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Martin Baron, el legendario periodista estadounidense que se pasó por Bilbao el jueves pasado, invitado por EL CORREO, para hablar de la situación política de ... los Estados Unidos, atribuyó a Donald Trump haber dicho que el poder, tal como él lo concibe, reside realmente en el temor: que la fuerza, el miedo, el temor es su principal arma política. De hecho, el propio Baron recordó a propósito el libro editado por otro periodista histórico de su país, Bob Woodward -artífice de la dimisión de Richard Nixon tras desvelar la trama del Watergate-, dedicado al primer año de mandato de Donald Trump, titulado precisamente así: 'Miedo. Trump en la Casa Blanca'.
Quien esté mínimamente familiarizado con la historia del pensamiento político (por cierto, la asignatura que imparto en la universidad desde hace unos cuantos años) sabrá que el tema del miedo, aplicado a la política, tiene un nombre principal, un protagonista de lujo: el inglés Thomas Hobbes. Uno de mis favoritos, junto con Maquiavelo, Hume y algunos más.
El caso es que tengo comprobado, curso tras curso, que los alumnos lo encuentran demasiado lúgubre y áspero. Y eso que Hobbes transmite vida desde su misma biografía: un tipo que, en pleno siglo XVII, el más duro y sangriento de la historia británica, vivió durante nada menos que 91 años. Pero eso de decir que el hombre es un lobo para el hombre, que la sociedad previa a la aparición del poder político era de guerra permanente o, sobre todo, que los individuos solo se portan bien por temor a un castigo, como que no les hace ninguna gracia. En el fondo, pienso, lo que ocurre es que Hobbes nos pone delante de un espejo y la imagen que vemos en él no nos gusta: todos, en mayor o menor grado, actuamos así, por temor al castigo de una sociedad que nos impone unas normas. De ahí que el miedo campe a sus anchas cuando esas normas se vuelven absurdas o arbitrarias.
Donald Trump no tuvo que escribir la obra magna de Hobbes, el Leviathán, para personificar el empleo del temor en política. Le bastó con decir que en Springfield los inmigrantes se comen a las mascotas. Por ocurrencias como esta en su país le votaron en masa, lo que prueba que el miedo surtió efecto.
Y eso aparte del que ejerza en sus rivales o incluso entre sus propios subordinados, sobre todo cuando no aciertan a prever las reacciones de su jefe. Pero si del miedo en política se trata, aquí, en Europa, también acabamos de ofrecer un ejemplo de libro: lo del kit de supervivencia tiene en el miedo su principal motor. Martin Baron no quiso, prudente él, opinar sobre si los ciudadanos europeos deberíamos rearmarnos con Trump en la Casa Blanca. Pero, a mi juicio, lo que no deberíamos es recurrir al miedo, sobre todo porque basta que abramos esa espita para que a la gente le dé por hacer cosas cada vez más extrañas y hasta desagradables.
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