Los pactos de Chivite con UPN tensionan el final de la legislatura en Navarra

El mensaje es nítido. El fuego amigo contra Chivite ha aumentado exponencialmente desde que el pasado jueves el PSN pactara con Navarra Suma una ley que permitirá estabilizar al profesorado del Programa de Aprendizaje de Inglés. El PAI facilita desde hace una década que el alumnado estudie algunas asignaturas en inglés al margen del modelo lingüístico al que pertenezcan (euskera o castellano), y la reforma abre la puerta a que los 350 docentes, cuya tasa de temporalidad roza el 70%, obtengan un estatus similar al de los funcionarios.

¿Cuál es el problema de la operación según Geroa Bai y Podemos? Los morados, igual que Bildu e Izquierda-Ezkerra, socios habituales de la coalición, advierten de que los principales sindicatos educativos no secundan la idea. Los nacionalistas van un paso más allá y consideran que la norma tiene una carga política que trasciende los derechos laborales del profesorado. Vendría a poner en solfa, denuncian, el siempre controvertido modelo lingüístico de la comunidad foral al crear de facto un nuevo sistema de aprendizaje en inglés para «arrinconar» el modelo D.

El euskera agita otra vez la política foral. Ya lo hizo el año pasado, cuando Chivite se enfrentó a todos sus socios al negarse a considerarlo un mérito para las oposiciones en la zona no vascófona. La diferencia es que el tono de las críticas se ha elevado ahora a un nivel inédito: el pasado viernes la parlamentaria nacionalista María Solana, consejera de Educación con Barkos, reprochó a los socialistas su «euskarafobia».

Más allá de las palabras gruesas, y de echar en cara al PSN que la ley del PAI incumple el acuerdo de gobernabilidad -los socialistas defienden justo lo contrario-, Geroa Bai ha empezado a cuestionar su lealtad a Chivite poniendo el foco sobre la nueva relación de los socialistas con Navarra Suma desde que la coalición conservadora decidió apoyar la reforma laboral. Los diputados de UPN rompieron la disciplina de voto en el Congreso, pero los nacionalistas contemplan una «sintonía política preocupante» que «tensiona la relación» en el seno del Ejecutivo autonómico.

Geroa Bai habla de «nueva tendencia» porque señala también otros pactos que PSN y Navarra Suma suscribieron en febrero a cambio de que los conservadores apoyaran la reforma laboral. Sergio Sayas y Carlos García Adanero reventaron el acuerdo final, pero los socialistas sí cumplieron: retiraron la reprobación al alcalde de Pamplona, Enrique Maya (vicepresidente de UPN), y apoyaron una modificación presupuestaria del equipo de Gobierno local.

Aquella decisión provocó un profundo malestar en Bildu y Geroa Bai. Fue la primera piedra del encontronazo que se vive ahora. «(Chivite) tiene el síndrome del gobierno monocolor, y no lo es», insistió ayer Hualde en Onda Vasca.

Los socialistas navarros responden que el signo progresista de sus políticas «es inequívoco», y defienden que la coalición no significa cerrar la puerta al diálogo con la oposición. No existió el veto que ahora le exigen sus socios, recordaba anteayer el portavoz socialista en el Parlamento navarro, Ramón Alzórriz, cuando el pasado marzo Geroa Bai se desmarcó del PSN y pactó con Navarra Suma el blindaje de los puestos de los profesores de religión de la red pública pese al descenso de la carga de trabajo.