«Modera, Ricardo. Un día te van a pegar un tiro y nadie va a saber de dónde viene. Es lo peor que puedes hacer, asomar en todos los frentes». Son palabras de un comisario a Ricardo Arques, maestro de periodistas y actor protagonista en la investigación que puso al descubierto la trama de los GAL allá por los años 80, las catacumbas de la información para una profesión cada vez más pegada al momento y donde la labor que exige semanas e incluso meses de ardua tarea de zapa cada vez resulta más extraña. Hoy se ha conocido la noticia de su muerte y con él desaparece de escena uno de esos periodistas de raza que permitió poner en perspectiva lo que con el tiempo se conocería como las cloacas del Estado.
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Ricardo Arques nació en Santoña en 1959. Estudio Periodismo en la UPV y comenzó su carrera profesional en ELCORREO, 'La Gaceta del Norte' y 'Deia', donde saltaba de las áreas de Local a Política con la destreza de un todoterreno, labores todas ellas que alternó con la corresponsalía para cabeceras nacionales como el 'Abc' o la agencia de noticias Europa Press. Su compromiso más largo, y el que le llevaría a convertirse en referente de la profesión, llegaría sin embargo de la mano de 'Diario 16', donde se significó como periodista de investigación, faceta en la que por aquel entonces pocos se habían sumergido y menos aún en un escenario tan comprometido como el de los años del plomo, ese periodo sórdido durante el que ETA sacudió los cimientos de Estado de Derecho y se llevó por delante centenares de vidas.
La respuesta por parte de los poderes establecidos tardó en llegar, pero cuando lo hizo fue con una brutalidad equiparable a la del cáncer que pretendía atajar. El GAL, formado por mercenarios no solo españoles sino también portugueses y franceses y al que se atribuye una treintena de asesinatos, fue una organización igualmente terrorista, pero financiada con fondos reservados y en la que estuvieron implicados miembros de las fuerzas de seguridad del Estado. Una red armada cuya deriva ignoró la legalidad con la excusa del mal menor y puso en entredicho la legitimidad de un gobierno, llegando a incluso a conducir a la cárcel a un ministro de Interior, José Barrionuevo, y a Rafael Vera, a la sazón secretario de Estado para la Seguridad.
Arques, también redactor jefe de investigación del diario 'El Mundo', fue el encargado de desvelar quién era José Amedo, el lugarteniente de policía encargado del reclutamiento, o Michel Domínguez, que acabarían siendo condenados a 108 años de cárcel cada uno por sus acciones con los GAL. La base de la guerra sucia que culminaría años más tarde con el sumario 1/88 de los GAL instruido por el juez Baltasar Garzón. De aquellos tiempos data la entente entre Arques y Melchor Miralles, con quien escribió el libro 'Amedo, el Estado contra ETA'. Una entente que acabó como el rosario de la aurora, con el primero lanzando agrias acusaciones contra Miralles por lo que aquel denominaba «su obsesiva intención de difuminar su trabajo para apropiárselo como suyo», como señaló en un artículo publicado en 'El Español' en noviembre de 2023 bajo el título de 'La patología del embustero'.
Sea como fuere, y después de haber flirteado con las amenazas que le llegaban de uno y otro bando, Ricardo Arqués acabó cambiando de horizontes y marchó a Latinoamérica, donde estuvo trabajando veinte años, la mayor parte de ellos vinculado al rotativo ecuatoriano 'Expreso', de Guayaquil. Lo recordaba ayer otro periodista, el fotógrafo sestaotarra Fidel Raso, premio Manu Leguineche, cuya amistad se remonta a los tiempos de Diario 16, cuando compartían sospechas y pesquisas en la redacción. Así lo atestigua una fotografía de ellos dos con José María Irujo, publicada en el libro de Raso 'Crónica de treinte años en primera línea', momentos antes de salir de estampida para investigar una abadía francesa en la que se había refugiado el etarra Txistu.
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Historias, todas ellas, que no por antiguas merecen caer en el olvido. Ricardo Arques ha hecho mutis por el foro con apenas 64 años, en Santander, la tierra que le vio nacer. Su despedida tendrá lugar mañana viernes a las seis de la tarde en la iglesia de Escalante.
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