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El PNV afronta este fin de semana una de las asambleas generales más importantes de las últimas dos décadas. La cita que se celebrará entre ... hoy y mañana en el Atano III de San Sebastián no alcanza la épica de la que se vivió en el Palacio Euskalduna en enero de 2004, cuando Josu Jon Imaz sucedió a Xabier Arzalluz tras imponerse a Joseba Egibar en un proceso interno que dejó profundas heridas internas. En esta ocasión, y como admitió hace unos días Iñigo Urkullu en Durango, «no hay diferencias ideológicas como en el pasado», pero de lo que se trata, como hace veinte años, es de «remar todos ya en la misma dirección nuevamente».
Incluir ese «nuevamente» era una forma de reconocer que algo se ha roto en el partido durante los últimos meses y que arreglarlo será uno de los primeros objetivos que tendrá por delante Aitor Esteban una vez que mañana sea nombrado de forma oficial presidente del Euzkadi buru batzar en sustitución de Andoni Ortuzar, en el cargo desde 2013.
La cita de Durango en la que intervino el exlehendakari –un homenaje a su trayectoria– sirvió de escenario perfecto para evidenciar la frialdad en la que este momento están las relaciones entre los dos dirigentes jeltzales tras un proceso que se enredó a medida que fue cumpliendo plazos y la candidatura de Esteban ganó peso en las diferentes asambleas locales. Ante el temor de que la tensión alcanzase límites peligrosos, Ortuzar anunció el 6 de febrero que se apartaba y dejaba el camino expedito a Esteban.
El cónclave donostiarra, probablemente, será empleado para mostrar una imagen de unidad, de cierre filas en un partido sumergido durante los últimos dos años en un proceso de renovación a todos los niveles y sufriendo un desgaste electoral que amenaza con cuestionar su hegemonía con una EH Bildu al alza.
El reto al que se enfrenta Esteban no es menor. Todo lo contrario. Curtido durante los últimos veinte años en el Congreso, el nuevo presidente del EBB afronta una batalla muy diferente. En realidad dos. La primera es la interna, demostrar que su experiencia política le ayuda a cerrar las grietas que se han ido abriendo en los últimos tiempos y generar ilusión en unas bases que apenas se han involucrado en el proceso de elección de la nueva dirección.
Para ello contará con un Euzkadi buru batzar totalmente renovado y que, en teoría, está consensuado entre todas las partes. Salen históricos como Joseba Aurrekoetxea y Koldo Mediavilla y en su lugar entran dirigentes como el exdiputado general de Gipuzkoa, Markel Olano; el actual portavoz parlamentario, Joseba Díez Antxustegi; o la también representante jeltzale en la Cámara de Vitoria Maitane Ipiñazar.
«Derecho a decidir»
Qué camino emprenderá el nuevo PNV es la segunda batalla que tiene por delante Esteban. La Asamblea aprobará cinco ponencias que se convertirán en la hoja de ruta de la formación jeltzale para los próximos años, unos textos en los que se aboga por «institucionalizar el derecho a decidir» y que afrontan una polémica que ha estallado de forma sorprendente en los últimos meses: la futura conexión del TAV con Navarra. Un debate, el de si debe ser por Vitoria o por Ezkio-Itsaso, que divide al partido en Álava y Gipuzkoa.
A favor de Esteban juega que, salvo que Pedro Sánchez decida lo contrario, tiene dos años de margen para intentar coger impulso para enfrentarse con garantías a las elecciones municipales y forales de 2027 y seguir por delante de EH Bildu. Mientras tanto, el nuevo líder del PNV tendrá que afrontar una carpeta que lleva abierta más de una década: la posibilidad de que Euskadi cuente con un nuevo Estatuto.
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