![«La respuesta de la resistencia del periodismo ante ETA fue la dignidad y he querido homenajearla»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202211/07/media/cortadas/aulestia7-kYY-U180622026393OKE-1248x770@El%20Correo.jpg)
![«La respuesta de la resistencia del periodismo ante ETA fue la dignidad y he querido homenajearla»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202211/07/media/cortadas/aulestia7-kYY-U180622026393OKE-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Kepa Aulestia presenta hoy a las 19.00 horas en el Bizkaia Aretoa 'ETA contra la Prensa. Qué significó resistir'. El exsecretario general de EE y analista político de EL CORREO estará acompañado por su antiguo compañero en este diario Pedro Ontoso y Eva Domaika, ... periodista de la Cadena Ser.
- ¿Cuándo comienza el acoso de ETA a la Prensa?
- Desde 1967 o 1968 hay atentados, pero un acoso sistemático, concebido con una intencionalidad determinada y organizado, comenzaría en torno a 1994. Ahí aparecen los primeros listados. Había habido señalamientos previos, pero en ese momento la Policía se lo comunica a los señalados.
- Remarca en el libro que primero vinieron los ataques y luego las palabras.
- Sí, eso es una constante en ETA y también en el terrorismo yihadista, que prácticamente no necesita reivindicar. ETA lo hace días después, incluso semanas, meses en algún caso. La reivindicación tenía que ver con los efectos que había causado. ETA actuaba y captaba las reacciones, tanto por parte de la víctima como de la sociedad. Modulaba las palabras tras ver las reacciones.
- ¿Qué diferencias hay entre la presión de ETA a la Prensa y la de otros grupos terroristas?
- La diferencia es que aquí se trató de establecer un sistema de coacción, presión y eliminación física. En los casos que he podido seguir, como el IRA y Baader-Meinhof, había vínculos con los medios. Lo señalo como un guiño a la dualidad.
- Esa dualidad sobre la que pivota todo el libro.
- Esos dos mundos que han coexistido y coexisten en Euskadi. Ha habido profesores universitarios, investigadores académicos, que han coincidido, de 'pé a pá', con los planteamientos de ETA y la izquierda abertzale para identificar a los medios como agentes del conflicto. Los terroristas en Euskadi no se sienten muy lejanos a la discusión e incluso a la competencia periodística. ETA no se siente lejana a la divisoria entre los medios afines o comprensivos con ella y el resto.
- Póngame algún ejemplo.
- Cuando alguien piensa en acabar con 'El Diario Vasco', ese alguien también está pensando en el mercado de medios en Gipuzkoa. No hay documentos o constatación escrita, pero la inquina responde también a esa pulsión. Sin duda. No podemos ser ingenuos. Existía esa divisoria. No es que los medios afines no condenasen el asesinato de Santi Oleaga, sino que eran potenciales beneficiarios del seísmo que se habría producido si hubieran conseguido acabar con 'El Diario Vasco'.
- ¿Faltaba un capítulo sobre la Prensa en el relato del terror?
- Al empezar este libro, pensé: se han contado cosas. ¿Qué falta por escribir? Quizá lo que el victimario pensaba, sus motivaciones y pulsiones. Sobre las víctimas está más testimoniado. Faltaba la teorización. Hablar de la divisoria y los teóricos, como Petxo Idoiaga y Ramírez de la Piscina, que redactaron un estudio llamado 'Al filo de la (in)comunicación' y un par de artículos académicos que son el basamento teórico del acoso a la Prensa: la tesis de que periodistas y medios son agentes del conflicto y, por tanto, susceptibles de caer. Es algo que quería denunciar.
- Se da la coincidencia de que, cuando ETA más aprieta a los medios, arranca su final.
- Cuando Soledad Iparraguirre y 'Antza' deciden apretar a fondo y abrir, con esa denominación, 'el frente de los medios', es cuando la propia organización empieza a descalabrarse. Esa es la gran contradicción. Falla la capacidad operativa en Francia y se les detiene casi antes de actuar. ETA mantiene, además, una relación ambivalente con los medios.
- ¿En qué sentido?
- ETA necesita de los medios para estar presente y necesita que los medios especulen. Que le dediquen espacio y tiempo.
- ¿Cree que los medios dedicaron, en aquel tiempo, demasiado esfuerzo a saber qué se movía dentro de ETA?
- Sí, era inevitable. Veíamos saltos cualitativos, interpretábamos lo que hacía en cada atentado. Era un juego en el que ETA se sentía cómoda. ETA se acunaba en los medios. Agredía pero se acunaba. Por eso cuando se ven débiles, cuando creen que tienen que empezar a dejarlo, vuelven a necesitar a los medios. De pronto, paran ese frente. Era un acoso muy mafioso. La imagen del mafioso que va al funeral y reclama, al mismo tiempo, que se informe de lo que hace, de a quién amenaza o mata.
- ¿Cuándo llega ese parón?
- En torno a 2005 ó 2006, con las iniciativas de Zapatero.
- ¿Maneja alguna aproximación sobre cuántos periodistas estuvieron amenazados?
- Yo ahí cito a Ofa Bezunartea. Unos 300 en listas de comandos y 60 de ellos con seguimientos más detallados. Eso es un mínimo, claro, porque son los listados incautados a los comandos.
- Muchos jamás dijeron nada.
- La Policía les informaba a los periodistas directamente y tampoco les decía cuántas personas más estaban amenazadas en el periódico. Sólo conocían su caso. No se hablaba. Unos cambiaron de domicilio, se fueron a vivir fuera. Otros se iban siempre los fines de semana. Además de las escoltas, se vivía casi en la clandestinidad. En EL CORREO pudo haber ocho periodistas así.
- Y otros, con algunas medidas.
- Sí, unos quizá estuvieron al filo y no le dieron demasiada importancia y otros más en la periferia lo vivieron de forma muy angustiosa. Para eso nadie está entrenado. Ese miedo es como el mal de altura. El miedo estaba presente en las redacciones y con mucha razón. Lo importante es que ese miedo no estaba presente en el trabajo, y eso lo ves cuando lees aquellos periódicos.
- No llamar presos políticos a reclusos de ETA, mostrar el daño del terror... ¿Qué es lo que más enervaba a ETA del periodismo?
- Lo que más exaspera a ETA no son ciertas palabras en los editoriales o que se hable de las víctimas, lo que más exaspera a la banda es que el periodismo hurgue en la situación de la banda. Conocer sus debilidades o dudas. Ahí está el caso de (José María) Portell, que no se caracteriza por el uso de adjetivos, pero estaba bien informado y tenía sus contactos. Y aquello generó la inquina de ETA contra él. La dirección (de la banda) señala a los periodistas por combativos o por incisivos.
- ¿Hubiera sido deseable un plante general de la Prensa?
- No lo podemos saber ahora, pero no lo creo. Quizá hubiera generado una espiral. No sabíamos cómo estaba el otro (ETA), ahora sí sabemos que se estaba debilitando. Lo bueno fue que la tropa no flaqueó, que la situación se denunció en Madrid pero también en Bilbao. Fue una respuesta de dignidad. Y en ese sentido el libro es un homenaje, si quiere desde fuera, a la resistencia.
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