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Rosario Valdivielso toma la palabra para hablar de su padre, fusilado el 20 de noviembre de 1937. ignacio pérez

«Tiene que saberse lo que le pasó a mi amama y a otros como ella»

Tres familiares reivindican que se recuerde a los asesinados y la necesidad de «conocer la historia para que no se repita»

Sábado, 26 de marzo 2022, 14:32

Tres familiares de otros tantos ejecutados representaron en el homenaje de este sábado a las 2.194 personas -2.134 hombres y 60 mujeres- que, según los datos que maneja Gogora, fueron víctimas mortales de la represión franquista en Euskadi en el periodo 1936-1945. ... La cifra puede variar en función del avance de las investigaciones, sobre todo en cuanto al número de personas que fueron ejecutadas sin haber sido sometidas a ningún tipo de juicio, 'paseadas' o víctimas de sacas en los centros de reclusión, y de las que, por razones obvias, queda menos documentación. Estos casos se dieron sobre todo en los primeros meses de la guerra y en Euskadi se dieron más en Álava y en Gipuzkoa que en Bizkaia.

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De los 2.194 casos conocidos, 1.191 fueron ejecuciones de este tipo, extrajudiciales. Las sentencias de muerte formales fueron resultado de juicios militares sumarísimos, que se celebraban con rapidez y a menudo en grupo. El fusilamiento fue el principal método de ejecución de las penas de muerte, pero también se usó el garrote vil, en Bizkaia, en el patio de la cárcel de Larrinaga. Cabe señalar también que muchos vascos fueron ajusticiados fuera de Euskadi.

  1. Rosario Valdivielso, hija de Juan José Valdivielso

    «Salir adelante fue muy duro, con muchas penurias»

O«Me llamo Rosario Valdivielso y tengo 100 años». Así se presentó la hija de Juan José Valdivielso, «un forjador de La Naval, miembro de la UGT, conocido por Valdi», según detalló. Nacido en Ondarroa, «durante la contienda, estuvo en el batallón Fulgencio Mateo, con el grado de capitán». Este obrero ondarrés «luchó por la libertad y la República en Bizkaia, Santander y Asturias, donde fue capturado, encarcelado, maltratado, torturado y condenado a muerte, después de que le fueran incautados todos sus bienes. Toda la vida luchó por sus ideas». Fue sentenciado en un consejo de guerra celebrado en Gijón y ejecutado el 20 de noviembre de 1937, cuando tenía 47 años. Era viudo. «No es difícil imaginar la vida que llevé junto a mi hermano Ángel, ya que siendo huérfanos de madre, nos quitaron a nuestro padre», recordó Rosario. «Salir adelante en aquellos tiempos de posguerra fue muy duro, con tantas penurias», sufriendo «el estigma de rojos y sobre todo con una carencia afectiva enorme», prosiguió. «Hoy estamos aquí para homenajear, mejor tarde que nunca, a estas personas que por defender sus ideas perdieron la vida fusiladas».

  1. Maite Canedo, nieta de Heliodoro Patricio Jorge Laca

    «Abuelo, no pude conocerte por la estupidez humana»

Maite Canedo es nieta de Heliodoro Patricio Jorge Laca, guardia de asalto pasado por las armas en el muro del cementerio de Derio el 8 de enero de 1938. Natural de Ortuella, vivió en Barakaldo. Estaba casado y tenía cuatro hijos. Fue condenado a muerte en un juicio sumarísimo junto a otros cinco compañeros de los cuarteles de Barakaldo y Bilbao. Además de a su abuelo, Maite recordó a su abuela, Sabina, «una de las tantas madres con mucho coraje» que trajo la guerra, «viuda con tres hijos y embarazada de su último hijo, póstumo», nacido el 8 de febrero, un mes después de que mataran a su padre. Sabina tuvo que sacar a su familia adelante «lavando carbón en las minas de Gallarta, limpiando casas y lavando en el lavadero sin agua caliente y en pleno invierno la ropa de los pudientes». Pero «nunca nos inculcó miedo ni rencor».

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«Mi madre, Tere, nos dejó en septiembre a sus 92 años», recordó Maite con la voz quebrada. «Era la mayor de los cuatro hermanos, tuvo que ver con los ojos de una niña de 7 años la barbarie y consecuencias de la posguerra». Estuvo «marcada y traumatizada toda su vida. Solía decir, 'hija, no sé dónde está mi padre para poder llevarle unas flores'». Cuando se acondicionó el muro frente al que fue fusilado Heliodoro, le dijo «hija, ya puedo morir en paz, pues mi padre y sus compañeros ya están cuidados y no les faltarán las flores».

«Estoy muy orgullosa de ti, abuelo», añadió. «No te pude conocer por culpa de la estupidez humana». Maite quiso transmitir «un mensaje. No hemos evolucionado casi nada, a la vista está. Ha estallado una guerra en Ucrania, en 2022, en el siglo XXI. Es un verdadero disparate. Los que tenéis hijos, educadlos en valores, respeto, sin rencores. El odio, la venganza, el poder, crecen y se convierten en monstruos. No a la guerra. Nunca más», lanzó.

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  1. M. Natividad Roa, nieta de Florencia Olazagoitia Ceciaga

    «A los asesinos no les importó su embarazo»

OMaría Natividad Roa es nieta de Florencia Olazagoitia Ceciaga, vecina de Mondragón asesinada extrajudicialmente en noviembre de 1936. Florencia contaba 38 años, estaba casada, tenía tres hijos y estaba embarazada de 5 meses cuando la mataron. «Mi amama era socialista republicana», recordó Natividad. Desapareció el 26 de septiembre de 1936. Su embarazo «no les importó a los que la denunciaron, que eran de Mondragón, ni a quienes la asesinaron».

«La detienen no sabemos quiénes, puede que la Guardia Civil. A mi padre, que entonces tenía 10 años, se lo llevan los carlistas al frente, en el que estuvo 3 años. Tenemos un documento en casa que dice que el niño se presenta voluntario como requeté. ¡Con 10 años!». A Florencia «la acusaron de espía». «Creemos que la asesinaron el 5 o el 6 de noviembre», uno de los que la ejecutaron le disparó al vientre «porque, según dijo, había que matar la simiente» de los rojos. «¿Dónde estuvo y qué le pasó desde que la detuvieron y hasta que la mataron? No lo sabemos. ¿Dónde está? No lo sabemos», lamentó Natividad.

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«¿Qué es lo que pido? Como nieta, apoyo institucional. Para que se sepa lo ocurrido a mi amama y otras personas como ella. Eran civiles, estaban lejos de las trincheras. Si no tenemos historia, esto puede volver a ocurrir». También pidió que «se derogue la Ley de amnistía de 1977. Mientras esté vigente, ninguna querella por esta cuestión va tenerse en cuenta en ningún juzgado».

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