Euskadi supera a Belfast en la cifra de desaparecidos por el terrorismo

El éxito del comité que busca a las víctimas ocultadas por el IRA contrasta con el silencio en el País Vasco

Domingo, 1 de septiembre 2024, 19:26

Esta semana, las instituciones británicas e irlandesas han iniciado la búsqueda de los restos del capitán Robert Nairac, secuestrado y asesinado por el IRA en 1977 y cuyo cuerpo jamás ha sido localizado. Esta investigación, una de las más mediáticas de las islas dada la ... importancia que tuvo el militar asesinado, es parte del trabajo de la comisión independiente creada en 1999 para encontrar a las víctimas que los terroristas norirlandeses hicieron desaparecer.

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El comité ha conseguido que de los 17 casos con los que comenzó su trabajo tras el fin del terrorismo en Irlanda del Norte, 13 hayan sido ya resueltos, con lo que solo quedan cuatro restos por recuperar, incluido el del oficial británico. Es una cifra que contrasta con la realidad vasca, donde no se ha avanzado nada en la localización de las cinco víctimas de ETA cuyos cadáveres no han aparecido.

El capitán Nairac era un miembro de los Granaderos de la Guardia que en los 70 estuvo desplegado en Belfast. Se integró en los grupos de operaciones encubiertas contra los terroristas del IRA y actuó como enlace de las diversas agencias de inteligencia que operaban en la región. El 15 de mayo de 1977 acudió a un pub del condado de Armagh y en la puerta fue asaltado por un grupo de hombres que le apaleó y luego lo hizo desaparecer.

Imagen de archivo del capitan del Ejércigto británico Robert Nairac. Alamy

Se sabe que fue asesinado, pero jamás se encontró su cuerpo. La rumorología local llegó a afirmar que había sido introducido en una picadora de carne para eliminar el cadáver. También se le creó un aura siniestra, para lo que se le vinculó –sin ningún tipo de prueba– con algunos de los asesinatos más impactantes de aquellos años, como el atentado de tres miembros de la Miami Showband. Este grupo de rock, en el que tocaban católicos y protestantes y al que se consideraba 'Los Beatles de Irlanda', fue emboscado por un grupo de paramilitares unionistas que tiroteó a los músicos.

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El pasado 26 de agosto, el responsable de la Independent Commission for the Location of Victims' Remains (Comisión independiente para la localización de los restos de víctimas, ICLVR por sus siglas en inglés), Jon Hill, anunció que disponían de «información suficiente y creíble» para buscar los restos del militar británico cerca de una granja del pueblo de Dundalk. La historia de cómo esta información ha llegado a este comité la ha desvelado el experto de la BBC Gordon Adair y muestra las complejidades morales del mundo de la violencia.

Según Adair, los datos han sido facilitados de forma anónima por un antiguo miembro del IRA que resultó herido en un tiroteo con militares británicos. El terrorista, alcanzado por las balas, se desangraba en el suelo cuando escuchó unos pasos. En un primer momento creyó que los soldados iban a rematarle, pero quien se acercó hasta él fue un médico del Ejército que le protegió, le realizó las primeras curas y se encargó de que le trasladasen a un hospital. El terrorista, tras cumplir condena, se alejó del IRA y se comprometió a encontrar los datos que permitieran recuperar el cuerpo del capitán Nairac.

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Castigo a las familias

La ICLVR trabaja con forenses británicos e irlandeses para localizar los restos de los desaparecidos. Si el cuerpo de Nairac aparece, ya solo quedarán por localizar otros tres de los asesinados por el IRA. En sus casi 25 años de existencia, los miembros de la comisión han conseguido encontrar trece de los cuerpos que los terroristas católicos se negaron a entregar a las familias. En uno de los casos, el de Seamus Ruddy, el cuerpo fue localizado en un bosque cercano a París. Ruddy, asesinado en 1985 por el IRA, había sido señalado por sus compañeros en una disputa interna por una partida de armas por lo que decidió irse a vivir a Francia. Los comandos del IRA le buscaron en la capital francesa, le secuestraron, le asesinaron y luego enterraron su cuerpo en un bosque. La tumba anónima se halló en 2017, 32 años más tarde.

