Marcelino Oreja Elósegui (Ibarrangelu, 1891), asesinado en Mondragón el 5 de octubre de 1934 cuando era presidente de la empresa Unión Cerrajera y diputado por el Partido Católico Tradicionalista, forma parte de una de las tres causas abiertas en la archidiócesis de Madrid para el ... proceso de beatificación por martirio de 140 'siervos de Dios' (un primer paso para una posible canonización como santo). Se trata del padre del diplomático Marcelino Oreja Aguirre, que fue ministro de Asuntos Exteriores con el presidente Adolfo Suárez y delegado del Gobierno en Euskadi en los años de plomo, y tío abuelo por vía materna de Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior con Aznar y en su día candidato a lehendakari por el PP.
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Media docena de obispos concelebrarán el próximo sábado en la catedral de la Almudena de Madrid la ceremonia de apertura de las causas de estas 140 personas, «víctimas de la persecución religiosa en los años 30 por la violencia desatada por ideologías totalitarias y ateas», según se recoge en la presentación del proceso, que afecta a 61 sacerdotes y 79 laicos, algunos de ellos miembros históricos de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas . El acto estará presidido por el cardenal Osoro y entre los participantes estará el también cardenal Rouco Varela. El gran impulsor es monseñor Juan Antonio Martínez Camino, encargado de la pastoral de la Santidad de la diócesis, que ha plasmado su doctrina en obras como 'Martirologio matritense del siglo XX' (BAC) y 'Víctimas y mártires' (Encuentro).
Macelino Oreja Elósegui, ingeniero de caminos y abogado, fue miembro de la Acción Católica y militó en la Comunión Tradicionalista. Apadrinado por el carismático Ángel Herrera Oria (luego nombrado cardenal) se convirtió en gerente del periódico católico 'El Debate', tras formarse en gestión de empresas periodísticas en Estados Unidos, en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. En 1934 era presidente de Unión Cerrajera, tras sustituir en el cargo a su suegro, Toribio Aguirre, la gran fábrica metalúrgica.
Fue entonces cuando estalló la fallida Revolución de Octubre, una insurrección obrera que tuvo su epicentro en Asturias y afectó al País Vasco. En el caso de Euskadi se saldó con 42 muertos, centenares de heridos y más de 1.500 represaliados. El 5 de octubre, a las 7.30 de la mañana, un grupo de milicianos socialistas afectos a Largo Caballero detuvo a Oreja Elósegui en Mondragón, en el domicilio de su suegro, en el que pernoctaba junto a su mujer, Pureza Aguirre, que se encontraba embarazada de cuatro meses. Hombre de profundas convicciones religiosas, esperó al piquete rezando el rosario. Se lo llevaron junto a otros directivos a la Casa del Pueblo, donde horas después fue baleado. Lo devolvieron con un hilo de vida a su casa, pero murió tras recibir la extremaunción de manos del sacerdote José Markiegui. El crimen convulsionó la política vasca.
Marcelino Oreja Aguirre era el niño que se gestaba en el vientre de la viuda. Pese a aquel suceso terrible, nunca experimentó odio alguno hacia sus enemigos, en línea con el versículo del Evangelio de san Lucas, grabado por su padre en una imagen de un Cristo yacente, que siempre le ha acompañado a lo largo de su dilatada vida política. En realidad había tres imágenes. Otra se la quedó la familia de José María Gil Robles, jefe de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y ministro de la Guerra con Lerroux (1935), y la tercera la heredó Jaime Mayor, que fue presidente del PP vasco.
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«Hay que tener en cuenta lo que era Mondragón en 1934. Creo que aquel asesinato no tuvo nada que ver con las siglas. Había un odio de clases muy fuerte», declaró Oreja Aguirre a EL CORREO en 2016 con motivo de la presentación de su libro 'Memoria y esperanza' (La Esfera de los Libros). El jefe de la 'Octubrada' vasca fue Celestino Uriarte, que luego ingresaría en el PCE, aunque él siempre negó que fuera el autor de la orden de matar a los detenidos.
Marcelino Oreja Elosegui fue elegido diputado en las elecciones del 28 de junio de 1931 dentro de una candidatura católica en la que también figuraba José Antonio Aguirre, futuro lehendakari. El 12 de julio participó en el histórico mitin de Gernika, donde hubo una despedida cálida y un homenaje multitudinario a los parlamentarios que viajaban a Madrid a defender el Estatuto. «El pueblo confía en vosotros para que rompáis nuestras cadenas y arranquéis el puñal que hace un siglo tenemos clavado», arengó Casto de Orbegozo, líder del movimiento municipalista. «Se da el caso de que tengamos que pedir como concesión lo que debiera ser reconocido como un tributo a la verdad y a la justicia, porque nuestro derecho es muy anterior a la constitución el Estado español», reivindicó Oreja, aunque luego se distanció del nacionalismo para defender la idea de que «España es una federación de regiones». Ahora va camino de los altares.
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