari y ex secretario general del PSE-EE Ramón Jáuregui escuchó tanto «ruido» en su trayectoria en los gobiernos de coalición pese a admitir hostilidades por su «gran rivalidad personal» con el entonces lehendakari, Ardanza, y también con el exconsejero de Interior Juan Mari Atutxa.

Entonces, ¿cómo es que, habiendo habido anteriormente disputas en cuestiones relevantes, ha sido ahora, con un tema de menor entidad, cuando se han alcanzado cotas sin precedentes? No hay que olvidar, en primer lugar, la cercanía de los comicios de mayo que, en opinión de Jáuregui, habría llevado al PNV y a su candidata en Vitoria, la consejera Beatriz Artolazabal, a explotar este asunto «por interés electoralista». Pero no es tanto la proximidad de la cita con las urnas o el choque de modelos sobre la acogida de refugiados, dicen los dos, sino el cambiante escenario político en Euskadi y, particularmente, el reposicionamiento del PSE-EE en el tablero. Zubizarreta apunta a un punto de inflexión con fecha concreta. El que se produjo el 21 de noviembre de 2021, cuando Eneko Andueza fue elegido secretario general en el noveno congreso de los socialistas vascos en sustitución de Idoia Mendia.

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«Andueza quiere demostrar independencia, que no es un esclavo del PNV, pero no hace falta recurrir a esos términos»

José Luis Zubizarreta

Exasesor de Ardanza

El exasesor de Lehendakaritza vincula la llegada del político eibarrés y su carácter desacomplejado -«a veces tiene la lengua demasiado larga», incide- con la construcción de una estrategia marcadamente más autónoma respecto a Sabin Etxea. «Se nota que quiere demostrar independencia, que no es esclavo del PNV, y por eso a veces se muestra muy duro. Pero, en este caso, creo que no hacía falta recurrir a términos tan altisonantes como el de la 'xenofobia'», apunta. Una dinámica dialéctica en la que también incluye al delegado del Gobierno, Denis Itxaso, que ha introducido una importante carga política al cargo institucional desde el que confronta con el PNV, que lo ha llegado a menospreciar. «Yo no polemizo con cargos de cuarto o quinto escalón», le lanzó Andoni Ortuzar hace dos semanas.

«No veo un cambio de alianzas a corto plazo, pero el tránsito de Bildu en Madrid sí ha abierto aquí un juego significativo»

Ramón Jáuregui

Exvicelehendakari del PSE

Ese cambio de estilo del socio minoritario ha abierto una nueva era en las relaciones PNV-PSE. Si en la anterior legislatura (2016-2020) las tensiones se redujeron básicamente a las fallidas ponencias de Autogobierno y Memoria, en este mandato los frentes se han multiplicado. Sin ir más lejos, sólo en los últimos meses ha habido pugnas por la reforma educativa, el futuro de Osakidetza, la prórroga de los descuentos en el transporte, las transferencias pendientes, la gestión de los fondos europeos... y ahora también por el centro de refugiados. Y en todas ellas, recuerda Jáuregui, «Andueza ha tenido un protagonismo destacado» desde la «libertad» que le concede el hecho de no ocupar ningún asiento en el Consejo de Gobierno. «Mendia, que es vicelehendakari, usa un tono mucho más comedido», agrega.

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El nuevo papel de Bildu

El cambio de paradigma se produce, además, en paralelo a la progresiva normalización política de la izquierda abertzale. «Bildu ha sido blanqueada gracias a Sánchez y sus necesidades aritméticas. Ya no es percibida como lo que fue», indica Zubizarreta, que si bien no augura por ahora pactos de gobierno con el PSE-EE, sí que aprecia un interés de los socialistas por demostrar al PNV que «no es el único con el que puede pactar». Una tesis, esta última, que alentó el propio Andueza en su campaña para liderar el partido. Tampoco Jáuregui prevé «un cambio de alianzas a corto plazo», pero constata en todo caso que el «tránsito» de la coalición soberanista al convertirse en «socio leal» del Gobierno central ha abierto «un juego significativo» en Euskadi.

Con todo, ambos concluyen que la coalición PNV-PSE no está en riesgo, pero sí ha entrado en una nueva fase histórica. Tal vez sin contagiarse de la tensión prácticamente diaria de la coalición PSOE-Podemos en Madrid y, desde luego, sin la beligerancia que mostraron unos y otros durante los gobiernos del jeltzale Juan José Ibarretxe, primero, y del socialista Patxi López, después. Pero sí una era en la que se marcan más claramente las distancias.

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