A. GONZÁLEZ EGAÑA
Miércoles, 18 de enero 2023, 08:44
«Jose y yo compartíamos una cosa que era buenísima: que aparte de ser hermanos, éramos amigos». A Óscar Santamaría Vaqueriza se le llenan los ojos de lágrimas cuando rememora con esas palabras a su hermano José Antonio Santamaría, el exfutbolista de la Real Sociedad ... y empresario donostiarra asesinado por ETA el 19 de enero de 1993 en la sociedad Gaztelupe de la Parte Vieja de San Sebastián. El menor de la saga habla por primera vez en una entrevista de la tragedia que vivió aquella noche cuando cenaba «codo con codo» con su hermano Jose, como le llamaban en casa. «Sonó un disparo y mi hermano cayó sobre la mesa en un charco de sangre. Le acababan de pegar un tiro en la cabeza», relata Santamaría mientras comparte que «el vacío que deja alguien que se va de esa manera es irremplazable». José Antonio Santamaría tenía 47 años, estaba casado y era padre de tres hijos. Había nacido en plena Parte Vieja donostiarra, en el número 31 de la calle 31 de Agosto, era hijo de Pepe, sastre de profesión, y María Ángeles, 'Angelita', ama de casa, y tenía tres hermanos, Koro, la mayor, Beatriz y Óscar, el benjamín.
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-Estos días en que suenan los tambores por cada rincón de la ciudad serán difíciles y emotivos para usted, sobre todo la víspera de San Sebastián...
-Si no hablo de ello, es un día como otro, luego está dentro de mí esa sensación que tengo, que oigo una tamborrada y me vienen a la cabeza recuerdos que me hacen revivir el momento más amargo de mi vida. Escuchar esos tambores emociona y me digo con una pena enorme: '¿…todavía estás ahí?'.
- Este viernes se cumplirán justamente 30 años de aquella noche del 19 de enero cuando ETA asesinó a su hermano. ¿Cómo comenzó ese día?
-Hicimos como siempre, primero fuimos al gimnasio, a sudar. Luego, como Jose era propietario del Basque, nos acercamos a tomar algo. Allí, llamaron por teléfono: '¿Está Santamaría...?'. Creo que la persona que llamó lo que quería era confirmar que estaba en Donosti. De ahí nos fuimos a la Parte Vieja a cenar. Como todos los años acudimos a la sociedad Gaztelupe a festejar el día de San Sebastián. Y pasó lo que pasó.
- ¿Cómo recuerda el momento del asesinato?
-Eran poco antes de las once y media de la noche cuando entraron dos personas vestidas de tamborreros, miraron disimuladamente y se fueron. Después entró el otro terrorista, el que le asesinó, también con gorro de tamborrero. Los otros dos, yo creo que le esperaron en el portal contiguo que da acceso a la sociedad. Cenábamos codo con codo, sonó un disparo, algo metálico, y mi hermano cayó sobre la mesa en un charco de sangre. Le habían dado un tiro en la cabeza. Lo único que recuerdo es salir corriendo detrás de alguien y no ver más que gente, gente y gente... Eran todos iguales. Una confusión total. No sabía para dónde tirar si para la derecha o la izquierda... solo pensaba que tenía que coger al que acababa de cometer ese crimen. A partir de ahí se suceden todas las escenas...
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- ¿Pensó que podía ser un terrorista de ETA?
-Bueno, eran los únicos que verdaderamente podían pegarle un tiro. No tenía ningún enemigo.
- ¿Cómo reaccionaron el resto de comensales?
-En ese momento estábamos ya de tertulia, tomando la copa. Mi hermano estaba fumando un puro, un Montecristo. De hecho lo cogimos después del atentado y lo dejamos como recuerdo en casa. ¿Los demás comensales? Algunos decían: 'No puede ser, no puede ser', otros ni reaccionaban de la impresión. Lo que recuerdo es que mi hermano quedó tendido sobre la mesa y nadie le movió hasta que llegó el forense, alguien le tapó con un mantel blanco que enseguida se tiñó de sangre.
- ¿Cómo se enteraron en su casa del atentado?
