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Andoni Ortuzar y Arnaldo Otegi, reunidos en el Parlamento vasco durante el Pleno de Política General, en septiembre del año pasado. Blanca Castillo
Análisis

El PNV se sube a la ola del nuevo estatus

En puertas de su proceso interno, los jeltzales descolocan a sus rivales por las «prisas» al recuperar el cíclico debate soberanista, aun a riesgo de provocar roces con sus socios del PSE

Domingo, 15 de septiembre 2024, 00:23

La frase del momento es que ha llegado el momento. ¿De qué? De «ser valientes», de «coger el toro por los cuernos» y «tirar para adelante». Expresiones animosas y motivadoras a las que han recurrido esta semana tanto Andoni Ortuzar como el lehendakari Imanol Pradales ... para dar cuerda de nuevo a un debate cíclico, pendular y recurrente de la política vasca, el del nuevo estatus político. El regreso triunfal de la cuestión soberanista al primer plano ha dejado con la mosca detrás de la oreja a todos los rivales políticos del PNV –desde EH Bildu a sus socios del PSE, pasando por el PP vasco–, que desconfían de las «prisas» con que se ha reabierto un melón siempre controvertido y del «curioso» momento elegido para subirse a la ola, en puertas de que, el próximo domingo 29, Sabin Etxea aproveche el Alderdi Eguna para convocar un proceso interno al que da trascendencia histórica y en el que aún no se ha despejado la incógnita de si el actual presidente del EBB seguirá al frente de la nave peneuvista.

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«Despierta a un muerto cuando tendría que estar haciendo las maletas», ironiza un militante jeltzale crítico con la actual dirección. En las filas socialistas, los socios responden con un arqueo de cejas al anuncio de que el propio Ortuzar liderará en persona entre finales de septiembre y principios de octubre una ronda de contactos con el resto de líderes políticos vascos para «empezar a hablar» de las «cuatro o cinco cosas» que quedan pendientes y en las que las fuerzas políticas vascas se han mostrado incapaces de alcanzar un consenso en los últimos lustros: a saber, el reconocimiento de Euskadi como nación, la bilateralidad con Madrid, el «blindaje» de las competencias vascas, la sala especial del Constitucional para arbitrar conflictos que exige el PNV y, sobre todo, el derecho a decidir el estatus jurídico y político de Euskadi.

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«Casi nada», dejan caer en el PSE-EE, que insiste en que no participará de «saltos al vacío» que pretendan «cambiar el modelo territorial por la puerta de atrás». Extraña igualmente que Ortuzar elija un periodo de «interinidad» de la actual cúpula del PNV, una vez que se convoque la Asamblea General, para sentar las bases de un acuerdo amplio, con vocación de superar los consensos del Estatuto de Gernika en el 79, «que debería durar otros 40 ó 50 años». «¿No sería más lógico que esa tarea la asuma la nueva dirección, aunque suponga esperar unos meses?», se preguntan los socialistas. En el entorno de la izquierda abertzale también escama el manejo de los tiempos y la resurrección súbita de un debate aparcado en tiempos de pandemia pero también después, con el argumento de que la acumulación de procesos electorales encadenados hacía imposible el acuerdo.

En Sabin Etxea niegan categóricamente la mayor. Para empezar porque, recuerdan, Ortuzar ya avanzó a mediados de julio tras reunirse con Pradales que, como partido más votado en las autonómicas de abril, «asumía la responsabilidad» de iniciar contactos «discretos» con todos los grupos para ir preparando el terreno. Además, añaden, la elección de las fechas ni es aleatoria ni un capricho de Sabin Etxea, sino que, argumentan, responde a la literalidad del pacto firmado con Pedro Sánchez para facilitar su investidura en noviembre del año pasado. El texto contempla, efectivamente, un plazo «orientativo» de año y medio desde el inicio de la legislatura vasca para «negociar y aprobar, tanto en Euskadi como con el Estado» un acuerdo sobre «el autogobierno futuro» de Euskadi. «Si queremos que esté culminado en un año y tres meses (para las Navidades de 2025) habrá que empezar a currar, ¿no? ¿O dejamos pasar la oportunidad que nos brinda el pacto firmado con Sánchez?», razonan en el EBB.

