Mikel Torres, el referente socialista en el Gobierno

En una política caracterizada por los golpes de efecto, los mensajes rápidos en redes sociales, la búsqueda de la polarización e incluso los comentarios de brocha gorda, Torres ofrece justo lo contrario. Poco amigo de las declaraciones altisonantes y los titulares de impacto, se ha esforzado siempre por la búsqueda de los acuerdos entre diferentes y los consensos. «Dialogar para avanzar», repite como un mantra. Hace solo unos meses aprobó los presupuestos municipales tras pactar con todos los grupos. No tuvo votos en contra. Y eso teniendo mayoría absoluta.

Un talante que ha sido premiado en Portugalete a lo largo de los últimos años. Llegó a la Alcaldía en 2008, a mitad de legislatura, para reemplazar a otro histórico, Mikel Cabieces. Su primera cita con las urnas fue en 2011; sacó 8.500 votos con un 36% de respaldo. En las elecciones del año pasado fueron 9.600 papeletas y un 46% de apoyo en una villa de la que le va a costar salir. Unos datos que, en todo caso, no explican –o al menos no completamente– por qué Torres se ha convertido en vicelehendakari.

Nacido en Portugalete en 1970 –el próximo 20 de julio cumplirá 54 años–, procede de una familia vinculada históricamente con el PSOE y la UGT, con vínculos extremeños y zamoranos. Aficionado al monte, al pádel y al fútbol, y definido por sus más cercanos como «muy cabezón y buena persona», todos los veranos se desplaza unos días a la localidad pacense de Monterrubio a desconectar. Se licenció en Empresariales por Sarriko, eligió la especialidad de Personal y Recursos Humanos. Tiene dos doctorados en Economía vinculados con la Unión Europea y las políticas internacionales. Entre 2001 y 2008 fue profesor de la UPV en el Departamento de Economía Financiera.

Esa experiencia le valdrá para su nuevo puesto. Torres será el encargado de analizar los datos macroeconómicos de Euskadi, fijar las líneas estratégicas a futuro... Una área que no es nueva para los socialistas. Ya la ocuparon a finales de los ochenta Milagros García Crespo y Luis Atienza, y a finales de los noventa Ramón Jáuregui. Compatibilizará esa responsabilidad con la de Empleo y Trabajo, una tarea que ha desempeñado en la última legislatura Idoia Mendia, a la que también relevará como lehendakari.

A los 14 ya había ingresado en las Juventudes del partido y solo una década después ya estaba considerada como una de las personas con más futuro dentro del socialismo vasco. Fue esa época cuando se estrecharon unos lazos que se mantienen unidos hasta ahora. Ahí conoció a otro joven nacido en Eibar, también de la cosecha del 70: Miguel Ángel Morales, actual secretario de Organización del PSE-EE, al que le une una profunda amistad que perdura treinta años y que trasciende lo político.

De aquella organización que Torres lideró entre 1995 y 2000 nació un grupo, casi una cuadrilla, que se fue haciendo con el control del partido. Surgieron unos vínculos intergeneracionales. Eneko Andueza, Morales y Torres forman una estructura bien engrasada. A su profunda amistad con el actual secretario de Organización se une la que tiene con otros dos referentes del PSE: Patxi López y Eduardo Madina. El atentado que sufrió en 2002 este último cuando era dirigente de Juventudes fue uno de los momentos más duros por los que atravesó Torres y siempre ha sido una de las personas de la máxima confianza del que fuera lehendakari. De hecho, fue su jefe de gabinete antes de que López llegase a Ajuria Enea. Entonces ya se especuló con que daría el salto a ese primer gobierno socialista, pero la hoja de ruta que tenían diseñada los dirigentes del PSE iba por otro camino.

Fue ese carácter dialogante -dentro del partido es imposible encontrar a alguien que hable mal de él y hasta sus adversarios le reconocen esa capacidad para acercar posturas y flexibilidad- el que le permitió ejercer de mediador cuando sus dos amigos compitieron por suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba. Con un PSE tensionado, él trataba de rebajar la presión. Ahí también demostró su firmeza. Cuando López se apartó y la mayoría del PSE apostó por apoyar a un desconocido Pedro Sánchez, Torres defendió con vehemencia que él respaldaría a su amigo Madina. Por encima de todo, una lealtad a sus principios, a sus ideales y a unas siglas. Meses después fue elegido líder del PSE vizcaíno, un buque complicado de pilotar al que también ha llevado a buen puerto. No solo ha logrado retener sus feudos, sino que ha aprovechado el viento de cola para recuperar alcaldías como las de Muskiz y Trapaga.

La entrada de Torres en el Gobierno no solo da tranquilidad a Eneko Andueza, al que le une una estrecha relación. También a Pradales. Ambos se conocen bien. No solo porque el nuevo lehendakari reside en Portugalete desde hace años (también lo hace Andueza), sino porque ambos han compartido espacio político en las Juntas y a nivel institucional. Su relación es cordial y fluida. Una nueva generación.