![Las ocurrencias de Casado](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202110/08/media/cortadas/gurrutxaga08-kQkC-U150772624626Sa-1248x770@El%20Correo.jpg)
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El presidente del PP debería asesorarse mejor para que sus limitaciones formativas, que todos tenemos pero que en ciertos líderes políticos se notan más, sean subsanadas o disimuladas de la mejor manera posible. Últimamente, se ha empeñado en convertir el discurso político en un juego ... de ocurrencias, formuladas como si fuesen tesis históricas o propuestas con fundamento jurídico. Ocurrencias que ponen de manifiesto, algunas, la ignorancia y la temeridad de Pablo Casado al incorporarlas a su discurso y, otras, sus carencias políticas y jurídicas al hacer suyas también propuestas que nos situarían en escenarios preconstitucionales.
Ejemplo de las primeras fue hace tres meses cuando manifestó en el Congreso que la Guerra Civil fue «un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia». Una ocurrencia carente de todo rigor histórico, impropia de un dirigente que se tiene como demócrata, pues rompe el binomio inescindible en un sistema democrático entre democracia y legalidad. La Guerra Civil la provocó el golpe de Estado militar contra la República, que era una democracia con ley, y que fue destruida para imponer un sistema dictatorial sin ley legítima; pues no hay ley legítima sin democracia. No fue una ocurrencia sino una estupidez.
Ejemplo de las segundas ha sido la pronunciada con motivo de su discurso en la convención del PP, donde dentro de sus variadas propuestas para reforzar la «unidad nacional», se refería literalmente a hacer «delito la convocatoria de referéndums, la rebelión sin violencia y los indultos a los condenados por sedición». Y añadía: «recuperaremos la competencia sobre las prisiones en Cataluña y el País Vasco». Dejemos para otro momento la barbaridad jurídica que supone el mero hecho de pensar en convertir en delito el que un Gobierno legítimo conceda el indulto a condenados por sedición, y centrémonos en la segunda ocurrencia, «recuperaremos la competencia sobre prisiones». Esta propuesta muestra la concepción que tiene sobre las autonomías. La autonomía no es un derecho constitucional de las nacionalidades y regiones, sino una carta otorgada susceptible de ser modificada. El Estatuto, para éstos, no es la plasmación de ese derecho al autogobierno, fruto de un pacto político logrado en el Congreso y ratificado por los vascos en referéndum, ignorando que el verdadero título de legitimación de nuestro Estatuto reside en la voluntad de los vascos, pues si éstos no hubieran ratificado aquel proyecto, no habría Estatuto.
Por eso, la recuperación de la competencia de Prisiones o de cualquier otra es imposible sin la reforma del Estatuto y, por consiguiente, sin la ratificación expresa de los vascos en referéndum. Casado, ni en el mejor de los escenarios electorales para el PP en Euskadi, mayoría absoluta, podría modificar el Estatuto sin el visto bueno de los vascos. Pero me temo que a Casado y a sus asesores les importa poco lo que dice la ley, bien por ignorancia, bien porque siguen pensando que el autogobierno no es un derecho constitucional sino una concesión sujeta a revocación o modificación por el magnánimo concedente; es decir, el poder central.
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