-Se lo dije yo. Fui yo quien subió a casa.
- ¿Cómo se da semejante noticia?
-Le dije a mi madre: 'Que a Jose le han matado, le han pegado un tiro...'. En ese momento en mi casa se desató la histeria, abrimos las ventanas... Una locura...
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- ¿A partir de ese día cómo fue la vida de su madre?
-Mi ama lo pasó muy mal, tuvo que empezar a tomar pastillas para dormir. Se había quedado viuda cuando yo tenía 13 años. Y en aquel momento, el dolor por el asesinato de mi hermano le destrozó. Salió adelante porque siempre fue una mujer muy dura. Como buena Vaqueriza era muy fuerte, tuvo siempre una salud de hierro. Murió con 92 años de un ictus.
- ¿Con el tiempo pudo volver a Gaztelupe?
-Costó... Más de un año. Era un sitio al que acudíamos no solo por San Sebastián sino que estábamos allí todo el año. Yo no era socio pero entraba y salía con total normalidad. Allí hacíamos comidas y cenas con la cuadrilla. Volver al lugar donde se te ha roto la vida no fue fácil, pero quería pasar esa página del dolor que supone regresar a ese escenario. Porque lo 'picaron', lo mataron donde lo mataron, en la fecha que eligieron y de la manerae en que lo hicieron. Son un montón de circunstancias... ¡El que pensó hacerlo así, qué 'hijo puta' fue! Sabía la repercusión que tenía que fuera un 19 de enero, una víspera de San Sebastián cuando todo el mundo está de fiesta. En medio de todo ese alboroto festivo, de repente unas personas decidieron que su vida había llegado a su fin. Terrible.
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- ¿Su hermano y usted estaban muy unidos?
-Sí. Compartíamos una cosa que era buenísima: que aparte de ser hermanos.... (se emociona), éramos amigos. Yo iba al Eguzki y estaba con él, iba a cualquier otro sitio y también estaba con él... Éramos una cuadrilla de personas mayores, y yo, el más joven de todos. Jose me llevaba 15 años. Crecí con ellos... Cuando rememoro esto se me calienta la sangre y me emociono. El vacío que te deja una persona cuando se va de esa manera es irremplazable, no lo llenan ni los amigos ni la familia ni nada de nada. Lo pensé siempre y lo mantengo 30 años después de la Tamborrada más dolorosa.
- Aquella noche, a pesar de que se acababa de cometer un asesinato la fiesta continuó en la calle. ¿Le molestó a usted?
-Nunca me molestó, la verdad.
- El entonces alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, reconoció públicamente en 2016 en un debate público sobre la memoria de la violencia que la decisión de no suspender la Tamborrada fue un error. «No tuve el valor ni las condiciones ni los apoyos para suspenderla cuando hacía media hora habían asesinado a un hombre en la calle contigua a la plaza de la Constitución», expresó.
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-Yo creo que parar la fiesta, le hubiera traído consecuencias, seguro que políticas y de otro tipo, siendo el alcalde de San Sebastián y además en esos años.
- ¿Cómo le gustaría que le recordaran a su hermano?
-Fue una persona que hacía todo lo que podía por el que tenía a su lado. No se olvidaba de aquellos amigos que había tenido en la niñez. No le decía a nadie que no. Era una persona a la que le gustaban mucho las tradiciones. En el fútbol le apodaron 'Tigre' por su garra en el campo. Cuando dejó el fútbol se fue al mundo de la noche, a las discotecas, a la hostelería y le salió bien el negocio.
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- ¿Tras el atentado sufrió algún tipo de rechazo en su barrio, la Parte Vieja?
-No. Tampoco me interesaba lo que pensaban o no.
- ¿Cree que es necesario mantener la memoria para que no se vuelva a repetir tanto sufrimiento?
-Creo que no se repetirá porque la vida social y política ha cambiado muchísimo.
- ¿Les han propuesto desde el Ayuntamiento la posibilidad de colocar una placa en memoria de su hermano?
-En su día -por iniciativa de Covite- se puso una placa en la fachada, pero la pintaron... Y al final la retiraron... No sé si ahora nos dirán algo.
