Vox logra unir a la izquierda con sus insultos a Irene Montero

La política española transita a tal velocidad que todo tema de actualidad es susceptible de quedarse 'viejo' en cuestión de horas. Hablábamos estos días de la grave crisis que atravesaba el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos a cuenta de la polémica ley del 'sólo sí es sí' y sus graves consecuencias judiciales (rebaja de penas a agresores y violadores) cuando, de repente, todo ha girado de forma drástica en favor del bloque de la izquierda. La causante tiene nombres y apellidos: Carla Toscano, diputada de Vox. El miércoles por la noche subió al atril del Congreso de los Diputados y acusó a la ministra de Igualdad, Irene Montero, de que su «único mérito para ostentar su cargo era haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias». Es verdad que provocó el aplauso y las risas de la bancada del partido de Santiago Abascal, lo que no calculó (o sí) es el efecto bumerán que iban a sufrir.

Todo el arco parlamentario, y todo es todo, criticó con mayor o menor intensidad estas manifestaciones. Dos ejemplos. El primero, Macarena Olona, quien fuera látigo parlamentario de Vox, se pregunta hoy «quién está a los mandos (del partido) para desviar de esa manera el debate de lo que interesa a los españoles». Y el segundo, el tuit de la cuenta oficial del PP de Madrid (sí, el PP de Ayuso) en el que pedía «subir el volumen» al vídeo en el que Irene Montero arremete contra los «fascistas» de Vox en el turno de palabra del Congreso para responder a estas acusaciones.

El Gobierno de coalición, antes de la intervención de Carla Toscano, atravesaba uno de sus peores momentos. Y no sólo en la relación PSOE-Unidas Podemos, sino dentro del espacio morado, con la cúpula, instigada por Pablo Iglesias, cada vez más distanciada de Yolanda Díaz. Ahora, sin embargo, todo ha cambiado. La noche del miércoles, las redes sociales se inundaron de apoyos cerrados y muestras de cariño a Montero de todos los miembros del Gobierno y los principales líderes socialistas, con Pedro Sánchez al frente. En efecto, Vox les había concedido un regalo inesperado.

«Estamos juntos contra la violencia machista. Negarla es una forma de ejercerla. Subirla a la tribuna del Congreso es cruzar una línea intolerable. Seguiremos adelante con convicción y determinación. Todo mi apoyo, Irene Montero», escribió el presidente del Gobierno la noche del miércoles.

No se quedó aquí. Hoy, a primera hora, ha vuelto a la carga. «Ayer vimos un ejemplo de lo peor de la política. La del insulto y el machismo. Reivindiquemos la política útil: la que hoy saldrá adelante con los Presupuestos con nuevos impuestos a quien más tiene, la de la convivencia frente al griterío de los que no ofrecen nada más salvo insultar».

El presidente, que se enfrenta a un sinfín de problemas como la polémica reforma del Código Penal derogando el delito de sedición, sabe que la derecha se ha metido un gol en propia puerta y no está dispuesto a desaprovechar un 'regalo' que compromete sobremanera al PP de Alberto Núñez Feijóo, partido que gobierna en coalición con Vox en Castilla y León y del que dependerá, según todas las encuestas, si quiere volver a La Moncloa.

¿Qué piensa el PP? La encargada de dar la cara ha sido su secretaria general, Cuca Gamarra, quien ha afirmado que «nadie» debe sufrir ataques como el que vivió este miércoles en el Congreso la ministra de Igualdad, Irene Montero, y ha recalcado que Podemos también los «practica», entrando en el «ámbito personal». Así, ha recordado que Podemos hizo alusiones «parecidas» contra la exalcadesa de Madrid, Ana Botella, y que también la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, recibe ataques en la Asamblea de Madrid.

También ha hablado la propia Ayuso: «Veo que esto está tomando una escalada que no tiene sentido. A mí me han llegado a llamar nazi en la Asamblea, me han comparado con Putin, me han llamado asesina... En fin, yo creo que esto no debería hacer a todos reflexionar un poco»,

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