«Llega tarde, pero se agradece el homenaje»
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El Gobierno vasco entrega hoy a 11 familias los cuadernos de la memoria, unos dosieres que intentan paliar el vacío de los casos de ETA no resueltosHoy se entregan nuevos cuadernos de la memoria. Es una iniciativa del Gobierno vasco para paliar, al menos en parte, el silencio que ahoga a los familiares con casos de terrorismo no resueltos. A falta de una verdad judicial, con la mayor parte de los ... hechos ya prescritos, se busca entregar a las familias un dosier con documentación del atentado, recortes de la época y fragmentos del sumario. La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa, se lo entregará hoy a 11 familiares en el palacio Villa Suso de Vitoria.
Adeli Becerra Hermana de Joaquín Becerra, asesinado por ETA en 1980
Aquella noche del 2 de julio de 1980 Adeli Becerra estaba atendiendo el bar que la familia regentaba en Amurrio. Pasadas las diez de la noche, un par de hombres pidieron dos cubatas. No eran de la zona. Hablaron de unas fiestas patronales que se celebraban cerca por aquellos días y compraron tabaco. Cuando se marcharon, Adeli cerró el bar, que tenía una puerta al exterior y otra hacia el domicilio familiar. «Volvieron a llamar poco después. Me contaron que habían golpeado, sin querer, el coche de mi hermano. Y me pidieron que saliera», explica. El vehículo casi no tenía daños y ella no quería despertar a su hermano, Joaquín Becerra, que estaba ya dormido en la casa. Ellos insistieron.
«Joaquín juró, como buen andaluz, cuando le desperté. Y luego bajó», recuerda. Lo siguiente que recuerda Adeli es la voz de su marido preguntando si alguien estaba tirando cohetes. «¡Son tiros!», gritó ella, antes de salir corriendo hacia su hermano, que yacía en manos de su madre junto al coche. Había recibido siete disparos a bocajarro. ETA acababa de matarle -murió en el acto- y en los siguientes días difundiría el rumor de que era un confidente de la Policía.
Adeli corrió a un bar cercano para pedir ayuda. Logró anotar la matrícula del coche en el que huyeron los etarras. No sirvió de nada. Cuarenta años después, no se sabe nada de los autores materiales, salvo que eran dos, con un tercero que hacía de conductor.
Las heridas de algo así reaparecen cuando uno menos se lo espera. «En el atentado, estaba embarazada de mi primer hijo. Tengo tres hijos y cinco nietos. No he parado en toda mi vida. Al jubilarme, empecé a encontrarme fatal. Fui al médico y me explicó que he tenido todo esto retenido durante todo este tiempo», confiesa. «Es un poco tarde pero me alegro de que nos den estos cuadernos. Es bueno», agradece.
José Ignacio Ustaran Hijo de José Ignacio Ustaran Ramírez
Habla José Ignacio Ustaran del lunes de finales de septiembre de 1980 en que ETA asesinó a su padre, que tenía su mismo nombre. «Yo estaba estudiando en casa y mi padre, que era perito automovilístico, tenía allí su oficina. Entraron dos chicos y una chica. Sacaron las armas. Me mandaron a la cocina, con mi madre y mis hermanas». La progenitora era concejala de UCD en Vitoria y su padre miembro de la ejecutiva. «Mi madre les gritaba que la llevaran a ella, que ella era la concejala», se duele. Cuando iba para la cocina, él recuerda que su padre le miró, por última vez. Luego, se lo llevaron.
La búsqueda acabó mal. «Poco antes de las doce de la noche, un grito de mi madre. Ahí supe que mi padre había muerto. Nunca lo olvidaré», revela. José Ignacio agradece el gesto del cuaderno porque «me reconcilia con un País Vasco donde nací y que era un lugar muy oscuro y que estuvo muy callado mucho tiempo».
Ruth Doval Hija de Juan de Dios Doval, asesinado por ETA en 1980
Ruth Doval tenía cuatro años, casi cinco, cuando ETA mató a su padre, el dirigente de la UCD Juan de Dios Doval. «Tengo recuerdos, pocos. Sé que le enterraron en Ezcaray y le velaron en la UPV, donde era profesor. Y que mi madre me lo contó, no el día que pasó, sino unos días después», explica Ruth. «Ahí se te cae el mundo. No recuerdo nada del año y medio siguiente», revela.
En su casa «nunca fue un tabú» el asesinato de su padre. En este caso sí hubo un juicio, pero los acusados resultaron absueltos por falta de pruebas. Uno de ellos fue condenado por otros hechos y excarcelado en la amnistía. «El primer homenaje al que nos invitaron fue en 2003. Mi madre murió sin ver ninguno, diez años antes. Fue convocado por Odón Elorza en San Sebastián, de donde es la familia. Luego le pusieron su nombre a la sala de vistas de la UPV, que también lo agradecimos. Y una placa en la calle. Echo en falta que se cuente lo que fue ETA de verdad y que algún partido condene todo aquello».
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