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- Como tantas víctimas del terrorismo, usted se habrá hecho la pregunta de por qué ETA decidió asesinar a su hermano...
-Por envidia, envidia total. Sí, pura envidia. No puedo entender cómo truncaron la vida de una persona que había empezado desde abajo, habiendo nacido en la calle 31 de Agosto, en el número 31, y que llegó donde llegó. Nunca, nunca lo entenderé, nunca. Solo pudo ocurrir algo así porque alguien que estaba hundido en la mierda y que no le gustaba lo que hacía, se lo hizo saber destrozándole la vida. No hay otra explicación.
Tras los terroristas «Lo único que recuerdo es salir a la calle corriendo detrás de alguien y no ver más que gente y gente. Eran todos iguales»
En plena tertulia «Jose estaba fumando un puro, un Montecristo. De hecho lo cogimos después del atentado y lo dejamos como recuerdo en casa»
La tamborrada «La verdad es que nunca me molestó que tras el asesinato la fiesta siguiera en la calle»
Su carácter «Mi hermano no se olvidaba de aquellos amigos que había tenido en la niñez. No le decía que no a nadie»
Los etarras «Alguna vez me he cruzado con Valentín Lasarte, pero nunca he querido saber nada de esas personas, ni decirles nada»
- ¿Hablaban alguna vez de ETA?
-No.
- ¿No temía que pudiera pasarle algo?
-Nunca. Era un confiado.
- Al día siguiente del atentado, la viuda de su hermano José Antonio, Beatriz Lasa, denunció que ETA no solo asesinó a su marido, sino que además «buscaba amparar el horror cometido bajo odiosas acusaciones de narcotráfico, falsas hasta el infinito». ¿Le gustaría decir algo sobre ese tema?
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-Yo que soy su hermano puedo decir la verdad, nunca tocó las drogas, nunca, nunca. Él no tenía nada que ver con todo eso que decían. Se fue a Ibiza, montó la discoteca Ku, era muy bueno en lo suyo y vivió en diez años lo que se vive en cien. Todo lo que se dijo contra él era falso... ¿De qué le querían culpar? Era una persona de a pie, que le salieron bien las cosas. Un medio de comunicación le puso en el disparadero, pero siempre he pensado, dentro de mi humilde conocimiento de lo ocurrido, que detrás de ese periódico estaban las armas, los ejecutores, los de las pistolas. Y si a una persona le pones en el disparadero, le estás señalando con el dedo.
- Por el asesinato de su hermano fueron condenados los etarras Juan Antonio Olarra Guridi y Valentín Lasarte. El tercer terrorista, José María Igerategi murió en 1994. Lasarte salió de prisión y vive en Donostia, ¿se ha cruzado alguna vez con él por la Parte Vieja y ha querido decirle algo?
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-Alguna vez me lo he cruzado, pero nunca he querido saber nada de esas personas, ni decirles nada, nada, nada...
El atentado tuvo lugar el 19 de enero de 1993 en la sociedad Gaztelupe ubicada en la emblemática 31 de Agosto, la misma calle en la que vivía la familia. El exjugador de la Real y empresario donostiarra disfrutaba de la tertulia con sus amigos después de haber cenado el tradicional menú de la víspera de la Tamborrada, angulas y solomillo. Eran las 11.30 de la noche cuando entraron en el local dos jóvenes vestidos de blanco y azul, lo que no hizo sospechar a los presentes. Nadie podía esperar que un tercer etarra entrara después para cometer un atentado en uno de los templos del donostiarrismo y mucho menos en una fecha tan singular. Habían matado al 'Tigre' Santamaría. El etarra autor del crimen, Juan Antonio Olarra Guridi, disparó un único tiro a la cabeza y Santamaría falleció en el acto. Nadie movió su cuerpo sin vida que quedó desplomado sobre la mesa. Solo lo taparon con un mantel. Una ambulancia llegó poco después, pero los sanitarios no pudieron más que certificar su muerte. Los efectivos policiales acordonaron las inmediaciones de Gaztelupe y no se permitió salir a nadie hasta pasados cuarenta y cinco minutos. La Tamborrada no se suspendió.
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