Abril de 2018.  El artículo 155 está en vigor en Cataluña y los cabecillas del 1-O, en la cárcel. El PNV teme unas elecciones anticipadas que entreguen La Moncloa a Cs –hoy desaparecido–. Planea ya apoyar los Presupuestos de Rajoy para evitarlo pero la ... intervención de la autonomía catalana se interpone en su camino y necesita enfatizar su rechazo a la medida para no molestar al flanco más soberanista del partido (y del electorado). Así que, por primera vez, admite invitados en la tribuna de autoridades del Aberri Eguna. Eduard Pujol, hombre muy próximo a Carles Puigdemont, y la exalcaldesa de Calella, Montse Candini, se emocionan hasta la lágrimas al escuchar la versión vasca de 'L'Estaca'. Todos se cogen por la cintura para corearla en una suerte de catarsis colectiva.

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Abril de 2022, misma celebración. El PNV apoyó finalmente aquellos Presupuestos aunque el 155 no había decaído aún, para dejar caer a Rajoy días después y apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez. En esos cuatro años, el mundo se ha visto sacudido por una pandemia y el estallido de la guerra en Ucrania. Los dirigentes jeltzales no hacen una sola referencia a Cataluña en plena crisis socioeconómica. Los catalanes ni están ni se les espera: han ido todos –ERC, Junts y la CUP– a celebrar la efeméride con EHBildu en Pamplona.

La fotografía superpuesta de esos dos Aberris, no tan lejanos en el tiempo, explica muy a las claras como el nacionalismo vasco –y el catalán– modulan sus efusiones, sus fotografías, sus presencias y sus ausencias en función de sus cambiantes intereses políticos. La lista de invitados catalanes en los actos de PNV y Bildu opera así como fiable termómetro de sus necesidades del momento.

El mismo Pujol que coreaba el himno compuesto por Lluís Llach en 2018 estuvo este domingo en el AlderdiEguna en Foronda, donde sí son habituales las delegaciones de partidos 'amigos'. El ahora diputado en el Congreso acompañaba a Jordi Turull en las campas. La presencia del máximo referente de Junts (el año pasado acudió Josep Rull, un signo de que el deshielo estaba en marcha pero no del todo) sellaba la reconciliación entre el PNV y Puigdemont, ya escenificada con la foto de Andoni Ortuzar en Waterloo. En este caso, el espejo catalán refleja la sinergia por la que apuesta el PNV para maximizar los réditos de un eventual acuerdo para dar luz verde a la investidura de Pedro Sánchez.

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La recuperación de una alianza rota por el desaire del expresident a Urkullu cuando intentó mediar tras el referéndum ilegal en 2017 obedece también a la necesidad del PNVde recuperar referentes en Cataluña frente al tándem Bildu-ERC. Hasta ahora, lo era la facción moderada heredera de la antigua Convergència, el PDeCAT. Su presidente, David Bonvehí, estaba invitado al Alderdi, según fuentes del EBB, pero no acudió: en octubre tiene prevista una asamblea extraordinaria en la que el partido podría decidir su disolución. El año pasado sí estuvo –también Marta Pascal, que intentó sin éxito lanzar un partido catalanista moderado a imagen y semejanza del PNV–, igual que en las ediciones de 2018 y 2019. Eran los tiempos en que era Otegi el que visitaba a Puigdemont en su refugio bruselense y se abrazaba a Torra en el Kursaal. Antes, había escenificado cercanía con la CUP. Pero, a medida que la vía unilateral empezaba a 'quemar' en Euskadi, se consolidaba la entente posibilista con ERC. Tanto que Otegi se fue a hacer campaña con Junqueras en Girona en pleno confinamiento perimetral pandémico.

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