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Los atentados por los que ayer fueron homenajeados los cuatro agentes se cometieron con el mismo método: atacar a los ertzainas tras haberles atraído a un punto con un engaño. ETA lo utilizó en varias ocasiones a lo largo de su trayectoria. También los grupos ... vinculados con la kale borroka. Era una forma de extender el miedo, de que la Policía autonómica no se sintiese segura en ningún lugar ni ante cualquier llamada. Todo aviso ciudadano podía esconder una emboscada.
Y eso fue lo que sucedió el 14 de septiembre de 2003 en el alto de Herrera. Los terroristas llamaron al 112 haciéndose pasar por los pasajeros de un automóvil que habían sufrido un accidente tras chocar contra un jabalí. Las patrullas fueron acribilladas nada más llegar. Solo la fortuna y el chaleco antibalas que llevaba uno de los agentes evitaron que el atentado tuviera éxito. Sin embargo, uno de los terroristas recibió un tiro en la femoral y murió desangrado.
Se trataba de Arkaitz Otazua, un veinteañero que acababa de terminar una carrera universitaria. Su cadáver fue encontrado al día siguiente a unos treinta metros del lugar en el que se produjo el atentado. Sobre la figura de Otazua la banda terrorista y la izquierda abertzale trató de construir su propio relato. Alentaron teorías falsas sobre cómo se había producido la muerte y elogiaron su figura. Solo siete días después de la emboscada, Arnaldo Otegi pedía «respeto» para el terrorista fallecido, porque «ha sido capaz de jugarse la vida por lo que cree que es el camino más adecuado para liberar este país». También afirmaba: «La izquierda abertzale tiene un puño de hierro para todos aquellos que pretendan volver a someter a este país». Los otros dos etarras implicados en el atentado de Herrera, Asier Mardones y Josune Oña, fueron detenidos en julio de 2004 en Urkiola.
Menos suerte que los agentes de Herrera tuvo Iñaki Totorika. El ertzaina falleció en marzo de 2001 tras explotar una bomba que había sido colocada en un coche que había sido cruzado en mitad de la calzada durante unas algaradas en Hernani. Cuando el agente y su compañero acudieron a retirarlo, explotaron quince kilos de dinamita. 2001 fue uno de los años más complicados para la ertzaintza. Solo unos meses después fue asesinado el subcomisario Mikel Uribe al ser ametrallado cuando acudía a cenar a una sociedad en el municipio guipuzcoano de Leaburu. El 20 de noviembre se produjo el atentado del parque de Etxebarria. Los ertzainas denunciaron sentirse «indefensos» ante la ofensiva terrorista. Tres días después ETA asesinaba a los agentes Javier Mijangos y Ana Isabel Arostegi mientras regulaban el tráfico en Beasain.
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