El PNV agitó este domingo el pañuelo blanco frente a Pedro Sánchez. Primer aviso, como en los toros, y con el altavoz añadido de la tribuna del Alderdi Eguna, la fiesta grande que el partido jeltzale celebró, un año más, en las campas alavesas ... de Foronda. En mitad de la tormenta que azota al Gobierno socialista y a sus ministros, y bajo la atenta mirada de los soberanistas catalanes, que tienen en sus manos la continuidad de la legislatura española, Andoni Ortuzar advirtió al presidente del Gobierno de que «el tiempo pasa» y la «paciencia» del PNV «se agota» ante la falta de avances en los «compromisos» que Sánchez adquirió con Sabin Etxea a cambio de su respaldo a la moción de censura que derribó a Mariano Rajoy. «Gobernar es algo más que hacer declaraciones. Es hacer cosas, cumplir compromisos, asumir con valentía los problemas. Y eso pedimos para Euskadi. Que cumplan ya», clamó Ortuzar ante la militancia.
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Los jeltzales reclamaron entonces garantías de que la legislatura no se vería abruptamente interrumpida a las primeras de cambio, el cumplimiento de los acuerdos presupuestarios arrancados al Gobierno del PP y, como mínimo, un calendario de traspasos para completar el Estatuto. Cuatro meses después, el adelanto electoral es una posibilidad más que cierta, la comisión mixta de transferencias ni siquiera se ha convocado y Sabin Etxea está encontrando «contratiempos», según fuentes del EBB, para acelerar las obras del TAV, implantar la rebaja de la tarifa eléctrica a las empresas vascas o formalizar los primeros traspasos. Según denuncian, el Gobierno central ha ofrecido una transferencia «a la baja» de las dos líneas de tren sobre las que el Constitucional dio la razón a Euskadi, al ceder solo la titularidad de los tramos de vía y no del personal, y ha obviado el compromiso que, según el PNV, había alcanzado con ellos para transferir no solo la gestión de la AP-1 a su paso por Euskadi, sino también la de la AP-68.
El malestar es grande y Sabin Etxea y Ajuria Enea lo han trasladado en privado al Gobierno al más alto nivel. Sus interlocutores le habrían pedido tiempo por la situación delicada que atraviesa el Gobierno y el asfixiante clima político que reina en Madrid. Pero los jeltzales no están dispuestos a seguir esperando y ayer quisieron dejarlo claro en público. Hasta ahora, el PNV ha sido el socio más fiel de todos los que auparon a Sánchez a La Moncloa. Todo para intentar evitar a toda costa una llamada anticipada a las urnas que comprometa la campaña de las municipales y forales de mayo. Pero el hartazgo es patente. «Ser honesto y leal es una cosa, pero ser tonto es otra bien distinta. Y no somos tontos», insistió Ortuzar, que envió un mensaje claro al Ejecutivo socialista, al que reclamó que pase «de las buenas palabras a los hechos». «Urge», dijo, completar el Estatuto y «hacerlo fielmente con su letra y con su espíritu». «Que no se despisten por la ofensiva de la derechona», advirtió el líder del EBB, que contempló la posibilidad –que flotaba sin duda en el ambiente junto a las cábalas sobre los audios que aún guarda el excomisario Villarejo–, de que al Ejecutivo del PSOE «se le nuble la vista» por los buenos datos de las encuestas y «le entre la tentación» de convocar ya elecciones. «No tenemos miedo» a las urnas, subrayó Ortuzar, que se esforzó en descalificar la «disparatada» política española, que identificó con un país «de chiste, de charanga y pandereta». De hecho, demostró que confía poco en el recorrido de un Ejecutivo que se limita a «resistir» el «navajeo» de la oposición.
La presión de los jeltzales a Pedro Sánchez se suma así a la del independentismo catalán, que, ayer mismo, desde Foronda, avisó al presidente, por boca del líder del PDeCAT, David Bonvehí, invitado de honor, de que su apoyo a los Presupuestos será «imposible» si no hace ya «gestos» de calado que favorezcan la puesta en libertad de los dirigentes del 'procés' encarcelados.
Una exigencia a la que, en vísperas del primer aniversario del 1-O, se sumaron los jeltzales con el enorme lazo amarillo que presidía el estrado principal y el lehendakari Urkullu, que subrayó que la prisión provisional «no es una medida proporcionada ni justificada», por lo que exigió a Sánchez «iniciativa política, distensión y diálogo con voluntad de acuerdo» e incluso le sugirió que se fije en otros «modelos de respuesta en el mundo occidental», sin citar directamente los referendos pactados de Escocia y Quebec.
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Fue, por tanto, un Alderdi Eguna mirando a Madrid, sin perder de vista Barcelona y sin olvidar el asunto estrella de la política doméstica, la reforma del Estatuto de Gernika. Si en el Parlamento, durante el pleno de política general, se pudo escuchar un discurso a dos voces –la de Urkullu y la de Joseba Egibar–, este domingo el jefe del Ejecutivo vasco y el presidente del partido se esforzaron en unificar el mensaje. Ambos abogaron por «ensanchar» el acuerdo alcanzado hasta ahora con EH Bildu. Ortuzar reconoció que las bases soberanistas pactadas con la izquierda abertzale «podían haber sido más amplias» pero son, defendió, «legítimas y democráticas». «Queremos ensancharlas todo lo que se pueda. Pero los que aún no están en el acuerdo van a tener también que moverse», apuntó. También Urkullu asumió que el PNV deberá «lidiar» con «los maximalismos de unos» y «los inmovilismos de otros», pero avisó de que perseverará para lograr el acuerdo.
La secretaria general del PP vasco, Amaya Fernández, ha respondido este domingo a la intención del PNV de «señalar con el dedo» al que se oponga a más autogobierno invitándole a «guardarse el dedo», porque «el PNV no es quién para decir que va a señalar con el dedo al que opina diferente».
En varios comentarios en una red social, Fernández ha replicado a Ortuzar que «el PNV deberá explicar cómo se conjuga la convivencia con una política de señalamiento. La discrepancia debe ser defendida, no atacada. El PNV no es quién para decir que va a señalar con el dedo al que opina diferente. El dedo y cierto lenguaje hay que guardárselo».
«El PNV ha perdido la ocasión de hacer autocrítica. Los discursos de hoy evidencian que sus dirigentes, incluido el lehendakari, no han visto las imágenes de ayer de Barcelona», en referencia a las agresiones de los independentistas a manifestantes.
La dirigente del PP también ha criticado al lehendakari, Iñigo Urkullu, quien, a su juicio, «ha perdido hoy toda la credibilidad que le quedaba. Ha reclamado una política contraria a la actuación diaria del PNV. Hoy hemos visto a un Urkullu y a un PNV totalmente desconectados de la realidad de los vascos»
«La postura del PNV y la debilidad de un PSOE subordinado al nacionalismo, también en Euskadi, obliga hoy más que nunca al PP vasco a representar el sentimiento constitucional y foral de la sociedad vasca. Seguiremos trabajando sin descanso», ha manifestado Fernández.
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