Los municipios que alientan el cambio
Los otros pactos en Euskadi ·
El acuerdo global PNV-PSE tiene todas las papeletas para reeditarse tras el 28-M pero las plazas donde la cohabitación es imposible sirven de ensayo para otras combinacionesSecciones
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Los otros pactos en Euskadi ·
El acuerdo global PNV-PSE tiene todas las papeletas para reeditarse tras el 28-M pero las plazas donde la cohabitación es imposible sirven de ensayo para otras combinacionesHace algo más de un año, cuando el caldero electoral empezaba a humear ya en Euskadi, Eneko Andueza sorprendió con unas declaraciones en las que pedía «más lealtad» al PNV en la esfera municipal. La estrategia del secretario general del PSE para marcar perfil propio ... estaba ya en marcha, pero su queja tenía un trasfondo real, el de los municipios que han quedado al margen del acuerdo global que ambas fuerzas comparten desde 2015 y que se afianzó un año más tarde al trasladarse la coalición al Gobierno vasco.
Los inicios fueron difíciles. La entente arrancó con turbulencias. Pero las aguas fueron volviendo a su cauce, aunque tardaron algo más en amansarse en feudos históricos donde el PSE sigue aún sangrando por la herida del vuelco electoral. Sobre todo en la Margen Izquierda.
No obstante, hay lugares donde la cohabitación ha resultado imposible, casi siempre por incompatibilidades personales. A esas localidades se refería Andueza. Los jeltzales también han acusado de deslealtad a sus socios en municipios como Durango, donde el PSE ha apoyado desde fuera medidas concretas de los gobiernos de EH Bildu que el PNV aspira a recuperar este 28-M. Excepciones a la norma que se han mirado con lupa por servir de ensayo a otras combinaciones que, a medio o largo plazo, podrían acabar con la hegemonía jeltzale al frente de las instituciones. Habrá reajustes, quizás. Pero nadie cree que, con unas generales en lontananza en las que el PNV sólo podrá, con alta probabilidad, volver a apostar por Pedro Sánchez y unas autonómicas a mediados de 2024, vaya a desbaratarse, a partir del día 29, la coalición gobernante. Estos son, sin embargo, los municipios que alientan un posible cambio de ciclo en la política de alianzas.
La segunda ciudad de Gipuzkoa y el municipio más poblado de los once gobernados por el PSE es el paradigma de plaza declarada en rebeldía contra el pacto global. Y un caso único en Euskadi porque no hay ningún otro donde, aun sumando PSE y PNV, uno de ellos gobierne en coalición con un tercero. De hecho, Irún es el 'laboratorio' donde se ha cocinado, con éxito, el primer acuerdo municipal de coalición entre el PSE y Podemos, que gobiernan la localidad fronteriza con mayoría absoluta, pero tendiendo puentes también hacia la oposición, especialmente hacia EH Bildu.
Irún se identifica inmediatamente con José Antonio Santano, el alcalde más longevo del territorio, con seis legislaturas a sus espaldas y optando ahora a una séptima. Un cuarto de siglo al frente de la Alcaldía que se pudo ver perturbado en 2018, cuando el PNV amagó con una moción de censura tras cesar el alcalde al entonces delegado de Urbanismo, el jeltzale Xabier Iridoy, que se presenta de nuevo al frente de la lista peneuvista. El pacto saltó por los aires. Y la pugna sigue: las encuestas predicen que Santano volverá a ganar, pero también que el PNV está al alza y podría forjar una mayoría alternativa. Las probetas del laboratorio siguen bullendo.
Eibar es el mejor ejemplo de otra categoría de municipios donde los socios ni gobiernan juntos ni con terceras fuerzas pero sí miran en una misma dirección para sacar adelante los Presupuestos. En la localidad guipuzcoana, el alcalde, el socialista Jon Iraola, pactó en marzo las Cuentas con EH Bildu y explicó que hay «más 'feeling'» que con el PNV. Los jeltzales ofrecieron su voto a cambio sólo de ejecutar los acuerdos pendientes. El fracaso de las negociaciones les sirvió para sembrar la semilla de la duda sobre la posibilidad de que el acuerdo PSE-Bildu, que también funciona en Navarra, se extienda más allá del ámbito local.
Rioja alavesa sigue sus propias reglas: aislar al PP en el único feudo que le queda en Euskadi. Tras una ruptura traumática con los populares en Iruña de Oca, los socialistas pactaron los Presupuestos con la izquierda abertzale. En Labastida, el PNV se alió con Bildu para impedir un gobierno del PP, la lista más votada. Y en Laguardia, son los dos socios los que se apoyan en los de Otegi para cortar el paso a los conservadores.
«Nos la tienen jurada, van a por nosotros». La advertencia lanzada el viernes por Andoni Ortuzar, previniendo contra la entente «vasco-española» de Bildu y Podemos, y las alusiones sentimentales del lehendakari al pasado histórico de la localidad y al bombardeo, dan la medida de hasta qué punto es vital para el PNV recuperar Durango. Un municipio donde gobernaron durante cuatro décadas hasta que un proyecto fallido urbanístico en los terrenos ganados tras el soterramiento del ferrocarril dio la alcaldía a Ima Garrastatxu, de EH Bildu, gracias al acuerdo con una coalición de Podemos e independientes que cogobierna el municipio. Unos terrenos donde el PNV abandera ahora la construcción de un hospital para tratar de recuperar la Alcaldía.
Galdakao es la otra pieza clave que Sabin Etxea necesita recuperar para taponar los intentos de avance de EH Bildu en su feudo vizcaíno, dos plazas que la coalición abertzale sabe estratégicas para seguir creciendo y penetrar en la Margen Izquierda y el Gran Bilbao. El retraso de la Línea 5 de metro fue clave para que Iñigo Hernando se hiciese con la makila, así como las trabas a la segregación de Usansolo, que ahora apoya el PNV.
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