
¿Hay dos almas ideológicas en el PNV?
Análisis ·
El acuerdo con Podemos para la reforma fiscal obliga a los jeltzales a afrontar uno de los debates más incómodos, el de si son un partido de izquierdas o de derechasAnálisis ·
El acuerdo con Podemos para la reforma fiscal obliga a los jeltzales a afrontar uno de los debates más incómodos, el de si son un partido de izquierdas o de derechasLas legendarias dos almas del PNV, las que retrataban Santiago de Pablo y Ludger Mees en 'El péndulo patriótico', siempre han remitido a la moderación ... y a la radicalidad. Al independentismo frente al autonomismo. Pero hace tiempo que el debate sobre esa doble identidad jeltzale ha redefinido sus términos. Con el secesionismo en caída libre, esas tensiones ya no se traslucen en público. En cambio, empieza a notarse una cierta pulsión discrepante en el otro eje que sirve para tomar la temperatura a la Euskadi política, el ideológico.
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La negociación de la reforma fiscal, acordada finalmente con Podemos, ha reactivado el debate, tan circular como incómodo para sus protagonistas, sobre si el PNV se ha hecho de izquierdas, si es que se asume que antes era de derechas. O si lo sigue siendo, como sostenían hasta hace nada los morados, que intentaban ridiculizar a los jeltzales como «cachorritos de Repsol».
Lo que sí es cierto es que un sector del PNV, con destacadas figuras institucionales a la cabeza, ha sido más favorable desde el principio a intentar acordar las modificaciones tributarias con el PP, convencidos de que casaba mejor con el espíritu inicial de la revisión, «de impulso e incentivo fiscal». Incluso, el lehendakari Pradales tendió la mano a los populares desde la tribuna del Parlamento y la diputada de Hacienda vizcaína, Itxaso Berrojalbiz, al frente de la delegación negociadora jeltzale junto a Koldo Mediavilla, ha estado en permanente contacto con las grandes empresas, a la sazón principales contribuyentes del territorio, para disipar sus temores. Un intento baldío a juzgar por el «desánimo total» con que la patronal ha acogido el «castigo». «Les penaliza. Es lógico el cabreo en el mundo económico», concede un exdirigente.
Los jeltzales, en privado, se esfuerzan en hacer pedagogía. Recuerdan que, después de aplicar las deducciones correspondientes, las empresas no pagarán más y que sólo las rentas «que ni siquiera necesitan pedir un préstamo para pagar una casa» dejarán de desgravar por la compra de una vivienda habitual. También quitan hierro a la subvención encubierta que supone devolver dinero a quien no se le ha retenido porque se acotará a casos «muy concretos», siempre con el acceso de los jóvenes a la vivienda en mente. «La reforma no es un giro a la izquierda ni a la derecha, es para afrontar los retos de futuro», defendió ayer el consejero de Hacienda, Noël d'Anjou, en línea con el «ni Sánchez ni Feijóo» de Ortuzar o con la respuesta habitual de Esteban a una pregunta que los jeltzales esquivan tirando de su credo nacionalista y humanista: «Somos progresistas en lo social, muy serios con las cosas de comer».
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El acuerdo con los morados sería, en ese sentido, para el PNV más un problema de relato que un cambio cualitativo real. Andoni Ortuzar, apuntan en el partido, está «contento». Sin embargo, el runrún interno sobre el error estratégico que supone asumir los postulados de las izquierdas no es de ahora ni se circunscribe a la reforma fiscal. Quienes lo han promovido en las asambleas se quejan de que se habría 'comprado' acríticamente el ideario del Gobierno de Sánchez, lo que habría enviado a una porción significativa de votantes a la abstención. «Por eso últimamente Ortuzar decía que somos de centro», se jactan.
Es indudable que los jeltzales se esfuerzan por preservar su esencia de orden -un ejemplo claro ha sido la apelación nostálgica de Esteban a la época en que PSOE, PP, PNV y CiU se comportaban siempre como partidos de Estado para defender el aumento del gasto militar- aunque al mismo tiempo dirigentes como Mediavilla no tengan empacho en criticar duramente a Confebask por negarse a negociar un SMI vasco o se tienten la ropa cada vez que hay riesgo de coincidir en votaciones con PP y Vox en el Congreso. Aunque, seguramente, hay en esas actitudes, más que ideología, un evidente cálculo electoral. Está por ver si es o no atinado.
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