

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Es sintomático que, de las cinco ponencias que despachó ayer a velocidad de vértigo la Asamblea General jeltzale en el Atano III, la que más ... se alejó de la aprobación a la búlgara (no demasiado) fuese la organizativa. Con 17 votos en contra y 12 abstenciones por 318 'síes', el documento coordinado por Imanol Lasa fue el único que salió adelante siquiera con un amago de contestación interna y el que suscitó un intercambio de pareceres más intenso en el debate a puerta cerrada en el frontón, como reconoció el propio burukide.
La razón es evidente: descartados los volantazos ideológicos, las subidas al monte y las propuestas disruptivas, el único espacio que tiene el partido -desvitalizado tras sus últimos patinazos en las urnas- para reinventarse y recuperar el label de 'valor refugio' y cauce central de la sociedad del que presumía hace no tanto tiempo está puertas adentro de la sigla. Y no todos en el PNV creen que se esté hincando el diente a ese desafío con la suficiente ambición. Ni que se esté haciendo todo lo posible para, en definitiva, despertar al partido y, como recoge la propia ponencia, «activar» a una militancia desmotivada, una atonía reflejada en los bajos índices de participación en el proceso interno de cuya publicación en los medios se quejaba Andoni Ortuzar en sus entrevistas de despedida.
Seguramente, aunque todos en el PNV tengan claro que autoexponerse durante seis meses seguidos al escrutinio público es poco menos que suicida, el verdadero reto, más que acortar y agilizar los plazos, es lograr que las bases, los batzokis, vuelvan a comprometerse con ganas en la vida interna del partido. Y eso exige, sí o sí, generar ilusión y fe en el proyecto en lugar de la desasosegante sensación de ir caminando derechitos a la oposición.
El ejemplo más claro es la controversia sobre la limitación de mandatos, que no apunta tanto a una cuestión personalista o de mera renovación de cuadros sino a una reflexión mucho más profunda sobre los efectos nocivos del 'apoltronamiento' en el poder, que acaba generando los vicios y las prácticas poco estéticas que han podido hacer daño a la fortaleza de la sigla PNV. La Asamblea ha marcado el camino -exigir mayorías reforzadas para poder optar a un tercer mandato- pero son los estatutos nacionales que se aprobarán en otoño, ya bajo la batuta de Aitor Esteban, los que determinarán hasta dónde llega la terapia o si se queda en un simple parche.
Los estatutos serán, de hecho, uno de los primeros indicadores para medir el continuismo o la audacia de la 'era Esteban' que hoy comienza. Porque su redacción será ya competencia del EBB totalmente renovado que se reunirá por primera vez este lunes, una oportunidad de marcar su impronta, toda vez que la hoja de ruta ideológica con la que navegará el nuevo presidente se ha elaborado con los criterios de la ejecutiva dirigida por Ortuzar.
De hecho, el renovado corpus doctrinal del partido, en un cónclave que se miraba en el espejo de las Asambleas de Iruña y Zestoa y tenía vocación casi refundacional, no ofrece, sin embargo, novedades de calado ni en lo político ni en lo socioeconómico. Moderación, europeísmo, pragmatismo, pactismo, soberanismo modulado y apuesta por una economía «fuerte» y por la industria vasca sin descuidar la cohesión social. Nada nuevo bajo el sol, y cero riesgos, una decisión que puede demostrarse inteligente si, esta vez sí, y a diferencia del fallido 'Entzunez Eraiki', el partido se cree su propio diagnóstico y se decide a actuar. Si, como arengaba Arzalluz, procede como las lechuzas y mantiene los ojos abiertos hasta en la oscuridad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.