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Mañana se acaba el tiempo muerto que se han dado los partidos para empezar a perfilar los acuerdos de gobierno en ayuntamientos y diputaciones tras las elecciones del pasado domingo. Después del viaje de trabajo de Andoni Ortuzar a Costa Rica, del que regresa hoy, ... y analizados ya los resultados pueblo a pueblo, el EBB adoptará en su reunión de mañana una decisión sobre el camino a seguir. Los mensajes que se han lanzado hasta ahora son diáfanos y apuntan en la misma dirección, la de dar la máxima «estabilidad» a las instituciones vascas, lo que, en la práctica, pasa por la casi segura reedición de un acuerdo global PNV-PSE similar al que ambas formaciones suscribieron hace cuatro años, en 2015.
Aquel pacto fue la antesala de la coalición que ambos rubricarían un año después en el Gobierno vasco. La entente que se puede formalizar en los próximos días apuntalará esa senda, con la vista puesta ya en las autonómicas de 2020, salvo adelanto electoral. No hay excesiva prisa pero los partidos tampoco pueden dormirse en los laureles, teniendo en cuenta que la fecha fijada para la constitución de los ayuntamientos es el 15 de junio, en dos semanas, y que el PSE está estatutariamente obligado a consultar a sus bases sobre los acuerdos de gobierno. A este respecto, la corriente Izquierda Socialista, reunida ayer en Vitoria, llamó a la militancia a rechazar pactos globales con el PNV por impedirse, a su juicio, «la participación y el análisis», y a cuestionar los puntuales si no responden al programa. Si el pacto es general, la consulta será global. Aun así, no sobra el tiempo.
La previsión es que las cúpulas de ambos partidos se reúnan en los próximos días para perfilar el pacto, que, si sigue el esquema de hace cuatro años, podría contemplar la posibilidad de cerrar acuerdos de coalición, de gobernabilidad -apoyo externo con planes y proyectos de ciudad consensuados- o de presupuestos y tasas, el mínimo para que los ejecutivos locales puedan funcionar. A la espera de que se concreten los términos, esta semana PNV y PSE se han marcado el territorio. Rituales de apareamiento, en jerga política, que no deberían tener más consecuencias. No obstante, hay 'puntos negros' en el mapa que auguran turbulencias, especialmente en Gipuzkoa, donde el peso específico del GBB de Joseba Egibar podría hacer resurgir complicaciones que ya afloraron en 2015.
El burukide guipuzcoano ya dejó entrever su nunca disimulada incomodidad con el pacto PNV-PSE al poner sobre la mesa la posibilidad de que su reedición dependiera de que la derecha no gobierne en Navarra y de las contrapartidas que el PNV obtenga a cambio de la investidura de Pedro Sánchez. Ni Ajuria Enea ni Sabin Etxea contemplan, en realidad, esa clave -no hay alternativas realistas al acuerdo-, pero hay expectación por calibrar si, alcanzado el pacto global, se cumple en todos los municipios, especialmente en Gipuzkoa. El acuerdo garantizaría la gobernabilidad en treinta municipios donde alguno de los dos fue la fuerza más votada y hay siete localidades más donde la entente podría arrebatar la Alcaldía al ganador, EH Bildu en todos los casos, salvo en Laguardia, donde el PP fue primero. De esas seis, hay dos plazas importantes en las que la aplicación del acuerdo daría la makila al PSE: Pasaia y Andoain.
Este último municipio, punto de mira de ETA durante años, despierta especial interés por los antecedentes que arrastra. Hace cuatro años, uno de los ediles de la lista jeltzale, incorporado como independiente, se saltó a la torera el pacto y votó en blanco para dar la Alcaldía a EH Bildu. Los socialistas siempre sospecharon que el movimiento no fue una subordinación aislada de un concejal y, en protesta, tardaron un año en entrar en el Gobierno de Gorka Urtaran en Vitoria, que pasó sus primeros doce meses en precario con solo cinco concejales. En Pasaia, la socialista Izaskun Gómez necesita al PNV para seguir como alcaldesa. Allí sí cumplieron los jeltzales, pero la coalición abertzale ha vuelto a ganar con 548 votos más que hace cuatro años y el temor del PSE a que les devuelva la pelota en otros municipios deja en suspenso el desenlace. También hay dudas en Lezo. En la misma situación están Mendaro y Soraluze y, en Bizkaia, Alonsotegi, donde el PNV, lastrado por los casos de presunta corrupción, podría hacerse con la Alcaldía.
Uno de los municipios donde EH Bildu podría cobrarse la revancha si el PSE le arrebata otras makilas es Irún. La localidad fronteriza está en el centro de todas las miradas porque su candidato, Xabier Iridoy, tiene intención de disputar el gobierno municipal al ganador de las elecciones, el socialista José Antonio Santano. Las razones aquí son de índole personal. El alcalde en funciones expulsó la pasada legislatura al aspirante jeltzale del equipo de gobierno, donde era delegado de Urbanismo, lo que precipitó una traumática ruptura del acuerdo municipal. Iridoy necesita el apoyo de EH Bildu, que, en principio, no está por la labor, pero si decide votarse a sí mismo e ignorar el acuerdo todo está abierto hasta el momento de la constitución del pleno. Los socialistas dejan claro que lo interpretarían como una agresión directa y de nuevo amagan con contraatacar en Vitoria. La amenaza no tiene base real porque Maider Etxebarria necesitaría el apoyo de EH Bildu y Podemos para ser alcaldesa, un paso inasumible para el PSE en el actual contexto político.
En otro de los municipios 'calientes' donde las rencillas entre los socios rompieron en mitad de la legislatura el acuerdo local, Barakaldo, las aguas, en cambio, se han calmado. La candidata jeltzale, Amaia del Campo, que ha ganado con claridad, será alcaldesa; el socialista Alfredo Retortillo ya ha hecho votos por la estabilidad del municipio.
La alianza de izquierdas por la que abogan EH Bildu y Podemos como alternativa al PNV tendrá su reflejo en los municipios donde dependen de sí mismos para hacerse con el bastón de mando. La incorporación del PSE a esa hipotética alianza es política ficción a varios años vista. En Rentería, donde ya han gobernado juntos, la suma les permitirá retener el consistorio. La novedad es Durango, donde su alianza suma mayoría absoluta aunque el PNV fue la fuerza más votada.
Irún. El PNV logró ganar dos ediles aunque la lista más votada fue la del PSE. Con un pasado de rencillas personales, el jeltzale amaga con presentarse.
Camino allanado. Hay treinta municipios donde la suma PNV-PSE garantiza la gobernabilidad, entre ellos las tres capitales.
A la izquierda. EH Bildu y Podemos podrían gobernar en Rentería y Durango.
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