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La pugna entre PNV y EH Bildu por el espacio electoral abertzale sucede a varios niveles y se recrudecerá, a buen seguro, a medida que se acerquen las elecciones municipales y forales de mayo de 2023. Se desarrolla, sobre todo, con la política de Madrid como telón de fondo, donde la izquierda abertzale ha ido ganando protagonismo frente a Sabin Etxea como aliado preferente de Pedro Sánchez. El terreno ético y de los valores frente a décadas de terrorismo de ETA es otro de los frentes donde se libra esa batalla y los preparativos del gran homenaje de Estado a Miguel Ángel Blanco el próximo domingo en Ermua han vuelto a ponerlo de manifiesto.
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La decisión de Sortu de descolgarse del acto, que, según su interpretación, se organiza a mayor gloria «de la Monarquía y las Fuerzas Armadas españolas» -lo presidirán los Reyes e intervendrán también Pedro Sánchez, Urkullu, el alcalde de Ermua, Juan Carlos Abascal, y la hermana del edil, Marimar Blanco-, mereció el martes un tirón de orejas del Gobierno vasco. Su portavoz, Bingen Zupiria, emplazó a la formación de Arkaitz Rodríguez a «reflexionar» sobre lo que supuso el secuestro y asesinato del joven edil del PP en julio de 1997 y dar «una respuesta» a aquella «atrocidad».
Pues bien, esa respuesta llegó ayer, pero sirvió sobre todo para reabrir hostilidades entre las dos fuerzas nacionalistas, al acusar Sortu al PNV de «utilizar» a las víctimas del terrorismo para intentar «desgastar a la izquierda independentista». Los jeltzales deberían, aseguró Arkaitz Rodríguez en 'Bizkaia Irratia', «dejar de lado sus intereses políticos y electorales» y «priorizar el interés de este país». «Que no sigan utilizando este tema, ni a las víctimas, ni el tremendo sufrimiento que ha habido con objetivos políticos», pidió el también parlamentario de EH Bildu. Incluso, lanzó un dardo envenenado a la formación de Andoni Ortuzar al sugerirle que, en lugar de plantear «nuevas y añadidas exigencias» a la izquierda abertzale, sea «más autoexigente consigo mismo» y piense qué puede «aportar» a la «construcción de la convivencia» en Euskadi.
Sortu replicó al Gobierno de Iñigo Urkullu con una fecha y un lugar, la de la Declaración de Aiete del 18 de octubre de 2021, con la que la izquierda abertzale quiso conmemorar la primera década sin pistolas de la historia de Euskadi. Aquel día, recordó el secretario general de Sortu, su formación ya «hizo suyo» el dolor de las víctimas de ETA y dijo «sentirlo enormemente».
El décimo aniversario del cese definitivo de ETA sirvió a la izquierda abertzale para dar un nuevo paso en la operación de blanqueo político que le ha llevado a ocupar un papel central en la política española pese a no haber condenado los crímenes de la banda. La solemne comparecencia de Rodríguez y Arnaldo Otegi en el palacio que acogió la conferencia previa al comunicado de ETA en 2011, en la que afirmaron que la violencia etarra «nunca debió haberse producido» se vio empañada apenas unas horas más tarde, cuando EL CORREO desveló en exclusiva una charla interna de Otegi a sus bases en Eibar, en la que dejaba claro que su interés al apoyar al Gobierno de Pedro Sánchez es, fundamentalmente, lograr a medio plazo la excarcelación de los presos de ETA.
Frente a la reacción más o menos tibia de los socialistas, el PNV fue entonces el que se mostró más beligerante con EH Bildu. Ortuzar dudó abiertamente de la «sinceridad» de Otegi y de que sus palabras tuvieran algún anclaje «ético» más allá del cálculo político. Poco después, el PNV se desvinculó de los actos públicos de apoyo a los presos de ETA con el argumento de que Bildu ya negociaba su situación con Sánchez. De fondo, latía de nuevo la pugna por el espacio abertzale y por postularse como opción más útil para defender los intereses de Euskadi.
Ayer, Rodríguez echó en cara esa «insistencia y beligerancia» al PNV e insistió que lo dicho en Aiete sirve para todas las víctimas y también para Miguel Ángel Blanco. «A nadie puede agradar que ocurriera todo aquello ni que se alargara tanto en el tiempo. Eso es lo que dijimos y es lo que pensamos», zanjó.
La primera batería que tuvo Miguel Ángel Blanco cuando era un joven aprendiz de músico será parte de la exposición permanente del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. Marimar, hermana del edil del PP de Ermua secuestrado y asesinado por ETA hace 25 años, la ha cedido al complejo y será presentada el próximo 21 de julio coincidiendo con la inauguración de la exposición 'La voz de las manos blancas. Esku zurien ahotsa', de la Fundación Miguel Ángel Blanco.
Este primer instrumento musical del joven ha permanecido guardado durante 25 años en un trastero de la familia en Ermua. Marimar lo recuperó recientemente y tras acordarlo con los responsables del Memorial, ocupará un lugar preferente en la muestra que se abrirá al público en la sala temporal donde se podrá ver hasta el 4 de septiembre. La batería se ha limpiado, adecentado y completando algunas piezas que faltaban para poder ser expuesta en condiciones óptimas en el Centro Memorial. Una vez finalizada la muestra, pasará a formar parte de la exposición permanente del centro.
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