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Cerrado el paréntesis agosteño, la vida sigue igual entre Pedro Sánchez y el PNV. Andoni Ortuzar se marchó de vacaciones en San Ignacio pidiendo al presidente menos «gracietas» como la directriz anticorbata y más seriedad a la hora de cumplir los compromisos con sus socios ... y volvió ayer al tajo político, en el recuperado acto de arranque de curso en Zarautz, recordándole que «la cosa no está para ocurrencias» y exigiéndole que no eche «en saco roto» los llamamientos de la formación jeltzale y empiece a tomársela «en serio».
No tanto porque esté en juego el apoyo de Sabin Etxea al Gobierno, una posibilidad que la dirección descarta con los argumentos de la «estabilidad» y la «responsabilidad» - aunque, advirtió Ortuzar, «nadie puede pedirnos que seamos más responsables que el propio Gobierno»-. Más bien porque seguir poniendo cara de póker mientras el PNV blande los acuerdos de investidura y el calendario de transferencias compromete la «credibilidad» de Moncloa y su «capacidad de actuación», avisó Ortuzar.
La «incomprensible, injustificable e inaceptable» congelación de la negociación estatutaria y, en general, el escaso 'cariño' político que Sánchez demuestra en público a sus socios -Urkullu desveló que no han hablado en seis meses y Lakua acogió con consternación este verano el decreto energético, del que no sabía nada, aunque el PNV terminó apoyándolo- han rebasado el vaso de la paciencia jeltzale, aunque sin mayores consecuencias.
Las urgencias ahora, además de activar los traspasos, pasan por ver reflejado el plan vasco de Contingencia Energética dentro del que la ministra Teresa Ribera debe enviar a Bruselas en unos meses, sin esperar a la negociación presupuestaria de rigor, para ver «avances». Ortuzar, de hecho, reconoció que votan con la nariz tapada y solo «por responsabilidad» los «decretos-chorizo» de Sánchez en los que se embuten medidas sin «nada que ver» entre sí. «Tómese en serio las relaciones con el PNV, cumpla lo pactado, agilice las transferencias. Vamos a llevarnos bien, que vienen tiempos difíciles y unir fuerzas va a ser más necesario que nunca», deslizó el líder del PNV, que ayer celebró en la localidad costera la primera reunión del EBB tras el verano.
Una manera de recordar al presidente, al que pidió más «humildad» y más diálogo, que si logra su objetivo de batir en escaños al candidato del PP en las próximas generales, volverá a necesitar acuerdos con el PNV y otras fuerzas del Congreso. Y que puede que en esa tesitura, los jeltzales tengan más de un 'presidenciable' para elegir. Eso, en realidad, no lo verbalizó Ortuzar, aunque se sobreentendió. Y, de hecho, el propio líder peneuvista se puso la venda antes que la herida al dar por «seguro» que sus palabras serán pasto de «interpretaciones». «Se especulará con esa famosa reunión que vamos a tener Feijóo y yo de la que tanto se ha hablado este verano», lanzó, en alusión a una cita que ambos cerraron en julio, en el homenaje a Miguel Ángel Blanco en Ermua, y que el líder popular ha insistido en airear pero que, según Sabin Etxea, aún no tiene fecha.
«Unos dirán que el PNV chantajea a Sánchez, otras que ya estamos preparando nuestra relación futura con el PP para echarnos en sus brazos», se adelantó, antes de rematar con una de las frases clásicas de su discurso. «Nosotros, a lo nuestro. Ya sabéis que el PNV solo se echa en brazos de este país», zanjó.
En la antesala ya de las municipales y forales, y a la espera de que el PNV anuncie un 'ticket' electoral en el que se esperan novedades significativas, Ortuzar tampoco dejó escapar la oportunidad de afear a EH Bildu que «intente despistar» con «sus juegos de calle o de salón, según convenga». Hasta le echó en cara a Otegi que se haya apropiado de un viejo eslogan del PNV - «un pueblo en marcha»- porque lo es, dijo, a pesar de «algunos» que han ralentizado el camino con «dolor y sufrimiento».
Le reprochó también que «se llene la boca» hablando de renovables cuando después «la coordinadora de turno, que ya sabemos quién la monta», boicotea los parques eólicos o las plantas fotovoltaicas. Así que, tras recordar que sin gas no hay industria competitiva, ofreció a Bildu un acuerdo «de verdad» para que Euskadi camine hacia «la autosostenibilidad energética». «Somos un país energéticamente dependiente como pocos. Y de eso no podemos echarle la culpa a los de fuera».
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