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En la cúpula jeltzale rechazan así las especulaciones que relacionan la ronda de Ortuzar –en la que ya han confirmado su participación el resto de líderes– con sus urgencias y necesidades internas y con el proceso para renovar el EBB. «Tiene toda la pinta de que lo hace porque quiere seguir», aventura, en esa línea, un dirigente vasco de primera fila de un partido de la oposición. Otros creen que busca no sólo apuntalarse, ganar protagonismo y recobrar la iniciativa perdida en Euskadi –tras volcar la acción política sobre todo en Madrid– sino además desviar el foco que apunta insistentemente hacia las elecciones internas que renovarán las ejecutivas territoriales y el EBB. «Como si nuestro proceso, que se escruta al milímetro, fuese a salir del foco», lamentan en el EBB.

«Ventana de oportunidad»

Sea como sea, Ortuzar y su 'núcleo duro' no sólo están marcados de cerca internamente por quienes consideran que los pactos con el bloque sanchista han diluido la identidad centrada del PNV sino también por el GBB –todavía– de Joseba Egibar, cuya anuencia es estrictamente necesaria para mantener el pacto interno de no agresión que salvaguarda la paz interna. Y es que el veterano burukide guipuzcoano ya delimitó en el acto de arranque del curso político en Zarautz los cauces por los que, a su juicio, debe discurrir el pacto, un acuerdo en el que «tenemos que estar quienes defendemos el derecho a decidir» –es decir, PNV y EH Bildu– y «si se suma el PSE, mejor». Arnaldo Otegi y Pello Otxandiano presionan en idéntica dirección, con el argumento de que «55 de 75» parlamentarios vascos defienden la autodeterminación. En el PSE avisan de que la única mayoría «real», por estar institucionalizada, es la que suman jeltzales y socialistas.

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De hecho, en el PNV la idea mayoritaria es que, si de aprovechar la «ventana de oportunidad» que brinda la legislatura de Sánchez se trata, la única opción lógica es que el acuerdo que se lleve a Madrid incluya a PNV y PSE. «Sánchez sólo va a dar el visto bueno a un pacto con los socialistas y, en su caso, también con Sumar», opina un alto cargo jeltzale. Los de Eneko Andueza insisten en que están dispuestos a entrar en el debate, aunque no lo consideran prioritario, si profundiza en el blindaje de los derechos sociales, la clarificación de competencias o la dimensión europea y no en «obsesiones identitarias». Igualmente, el PP vasco ha anunciado que participará en la reforma si se le da un enfoque «de servicio público».

En todo caso, la impresión general es que el PSE podría aceptar el reconocimiento simbólico de Euskadi cono nación –el vicelehendakari Mikel Torres ya lo apuntaba en julio en una entrevista en EL CORREO, fijándose en Estatutos como el de Andalucía o la Comunidad Valenciana– con el derecho a decidir como línea roja. La pregunta es cuánto más tendrían que ceder Sánchez y los socialistas para el que el PNV lo considerase aceptable.

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De momento, Pradales ha hecho suya la idea de 'Concierto Político' –una traslación de la fiscalidad singular de raíz foral al resto de relaciones bilaterales– que popularizó Urkullu, un gesto que no ha gustado al PSE porque excede los límites del acuerdo de gobierno. El pacto deja al lehendakari y al Ejecutivo la responsabilidad de negociar las transferencias pendientes y circunscribe a los partidos las negociaciones para un nuevo Estatuto. «Si esto pasa a la mesa del lehendakari, tenemos un problema», avisan. Aun así, la pregunta que todos se hacen es si la legislatura durará lo suficiente para hacer avanzar este asunto y qué incentivos tendría Moncloa para meterse en este nuevo jardín territorial cuando aún está intentando apagar el incendio que ha provocado el acuerdo con ERC para un concierto a la vasca en Cataluña. El apoyo del PNV a la iniciativa del PP sobre Venezuela no puede interpretarse, en ese sentido, como un aviso a Sánchez o una exigencia de nuevas cesiones porque Sabin Etxea se ha apresurado a escenificar, comida con el ministro Bolaños incluida, su cierre de filas con el Gobierno.

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