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La controversia sobre la idoneidad de declarar festivo el 8 de marzo de 2024 está lejos de disiparse, pero lo que parece cada vez más ... claro es que el año que viene habrá una jornada no laborable en el calendario que celebre y reivindique la causa feminista. Aunque no sea necesariamente el Día de la Mujer. Es más, el Parlamento vasco instará hoy al Gobierno de Iñigo Urkullu a fijar alguna efeméride para sensibilizar sobre la causa de la igualdad , está por ver aún con qué grado de consenso y de concreción sobre la fecha elegida.
De momento, según fuentes parlamentarias consultadas, el 8-M ni siquiera se cita en la enmienda transaccional que PNV y PSE, socios de gobierno, negociaban ayer con Elkarrekin Podemos, proponente de la iniciativa original, y a la que quieren incorporar también a EH Bildu. De hecho, la iniciativa de la coalición morada para impulsar una festividad en clave feminista está en el origen de la polémica que ha ido creciendo en los últimos días sobre la idoneidad de marcar en rojo el 8-M.
La parlamentaria Isabel González registró el 1 de febrero una moción para impulsar un festivo que sirviera para reconocer la «lucha» de las mujeres por la igualdad y recuperar su «memoria histórica», además de pedir a Emakunde que elaborase un listado de posibles fechas y al Ejecutivo que impulsase una campaña institucional de concienciación en torno a la efeméride. El mismo día –el pasado miércoles– en que PNV y PSE registraron un texto alternativo, más genérico, para instar al Gobierno vasco a abordar un «proceso de reflexión» sobre el asunto «junto con Emakunde y los agentes sociales», la vicelehendakari Idoia Mendia lanzaba al ruedo la fecha del 8 de marzo en el marco de una jornada sobre la brecha salarial.
La dirigente socialista no se atribuyó esa potestad por su cuenta. En su calidad de consejera de Trabajo y Empleo, le corresponde la iniciativa para proponer el festivo que puede designar cada comunidad autónoma que, en realidad, de acuerdo a la ley, puede sustituir hasta tres festividades de índole religiosa (Jueves Santo, Reyes o cualquiera de la dupla San José-Santiago Apostol) por otras «de especial tradición» que «le sean propias». Pero, teniendo en cuenta que nadie se plantea reemplazar el primer día de las vacaciones de Semana Santa ni el 6 de enero, las opciones se reducen a las dos últimas. Por lo tanto, la nueva efeméride, sea cuando sea, sustituiría o bien al 19 de marzo o el del 25 de julio. Y si no hay acuerdo, recuerdan en el Departamento de Mendia, se mantendrían ambos, lo que no contribuye, dicen, a dar al calendario el carácter más cívico y laico que se buscaba.
De hecho, la vicelehendakari se ratificó ayer en su propuesta, un expediente administrativo que, como cada año, debe someterse al contraste de distintos agentes sociales e institucionales y, si prospera, se aprobaría finalmente por decreto en Consejo de Gobierno este primer semestre. No obstante, ni el movimiento feminista ni Emakunde –que depende del Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, en manos del PNV– han visto con buenos ojos la idea. La directora del Instituto Vasco de la Mujer, Miren Elgarresta, ha lamentado esta semana que no se le pidiera opinión previa y los colectivos en defensa de la igualdad han deslizado que declarar festivo el 8-M diluiría su carácter reivindicativo y podría tener efectos desmovilizadores. Mendia dejó claro que escuchará y estudiará todas las alegaciones que se presenten, incluidas las de Emakunde.
Si finalmente los grupos –excepto el PP, que ya ha criticado la «ocurrencia»– escenifican hoy un acuerdo abierto, sin fecha, la siguiente tarea será buscar una efeméride de raigambre y simbolismo feminista que suscite el necesario consenso.
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