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Sara Buesa, una de las hijas del dirigente socialista asesinado por ETA, defendió este miércoles que «una verdad construida de forma interesada sobre un relato político o ideológico, sin elementos éticos y compasivos, es un fraude». Lo hizo en el vigesimotercer aniversario del asesinato de ... su padre, Fernando Buesa, y su escolta, Jorge Díez.
La hija del que fuera vicelehendakari con Ardanza, valoró que «el conjunto de la sociedad tiene una deuda con las víctimas, y un deber de reparar todo ese daño del que se fue parte o testigo». Una herida que calificó como «inmensa». Sara Buesa ofreció algunas pistas para «la búsqueda de la verdad, que es un camino que debemos recorrer con mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta. Implica conectar con el sufrimiento, el nuestro y el de alrededor, y estar dispuestos a movilizarnos para aliviarlo».
En una parte más personal, aseguró también que «el tiempo de contar y de vivir nuestro duelo es ahora». A quienes mataron a su padre «yo no les considero monstruos, ni tan siquiera enemigos» sino «personas, con vivencias distintas, con ideas profundamente equivocadas que les llevaron a deshumanizar su mirada y llegar a matar». Y zanjó: «hay un nudo en mi interior que sólo ellos podrían deshacer. Ellos llevan consigo la marca de la sangre de mi familia. Su redención para por nuestra reparación». Tras su intervención en el 'In Memoriam' de la Fundación Fernando Buesa, hubo un coloquio con los periodistas Eva Domaika y Jon Sistiaga.
Horas antes, las familias del de las dos víctimas mortales realizaron juntas una ofrenda floral en el monolito levantado en su memoria. Acudieron Marta, Carlos y Sara Buesa, los hijos del dirigente socialista, así como José Antonio Díez y Begoña Elorza, padres del escolta Jorge Díez, que murió en el mismo atentado.
A la cita anual en los Jardines de la Libertad de Vitoria acudieron numerosas personalidades, entre las que pudo verse a los vicelehendakaris Josu Erkoreka e Idoia Mendia, la presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejeria, el diputado general de Álava, Ramiro González, los consejeros Jokin Bildarratz, Iñaki Arriola y Javier Hurtado, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar y el líder de los socialistas vascos, Eneko Andueza. Políticos de todos los signos se sumaron al acto. Asistieron parlamentarios vascos de todos los partidos, sin excepción, desde Maddalen Iriarte y Julen Arzuaga (EH Bildu) a Amaya Martínez (Vox).
En la tarde del 22 de febrero del año 2000, Fernando Buesa, que ejercía de portavoz del PSE en el Parlamento vasco, salió de su domicilio en Vitoria y fue caminando, junto a su escolta Jorge Díez, en dirección a su oficina. Aquel día ETA hizo estallar a su paso un potente coche bomba que acabó con la vida de ambos. La explosión se escuchó en el Parlamento vasco y en la zona unversitaria. Una de sus hijas, Sara, escuchó la explosión y, al ver elevarse una columna de humo cerca de su casa, temió por la vida de su padre. Un pálpito funesto que no tardó en hacerse realidad. Ella misma confesó ayer que «cada 22 de febrero me asomo al abismo y respiro el vértigo». Ayer lo hizo de nuevo, 23 años después.
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