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La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, Lorena Roldán, ahora en las filas del PP, y Carlos Carrizosa. efe

Los partidos recuperan el 'dedazo'

El 15-M desató el furor por las primarias e impulsó el debate sobre las listas abiertas, pero los poderosos aparatos han vuelto a tomar el control

Domingo, 11 de abril 2021, 01:24

El pasado 15 de marzo a una España aún atónita por el caótico vuelo de la mariposa en Murcia se le atragantó el café de media mañana con el sorpresivo anuncio de Pablo Iglesias: el flamante vicepresidente segundo abandonaba el barco para batallar contra Isabel ... Díaz Ayuso en Madrid. Y lo más inaudito: dejaba ya testamento político y, en un vídeo grabado en su despacho, abdicaba simbólicamente en su sucesora, la hoy vicepresidenta tercera Yolanda Díaz. La estupefacción pronto dio paso a una pregunta, ante la constatación del 'dedazo' de Iglesias para ordenar la transición hacia el nuevo liderazgo morado. Como diría Vargas Llosa: ¿En qué momento se jodió el Perú? ¿Cuándo aparcó la nueva política (y la vieja) el renovado furor por los procesos participativos internos como 'curalotodo' y garantía de la tan anhelada «regeneración» democrática?

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Para la socióloga y directora del Deustobarómetro María Silvestre el adiós a las primarias y a debates 'guadiana' como el de las listas abiertas es parte de un proceso casi inevitable y natural que, recuerda, ya glosó Robert Michels en 1911. «Su obra sigue siendo válida para explicar por qué fracasan los procesos de primarias en los partidos actuales, que, al crecer, se burocratizan y necesitan de un fuerte liderazgo para garantizar su eficiencia. Es la 'ley de hierro' de la oligarquía. Terminan convertidos en organizaciones cuyo principal objetivo es su propia supervivencia y el acceso al poder, lo que acaba siendo incompatible con cualquier fórmula asamblearia», explica Silvestre.

La cuestión, efectivamente, no atañe solo a Podemos, uno de los abanderados del 'boom' de la democracia interna en los partidos. Un debate en pos de una mayor participación de las bases en detrimento de la clase dirigente que explotó a raíz del 15-M -del que en poco más de un mes se cumplirán diez años-, y de la posterior aparición de nuevas siglas que llegaron con la misión de arrumbar a una casta política a la que caricaturizaban como un atajo de vividores corruptos.

La otra gran fuerza emergente de aquella corriente, Ciudadanos, llegó a poner como condición para pactar con las viejas glorias del bipartidismo que impulsaran procesos de primarias en sus organizaciones, algo que ya era costumbre en el PSOE -aunque con excepciones- y no tanto en el PP, que lo ensayó en el ajustado duelo entre Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría que ganó el primero. Recientemente, Cs ha vivido fuertes tensiones en Castilla y León, donde Francisco Igea, hoy vicepresidente de la comunidad, impugnó, con éxito, las elecciones internas que había ganado la candidata del aparato. También en Cataluña, donde la dirección impuso para el 14-F a Carlos Carrizosa en lugar de la aspirante designada por la militancia, Lorena Roldán, que acabó en el PP.

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En las filas populares tampoco han acabado los 'dedazos': Carlos Iturgaiz, por ejemplo, sustituyó a Alfonso Alonso tras un golpe de mano de Génova y después, con la excusa de la pandemia, fue ratificado en el cargo sin convocar un congreso. Los socialistas madrileños se han agarrado a sus estatutos, que permiten saltarse las primarias en casos determinados, para entronizar a Ángel Gabilondo.

Un aroma búlgaro

El transfuguismo ha resucitado además el debate sobre la posibilidad de poder votar a candidatos y no a listas cerradas, una fórmula en boga en otros países europeos, pero ninguna de las fuentes consultadas ve factible una reforma constitucional en pos de un mecanismo que podría estimular «los personalismos y los populismos».

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Los morados siguen celebrando primarias pero bastante descafeinadas y con aromas búlgaros. La candidatura de Iglesias por Madrid recibió el respaldo de más del 95% de los inscritos, pero solo participó el 44% del censo. El exsecretario general de Podemos Euskadi Lander Martínez, que perdió las últimas elecciones internas frente a la plancha 'pablista', celebra que desde 2015 el impulso de los morados «obligara» al resto de fuerzas a organizar consultas internas. Pero reconoce que el movimiento vive sus «horas más bajas» por la drástica caída de la participación.

«Las primarias siempre son un problema y los partidos están acostumbrados a que se haga lo que la dirección dice y ya está», admite Martínez, que reconoce que la tendencia ahora es a pactar listas únicas que después son ratificadas sin apenas contestación. A su juicio, la solución pasaría por celebrar por ley primarias simultáneas y obligatorias en todas las organizaciones -un modelo vigente en Argentina y Uruguay- en las que además no solo participen los afiliados, sino todo el censo electoral.

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El politólogo Óscar Rodríguez Vaz, que también ha vivido los partidos desde dentro, coincide en que, con el actual modelo, las primarias quedan «cojas» porque el aparato y su oposición interna no disponen de medios «equitativos» (censo, avales...) para competir, algo que se arreglaría, cree, reformando la Ley de Partidos.

En todo caso, Rodríguez coincide en que la «desafección», lejos de atenuarse, ha aumentado hasta llegar al 60% que ve hoy a los políticos como un problema. «Hace diez años se conjuraron para democratizarse pero no se ha producido ningún cambio en profundidad. Los partidos viven hoy su crisis de los 40 y actúan como tal: o no se dan por aludidos o exhiben un comportamiento adolescente, echándose los trastos unos a otros», explica.

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No todos los politólogos creen que las primarias sean la panacea. «Felipe González nunca estuvo a favor y con el tiempo parece que todos le dan la razón», apunta Juan Pedro Marfil, profesor en la Universidad Camilo José Cela. En su opinión, su auge vino de la mano de «narrativas populistas» y no se ha demostrado que propicien una mejora de la «calidad del discurso». «No gana el mejor mensaje sino el más sugerente para las bases. Y además pueden provocar rupturas que acaben dinamitando el partido».

LAS FRASES

Socióloga

María Silvestre

«Las primarias fracasan porque el principal objetivo acaba siendo la supervivencia y el poder»

Exlíder Podemos

Lander Martínez

«Son un problema porque los partidos están habituados a que se haga lo que la dirección dice»

Politólogo

Óscar Rodríguez

«Viven su crisis de los 40. Se conjuraron para democratizarse pero no ha cambiado nada»

Prof. Univ. CJC

Juan Pedro Marfil

«Las primarias no propician una mejora de la calidad del discurso ni de los candidatos»

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