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La historia de la familia Baglietto es muy conocida. Representa una de las simas más profundas de la barbarie de ETA. El 21 de septiembre de 1962 Ramón Baglietto vio a una mujer que cruzaba la calle con dos niños y un camión que se dirigía hacia ellos a toda velocidad. No dudó en intervenir y logró rescatar al bebé que la mujer llevaba en brazos pero no pudo hacer nada por ella ni por el hijo mayor, de dos años. Kandido Azpiazu, de tan solo unos meses, salvó la vida aquel día gracias a Ramón. El 12 de mayo de 1980, 18 años después, convertido en miembro de ETA, Kandido Azpiazu participó en el atentado que costó la vida a Ramón Baglietto. «Él mismo le remató de un tiro en la cabeza», cuenta un documental sobre el crimen, producido por la Fundación Miguel Ángel Blanco.
Fue acribillado en el alto de Azkarate, a su regreso de un viaje a Elgoibar. Ramón Baglietto notó que le seguían y anotó en un papel -que se encontró en su ropa- la matrícula del coche de los etarras. Sólo un mes antes había descubierto a Kandido Azpiazu haciendo una pintada en el garaje de su casa: «Morirás». «Tendrás que matarme», le replicó él.
El documental 'Una familia vasca: Los Baglietto' recorre las semanas anteriores al atentado, que llegó precedido de otros ataques y atentados contra militantes de UCD y otras formaciones de la órbita del centroderecha. La cinta contextualiza el acoso a ese sector de la población vasca gracias a la voz, entre otros, del exministro Jaime Mayor Oreja, líder de UCD en el País Vasco, y del periodista Gorka Angulo, autor del libro 'La persecución de ETA a la derecha vasca'. Mayor Oreja recuerda que «se hizo en casa de mis padres» la rueda de prensa de presentación del partido en Euskadi para las primeras elecciones democráticas.
Cuatro años después de asesinar a Baglietto, ETA acabó también con la vida de su vecino y gran amigo José Txiki Larrañaga. Ese acoso sistemático tiene múltiples ejemplos previos y comenzó, según Gorka Angulo, con el asesinato del alcalde de Galdakao, Victor Legorburu.
Durante hora y media, la cinta, dirigida por Felipe Hernández Cava, conduce al espectador a otras simas del dolor. «No me lo podía creer», confiesa Pilar Elías, la mujer de Ramón, cuando se le pregunta por el hecho de que el asesino de su marido y su pareja compraran al salir él de prisión la cristalería que había en los bajos de su casa. La propia Elías rememora que la amenaza en Azkoitia no terminó tras el asesinato porque ella tomó el relevo y, «cuando mis hijos cumplieron 18 años», fue elegida edil del PP en esa localidad.
El documental homenajea también a su hermano, Pedro María Baglietto, pionero en la transmisión de la memoria en las aulas, y a quienes «asentaron la democracia con su resistencia cívica».
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