El «modelo vasco de acogida» frente a la línea dura que busca Junts

Desde el Gobierno vasco se ha venido recalcando que «lo que está encima de la mesa es la posibilidad de que Euskadi gestione una de las fases del sistema estatal de acogida». Es decir, el flujo de inmigrantes o la decisión de si pueden seguir o no en el territorio seguiría en manos del Ejecutivo central. Lo que harían las administraciones vascas -de hecho, según el Gobierno vasco «de facto» ya se está haciendo- es establecer los itinerarios y levantar las instalaciones adecuadas para que los extranjeros que llegan a Euskadi en situación de vulnerabilidad y con escasos recursos puedan integrarse de forma adecuada.

Lo que viene a denominarse «modelo vasco de acogida», un concepto que Lakua defendió hace justo un año cuando estalló una guerra política con Madrid a raíz de la construcción de un centro para refugiados en Vitoria. Las instalaciones están en obras y se prevé que acojan a alrededor de 350 personas. El Gobierno vasco rechazaba su apertura al considerar que podría convertirse en un «gueto» y apostaba por centros más pequeños.

La apuesta de Junts es otra muy diferente. Como recalcaron ayer tanto Laura Borrás como Jordi Turull, el objetivo es endurecer las políticas de inmigración: expulsar a los inmigrantes en situación irregular que sean reincidentes, fijar las cuotas por autonomías... El Gobierno de Sánchez se apresuró a rebajar las expectativas de Junts.