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La patulea o el centro
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El ala morada del Gobierno y Yolanda Díaz buscan vías para retener a los socios de la investidura mientras Sánchez mira a la bancada naranjaAndoni Ortuzar empujó ayer a los curiosos al diccionario de la RAE para desentrañar el porqué de su enfado con Inés Arrimadas, que había dejado ... clara previamente su disposición a apoyar la reforma laboral siempre que el Gobierno no ceda al «chantaje» de «toda la patulea de socios nacionalistas». En definición de la Real Academia, conjunto de personas despreciables o partida de gente desordenada y violenta. Y, claro, al presidente del PNV le faltó tiempo para avisar a Pedro Sánchez de que no tiene mucho sentido acercarse a Ciudadanos para sacar adelante el decreto que Yolanda Díaz ha pactado con patronal y sindicatos y después pretender que el resto de castañas que quedan en el fuego de la legislatura se las saque adelante la chusma vociferante de la que habla la líder naranja. «En política hay que ser coherente», clamaba Ortuzar.
El problema con las procelosas negociaciones de la reforma laboral, que prosiguen a velocidad de crucero esta semana, es que todas las partes implicadas están siendo coherentes... con sus propios intereses. Empecemos con la mencionada Arrimadas, que se hizo el lunes una foto con la CEOE cuyo valor no hay que despreciar. Por el espaldarazo de los empresarios a la 'vía Cs' y por la resurrección política -aunque sea una engañosa bocanada de aire en plena agonía- de los liberales como pieza decisiva en el tablero. Recordemos que Sánchez y el PSOE ya intentaron acercarse a Cs en las negociaciones presupuestarias del otoño de 2020, una operación que finalmente Pablo Iglesias se las arregló para abortar. Después llegó el sainete de la moción de censura en Murcia, con los resultados conocidos: el hundimiento de Cs en todos los sondeos y el encumbramiento de una Isabel Díaz Ayuso cuyo potencial como estimulante electoral del PP se encargó Génova de dilapidar con la absurda batalla interna con la presidenta madrileña. Con la misma extrañeza miran algunos la cerrazón de Pablo Casado para apoyar una reforma laboral que queda muy lejos de la prometida derogación y en la que la exministra de Trabajo con Rajoy, Fátima Báñez, se ha implicado hasta las cachas. De hecho, la propia presidenta de la Fundación CEOE invitó el lunes a Arrimadas a respaldar el decreto en contra de la posición de su partido.
Un movimiento que para Cs operaría como transfusión de sangre política y que el PSOE alienta por un triple motivo. Primero, los liberales resultan más presentables como socios en Castilla y León y Andalucía que ERC y EH Bildu, que podrían convertirse en veneno en las urnas para el PSOE. Segundo, mantener con vida a Cs es restar un buen puñado de escaños al PP, que podría marcar la diferencia entre que la suma con Vox sea o no suficiente para desalojar a Sánchez. Tercero, sacar la reforma laboral con los liberales puede desmovilizar al potencial electorado de Yolanda Díaz.
Por eso la vicepresidenta segunda intensifica los contactos con los socios nacionalistas y busca vías para incluir sus demandas sin que la patronal, presa de sus propias tensiones internas (véase a Cepyme anunciando que no se hará la foto con un Gobierno «comunista) aproveche el viaje para bajarse del tren. La tentación del centro es muy fuerte para Sánchez frente a una mayoría de la investidura también presionada por sus propias urgencias electorales y por lo tanto cada vez más exigente en sus demandas. El PNV, agraviado por Escrivá, y ERC necesitado de que se reactive una mesa de diálogo de la que Sánchez, alineado con la OTAN, la carne española y el electorado moderado, no quiere ni oir hablar.
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