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Dos años y 19 días. Es el tiempo que han durado las aspiraciones políticas de Pili Zabala, parlamentaria de Elkarrekin Podemos y candidata a lehendakari en las últimas elecciones. Desde su sorpresivo 'fichaje' por el partido morado durante el verano de 2016 hasta ayer, cuando ... anunció que lo deja. Hastiada y desencantada. «Se sufre y no me gusta lo que se hace», confesó en una entrevista que publicó este periódico. Zabala pretende agotar la legislatura, pero la decisión la deja desde ya fuera de juego. Pierde su ascendente y la confianza de la formación a la que representa, y el poco peso que mantenía en el día a día de la Cámara vasca, institución en la que nunca ha llegado a encajar.
Se pone punto final así a una discreta trayectoria, que va a dejar para el recuerdo más embrollos personales que logros políticos. Como la polémica desatada en torno al chalé en el que vive en Zarautz después de que lo enseñara en un programa de ETB en plena campaña electoral. Su coste ronda el millón de euros y la entonces candidata de Podemos Euskadi, fuerza pujante como alternativa a la 'casta', tuvo que explicar que lo había pagado con la indemnización que recibió tras sufrir un accidente. O la baja por motivos médicos que la hizo ausentarse del Parlamento durante cinco meses el pasado otoño. Ya entonces se llegó a especular con que no iba a regresar. Algo había. Pero volvió al escaño en febrero. «Llevo mucho tiempo meditando la decisión... aunque mis compañeros de grupo se van a enterar por los medios», explicaba ella ayer.
Odontóloga y profesora de FP, Pili Zabala (Tolosa, 1968) tenía 15 años cuando su hermano Joxi desapareció y fue asesinado por los GAL. Muy cercana a la anterior secretaria general de Podemos Euskadi, Nagua Alba, no aparecía en ninguna quiniela, pero aceptó el puesto de candidata a la Lehendakaritza en julio de 2016 tras la 'espantada' de la jueza Garbiñe Biurrun a última hora. El perfil invitaba al optimismo: mujer, políticamente independiente, reconocida por su labor como víctima de la violencia policial y bien vista en el entorno independentista más moderado, en el que el partido morado aspiraba a arañarle votos a EH Bildu.
Pero nada salió como se esperaba. Desde el principio se vio que a la candidata le faltaba punch. El entonces 'número dos' de Podemos, Íñigo Errejón, llegó a encerrarse con ella un fin de semana antes de la campaña en Bilbao para intentar moldear a la futura parlamentaria. No dio mucho resultado. Al constituirse el hemiciclo, Elkarrekin Podemos entregó su portavocía a Lander Martínez, y Zabala quedó relegada a la coordinación del grupo. Una figura más testimonial que efectiva. «Son repartos de funciones normales», defendía su partido. Quedó claro que no cuando en la primera rueda de prensa que ofreció Zabala en la Cámara de Vitoria se impidió a los periodistas hacerle preguntas. Algo inédito.
Convertida ya en parlamentaria 'rasa', Pili Zabala ha pasado de puntillas por la Cámara durante dos años. Literalmente. Reservada, esquiva con los medios y los habituales corrillos que parlamentarios y periodistas tienen en los pasillos de la Cámara, siempre ha aparecido 'escoltada' por otros compañeros de grupo. Son pocos los políticos de otros grupos que han llegado a trabar cierta sintonía con ella debido a su timidez. Uno de ellos ha sido el lehendakari, Iñigo Urkullu.
Puestos a comparar, ha completado el camino inverso al que ha desarrollado otra independiente como Maddalen Iriarte, que también se estrenaba esta legislatura en la política como candidata de EH Bildu. Mientras Iriarte suma cada vez más presencia en el cuerpo a cuerpo de la primera línea política, la supuesta líder de Podemos se ha ido apagando. Porque a Pili Zabala nunca le ha interesado el toma y daca del día a día. Si alguna sensación deja en el Parlamento es la de que ha pasado dos años dedicada casi exclusivamente a «sus temas», los relacionados con las víctimas. Poco bagaje. Queda para la posteridad el día que rompió a llorar en una comisión al bordear el asunto de la violencia policial.
Portavoces de Podemos Euskadi pidieron ayer respeto para la decisión tomada por Pili Zabala, un movimiento que solo conocía el secretario general de la formación, Lander Martínez. «Somos gente normal, todos estamos de paso en la política», recalcaron las mismas fuentes. Eso sí, en el seno del partido no pueden ocultar su malestar por el modo elegido por la excandidata para abrir la puerta de salida. Ya fuera por interés propio o por su discreto rendimiento era obvio que no iba a repetir experiencia. Y surge la duda sobre si sus palabras le van a permitir ejercer hasta 2020 con normalidad y si pueden lastrar al partido morado. La pasada legislatura, la entonces portavoz de EH Bildu en el Parlamento, Laura Mintegi, también decidió abandonar su escaño para volver a la docencia al comprobar que la política no era lo suyo. La diferencia es que Mintegi se fue nada más anunciarlo.
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