La mayoría de los casos de desaparecidos a los que se enfrenta la ICLVR son personas asesinadas por los terroristas por considerarlos confidentes de los británicos o traidores. No entregar los cuerpos era una forma de extender sobre ellos un manto de silencio, pero también de castigar a sus familias. Según ha contado el propio Adair, la otra pena que los asesinos imponían a los allegados era remitirles una cinta magnetofónica en la que había grabado el sonido de la sesión de tortura a la que sometieron a la víctima antes de hacerla desaparecer.

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En 1997, la Policía francesa buscó sin éxito el cuertpo de 'Pertur' en una tumba de Biriatou. EL CORREO

Una de las claves del éxito de la ICLVR es que se trata de un grupo independiente, que acepta las informaciones suministradas de forma anónima. Además, garantiza que ninguna persona será perseguida judicialmente por transmitir datos que conduzcan a localizar una víctima del IRA. Su segunda función es asistir a las familias de los desaparecidos para que no se sientan abandonadas por el sistema. Sus gestiones han sido apoyadas por personajes como el fallecido dirigente del Sinn Féin Martin McGuinnes, quien llegó a pedir a quienes sabían algo que colaborasen con la comisión, y por el actor Liam Neeson, que ha participado en anuncios para pedir el fin del silencio sobre los desaparecidos.

El empeño por localizar los restos de víctimas en Irlanda contrasta con la escasa actividad que se ha llevado a cabo en el País Vasco para encontrar a los desaparecidos. En Euskadi, el caso más antiguo es el de Humberto Fouz Escobero, Fernando Quiroga Veiga y Jorge García Carneiro, los tres jóvenes gallegos que pasaron al País vascofrancés para ver 'El último tango en París' y no se les volvió a ver. ETA les confundió con policías, les secuestró, les torturó, les asesinó y luego hizo desaparecer sus cadáveres. En 1976 desapareció el dirigente 'polimili' Eduardo Moreno Bergareche, 'Pertur' tras asistir a una reunión con dirigentes de la banda a los que estaba enfrentado. En 1997 se abrió una tumba en la localidad vascofrancesa de Biriatou después de que una información anónima señalara que podía servir para ocultar los restos de 'Pertur', pero las pesquisas fueron un fracaso. El quinto desaparecido es José Miguel Etxeberria Álvarez, 'Naparra', que perteneció a ETA y los Comandos Autónomos Anticapitalistas. En este caso, su secuestro se ha atribuido a ETA, pero también a la guerra sucia.

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Silencio vasco

Al contrario de lo que sucedió en Irlanda, la izquierda abertzale ha ignorado casos como el de los tres jóvenes gallegos. Algunos dirigentes de la banda, como 'Josu Ternera', llegaron a tener un papel activo en ETA cuando se produjo su secuestro, pero siempre han guardado silencio. El Memorial de las Víctimas del Terrorismo sí que ha pedido la intervención del Parlamento Europeo para ayudar a localizar los restos.

El año pasado, el Memorial y los Gobiernos central y vasco realizaron un acto conjunto en el 50 aniversario del secuestro de los tres jóvenes en el que volvieron a pedir la colaboración de quienes puedan saber algo sobre el paradero de sus cuerpos. Fuera de esos actos, el silencio ha sido completo. Tan solo el escritor Adolfo García Ortega publicó en 2019 el libro 'Una tumba en el aire', que reconstruye los últimos instantes de los tres jóvenes. El Memorial divulgó en 2020 las notas de trabajo del escritor, un relato certero de la omertá alrededor de los desparecidos y de las dificultades para que los que saben qué sucedió colaboren.

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