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S. O.
Lunes, 15 de enero 2024, 12:16
Referente de la lucha obrera, Anita Sirgo ha fallecido a los 93 años. Dentro de cinco días cumpliría 94. Pero su corazón no quiso llegar hasta esa fecha. Ana Sirgo Suárez, nacida en Lada (Langreo) en 1930, conocida como Anita Sirgo, ha muerto en la madrugada de este lunes, tal y como informa El Comercio.
Con ella se va una histórica comunista, referente de la lucha obrera y de la lucha contra el fascismo, al que combatió desde la clandestinidad en los años de la dictadura.Anita Sirgo forma parte de ese elenco de históricos dirigentes comunistas que lucharon incansablemente para que España recuperara las libertades democráticas. Nació en el seno de una familia minera, muy comprometida con el comunismo, en Lada en 1930. Al término de la Guerra Civil, su padre formó parte de la resistencia y huyó al monte como miembro de una guerrilla. Su madre fue presa en la cárcel de Arnao. Anita Sirgo fue recogida por unos familiares de Andrín, en el concejo de Llanes, y cuando tenía 12 años fue detenida por la Guardia Civil junto con otros familiares suyos por pertenecer, como ella misma reconoció en varias intervenciones, a una familia de «rojos».
La conciencia de clase y de lucha antifascista siempre acompañó a Anita Sirgo. En 1950 contrajo matrimonio con Alfonso Braña Castaño, minero en el pozo Fondón. Ambos comenzaron a participar de forma intensa en la vida interna del Partido Comunista de España (PCE), entonces en la clandestinidad.
Anita Sirgo fue una figura clave de la lucha antifranquista y del movimiento obrero en la Asturias de la dictadura. Especialmente en 1962, durante la Huelgona. Un mes después de que comenzara la histórica huelga de los mineros se veía que podía ir abocada al fracaso, con mineros planteándose retomar el trabajo. Entonces, las mujeres de los mineros se organizaron para apoyar de forma más activa a sus maridos y familiares, organizando piquetes que impidieron acceder a las minas a los que no quisieron secundar la huelga. La histórica dirigente comunista, junto con otras destacadas activistas, como Tina Pérez o Celestina Marrón, se encargó de coordinar grupos de acción para, recolectar ayuda en forma de alimentos, transmitir mensajes a los mineros en huelga o repartir pasquines.
Ese mismo año, con la Huelgona activa, Anita Sirgo participó junto a otras cuarenta mujeres en el encierro en la catedral de Oviedo. Su principio de no violencia sirvió para que el conflicto tuviera el eco necesario en el resto de España y fuera del país. Precisamente, una vez que comprobaron que en países como Francia o Bélgica se organizaban huelgas en solidaridad con los mineros asturianos decidieron finalizar el encierro.Su papel activo en la Huelgona, una vez finalizada, trajo consigo las represalias del régimen franquista.
Fue encarcelada y, según ella misma relató, torturada. Tras salir de prisión, Anita Sirgo se exilió a París, donde coincidió con otros camaradas, entre ellos el histórico líder del PCE, el asturiano Santiago Carrillo. Anita Sirgo no había ido a la escuela y en su exilio en la capital francesa aprovechó para aprender a leer y escribir. Su salida a Francia llevó a las autoridades españolas a declararla en busca y captura. Sin embargo, su naturaleza combativa le llevó a regresar a España en 1966 para continuar con la lucha obrera y captar colaboradores del PCE. En Asturias, tras ser identificada, fue de nuevo encarcelada por «causas militares». En el penal permaneció cuatro meses.
Anita Sirgo continúo su lucha obrera hasta la caída del franquismo, cuando dio paso a nuevas generaciones de comunistas. Sin embargo su compromiso con los ideales de la izquierda, libertad y justicia social se han mantenido intactos hasta su fallecimiento. En 2013 fue una de las firmantes de la denuncia contra los crímenes del franquismo investigados por la jueza argentina María Romilda Servini. Al año siguiente participó en el Tren de la Libertad y las Marchas de la dignidad, organizadas por el movimiento feminista contra la ley que el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, impulsaba para endurecer el aborto. El éxito de estas movilizaciones obligó al ministro a dimitir.
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