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Miguel Lorenci
Miércoles, 6 de junio 2018, 22:52
De la telerrelidad a la realidad. Ese ha sido el penúltimo viaje del Màxim Huerta Hernández (Utiel, Valencia, 1971) periodista, escritor y presentador de dilatada trayectoria en los informativos y el entretenimiento televisivo, con nula experiencia política y nuevo ministro de Cultura y Deporte en ... el Gobierno por decisión de Pedro Sánchez. Su nombre fue el último en darse a conocer de un Ejecutivo socialista con 17 carteras y clara mayoría de mujeres. Su nombramiento causó una enorme sorpresa. «Yo no he venido a este mundo a pasar a la historia, sino a disfrutar de esta historia. Soy muy miedoso, pero el miedo me excita», decía Huerta hace sólo dos meses, cuando promocionaba el último de sus siete libros publicados.
Su biografía hasta ahora no le conducía a un puesto en el Gobierno. Un hombre que no ha dudado en trabajar con sus emociones y sus sentimientos, con el exhibicionismo de todos los artistas, tendrá ahora que buscar la contención de los miembros de un Gobierno. Y por eso mismo tendrá difícil el mantener la actividad en redes sociales -donde tiene más de 200.000 seguidores- que le había convertido en una figura pública, un 'prescriptor' para miles de aficionados a la literatura o al mundo personal de este periodista que lo dejó todo por contar historias con palabras. Un autor que, como el mismo ha confesado, tuvo que luchar contra la acusación de ser un autor «para marujas» por su paso por el programa de Ana Rosa Quintana para reivindicarse ante otros autores elitistas y pedantes como un escritor con todas las letras.
Y tendrá que lidiar también con eventos como los próximos Mundiales de fútbol en Rusia o todos los eventos relacionados con el deporte. Una actividad que siempre ha rechazado. No solo ha confesado que odia hacer ejercicio sino que también ha permanecido al margen de clubes deportivos, de las vicisitudes de jugadores y de toda la atmósfera que rodea a la actividad física o la competición. Un nuevo reto para el que sin duda necesitará asesores o ponerse al día en tiempo récord.
Le ha elegido para ministro Pedro Sánchez, el mismo dirigente socialista que no dudó en llamar en directo a 'Sálvame' para anunciar que impediría desde su cargo que se celebrasen actos taurinos como el 'toro de la Vega'. Es una apuesta por otra forma de contar la realidad, por unos showman que hasta ahora permanecían alejados de la política. Jorge Javier Vázquez, por ejemplo, mostró su apoyo a Sánchez pero no a su partido y criticó en su programa a Susana Díaz por la oposición que realizaba al ahora presidente.
Màxim Huerta, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad CEU San Pablo de Valencia con un máster en Diseño Gráfico e Ilustración Editorial, durante dos décadas ha desarrollado una intensa carrera en medios audiovisuales y escritos que empezó modestamente en los años noventa en medios locales y acabó en los informativos y magazines de máxima audiencia. Y con su nombre vinculado durante un tiempo a esos programas que viven del impacto, del suceso más descarnado.
Tras pasar por radio Buñol, fue jefe de política en el periódico Valencia 7 Días y colaborador de Las Provincias. En 1997 fichó por la televisión autonómica Canal 9, donde presentó y editó informativos. Allé se negó a realizar algunas gestiones que le reclamaban sus jefes y que pretendían beneficiar a líderes populares. Se pasó a Telecinco en 1999, para responsabilizarse de varios espacios. Un año después estaba en el equipo de informativo de Telecinco donde sería desde 2005 uno de los colaboradores estelares del programa matinal de Ana Rosa Quintana.
«Estar atracado en un puerto durante mucho tiempo es malo para el capitán», dijo el expresentador al despedirse de la pequeña pantalla en 2015, para poner toda su energía en una carrera como literato en principio incierta pero en la que también le ha acompañado el éxito. Es autor de dos obras de teatro -'Más sofocos' y 'Me quedo muerta'- y de siete novelas, algunas tan exitosos como 'Una tienda en París' o 'La noche soñada', con la que ganó en 2104 el Premio Primavera, uno de los mejor dotados en el ámbito comercial, con una bolsa de 125.000 euros. En abril pasado publicó 'Firmamento', situada en el legendario hotel Formentor de Mallorca. Sus otras novela son 'Que sea la última vez', 'El susurro de la caracola', 'No me dejes (Ne me quitte pas)', y 'La parte escondida del iceberg'.
«Yo soy de mar, el mar me inspira, y me siento un barco: estar atracado en un puerto durante mucho tiempo es malo para las velas, para las quillas y para el capitán, y a mí me gusta salir a navegar», decía este hijo del Mediterráneo a COLPISA para explicar los cambios vitales, «a veces inesperados, pero siempre necesarios».
Tras convertirse en colaborador de radio y televisión, sugirió entonces que le encantaría presentar un espacio que se habría titulado 'Destinos de libros' y que recorriese los escenarios de sus escritores favoritos, desde las aventuras de 'Los cinco' de Enid Blyton que devoró en su infancia hasta los de Carmen Martín Gaite, Elvira Lindo, Luis Landero o Ana María Matute, una de las escasas ganadoras del premio Cervantes. El mundo referencial de Maxim Huerta, en este sentido es el de las emociones, las frases sobre la intimidad y los sentimientos y los lugares plácidos en los que se suceden los dramas personales.
Soltero, destacado defensor de los derechos de los colectivos LGTBI, miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión, hasta ahora uno de sus horizontes era no meterse en líos. Algo que no podrá evitar un a vez que jure su cargo y tome posesión de su despacho en la Casa de las siete chimeneas. Sucede en la cartera al moderado, conciliador y elegante portavoz Íñigo Méndez de Vigo y al bronco y provocador José Ignacio Wert, que protagonizó una guerra con el mundo del cine que Huerta deberá apaciguar.
En su agenda entrarán enseguida asuntos espinosos como la rebaja del IVA para el cine, la ansiada Ley de Mecenazgo, la lucha contra la piratería o la compatibilización de pensiones con el cobro de derechos de autor. Deberá tutelar la ampliación del Museo del Prado, para la que su director clama dinero con desesperación, y aclarar el futuro del colección de Carmen Thyssen acabando con un desencuentro entre la baronesa y el Gobierno que dura ya varios años.
También es urgente la dotación económica para el sostenimiento de la estrategia del Instituto Cervantes para globalizar al español, el esperado estatuto del creador, sacar de la deriva a las entidades de gestión de derechos como la SGAE, la ampliación de la dotación para el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (Inaem).
Tendrá que designar a su 'número dos', cargo para el que se baraja el nombre de Ibán García del Blanco, quien cuenta con la confianza de Pedro Sánchez en este área, y que llevó la secretaría de Cultura y Deportes del PSOE y la dirección de la Fundación Pablo Iglesias.
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