![Unidad para exigir la verdad sobre los tres gallegos asesinados por ETA](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/03/24/gallegos-homenaje-vitoria-kGKB-U190990197202uq-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Las tres familias de los gallegos secuestrados y asesinados por ETA en Francia llevan medio siglo sin saber dónde están sus restos. Este viernes, en Vitoria, han recibido el respaldo de las instituciones y han reivindicado juntos que «es la hora de la verdad». Es una exigencia unánime que han escenificado, junto a los familiares, los gobiernos central y vasco, el Memorial de las Víctimas del Terrorismo, el Instituto Gogora y asociaciones de víctimas del terrorismo como Covite y la Fundación Buesa.
Hace medio siglo, el 24 de marzo de 1973, se perdió la pista en Biarritz de Humberto Fouz Escobero (28 años), Jorge García Carneiro (23 años) y Fernando Quiroga Veiga (25 años). Los tres amigos, vecinos de Irún y de origen gallego, habían cruzado la muga para ver una película, 'El últimotango en París', que estaba prohibida en la España franquista. Las primeras pistas sobre los tres secuestros y asesinatos surgieron de Mikel Lejarza, 'El lobo', el más célebre infiltrado en ETA. Poco a poco, pese a una investigación policial muy limitada, se fue conociendo que fueron confundidos con policías por un grupo de etarras y que fueron secuestrados, torturados y asesinados.
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Óscar Beltrán de Otálora
Coral Rodríguez Fouz, sobrina de José Humberto Fouz, ha intervenido en nombre de las familias de los tres desaparecidos. «A quienes lo saben, que digan dónde están los restos». A esa expresión, «quienes lo saben», le puso cifras Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas, que organizó el homenaje junto a Gogora y el Gobierno vasco. «Hay media docena de personas que fueron testigos o protagonistas y que siguen vivos», apuntó. Domínguez les emplazó a que, sigan el ejemplo del IRA, que aclaró en su disolución el paradero de «una docena de desapariciones». Y que lo hagan por «humanidad y ante quien quieran y de la forma que deseen, desde el anonimato».
Emocionó al auditorio Coral Rodríguez Fouz cuando leyó una carta dirigida a su tío, repleta de guiños y recuerdos familiares, como «los besos de una postal , tus notas de ruso en un cuaderno y las cuartillas amarillas de tus escritos». Luego lamentó «el muro de silencio» que ha impedido conocer qué pasó todo este tiempo y reiteró que «es la hora de la verdad». Se lo exigió «a quienes saben lo que pasó, a quien sabe quién sabe, a los jefes de ETA, a los líderes de la izquierda abertzale, a Arnaldo Otegi y Rufi Etxebarria, que digan lo que saben y que se sepa dónde están sus cuerpos».
«La omertá siciliana se ha cernido con toda su crudeza sobre este caso, regada por un amplio grupo de cobardes que han prolongado el insomnio de familias que no saben dónde están», ha denuncido Denis Itxaso, delegado del Gobierno en Euskadi. «Es imperativo y urgente no dar por perdida esta causa. ETA quiere borrar todo rastro de este caso. Seguiremos exigiendo, hasta que se congelen los infiernos, saber dónde están», zanjó.
El viceconsejero del Gobierno vasco, José Antonio Rodríguez Ranz, que ha enmarcado el caso en el final de la dictadura, denunció que «ETA los hizo desaparecer y no lo reconoció nunca. No hay cuerpos, no hay tumbas, no hay flores. Debe haber un compromiso de estar más cerca y acompaña mejor a las víctimas». Rodríguez Ranz ha exigido «una verdad que no caduca» y se unió a la petición de que se sepa el paradero de los restos.
Por su parte, el escritor Adolfo García Ortega, autor 'Una tumba en el aire', un exhaustivo trabajo sobre el tema, ha confiado en que «tarde o temprano saldrá la verdad».
Los familiares han recogido un recuerdo, un vidrio que enmarca las fotografías de los suyos, y han escuchado el punto final al acto entre notas de violín. Un cierre sólo temporal, hasta que se conozca el paradero de los tres. Más que un final, unos puntos suspensivos.
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