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Alejada de la vida diaria de los partidos desde 2016, Rosa Díez (Sodupe, 1952) se sigue resistiendo a abandonar del todo la militancia política. Lo suyo, asegura, es «hacer política desde la ciudadanía». Ahora vuelve a la carga con 'Maquetos' (La Esfera de los Libros), ... un relato de tres generaciones de su familia que emigraron a Euskadi desde su Cantabria natal y en el que la fundadora y exportavoz de UPyD aprovecha para hacer una crítica a lo que denomina «el nacionalismo de los vencedores». Esta tarde, a las 19.00 horas, se presenta en la Librería Troa Las Arenas, en Getxo.
- Dice que no tenía intención de publicar este libro, que iba a ser un testimonio para sus hijos.
- Empecé a escribir unos folios para contarle mi historia más íntima a mis hijos, con un contexto histórico. Una historia de España que por otra parte no se estudia. Se ha escrito poco sobre esto porque al nacionalismo se le ha mimado y sacar su lado oscuro no era, digamos, políticamente correcto. Yo quería contarles esto a mis hijos para dejar testimonio cuando no estuviera.
- ¿La falta de memoria es un proceso natural o hay una intención política detrás?
- Hay un proceso natural detrás, uno prefiere recordar lo bueno y olvidar lo malo. Pero en estos últimos años este proceso natural se une en España a una decisión política de desmemoria, de modificar la historia para construir una historia alternativa. En estos tiempos en los que se habla tanto de memoria histórica hay intereses en decidir lo que hay que recordar.
- ¿Usted llegó a pensar en marcharse, en tirar la toalla?
- Cuando nació nuestra hija Olaya, que ahora tiene 39 años y se lleva siete con su hermano Diego, fue la primera vez que Iñaki (su marido) y yo nos sentamos y reflexionamos si teníamos derecho a obligar a nuestros hijos a vivir en ese ambiente, con ETA matando. Pero si la gente de nuestra generación no libraba esa batalla, como la libraron nuestros padres, nadie lo haría. Nunca más lo volvimos a hablar.
- Sostiene que de no tener un espíritu positivo habría acabado en un psiquiátrico.
- Habríamos acabado desubicados, como tantísima gente de nuestra generación. Malos españoles con Franco, malos vascos ya en democracia. Habríamos acabado con tratamiento.
- ¿Sigue habiendo hoy buenos vascos y malos vascos?
- Ya no nos llaman maquetos, pero por supuesto que hay categorías. Los nacionalistas siempre las establecen. Hace dos semanas, el Ayuntamiento de San Sebastián le negó la medalla de oro al escritor Pío Baroja. Si eres nacionalista no hace falta que tengas apellidos vascos, ya formas parte de la tribu. Pero si no eres nacionalista hay cosas que te serán negadas. Es eso que decía Arzalluz: «Vienen, les damos de comer, a lo mejor se casan con tu hija, pero el caserío es nuestro». En Euskadi hemos vivido el surgimiento del nacionalismo de los ganadores.
- ¿Ve más cercano el día en el que Bildu mande en ese caserío?
- Ya comparten mandato, aunque ahora mismo la propiedad la mantiene el PNV. 'Son los chicos de la gasolina, pero son nuestros chicos', que también decían. El PNV no considera a los de Bildu desheredables, son familia, forman parte de la familia. Nosotros, los maquetos, no formamos parte de esa familia.
- Pero muchos hijos de esos a los que llamaban «maquetos» ahora militan en el PNV o Bildu.
- Muchos, claro, pero en el momento en el que se convierten a la religión verdadera ya dejan de ser maquetos.
- ¿Este libro es una venganza?
- No se trata de escribir ahora para vengarme, sino para recordar. Después de muerto Franco aquí todos eran antifascistas, pero cuando estaba vivo venía de vacaciones a San Sebastián porque salía bajo palio. Nadie se enfrentaba a él, nadie lo rechazaba.
- Es inevitable preguntarle por la actualidad política, ¿qué le parece la batalla interna del PP?
- Un culebrón, lamentable. En un momento en el que España y el mundo necesitan a los mejores, a gente con sentido de Estado y preocupados por resolver los problemas, parece que hay demasiada gente al frente de los Gobiernos y de las direcciones de los partidos más preocupada por lo suyo que por lo de todos. Lo que hemos vivido en el PP es lo mismo que estamos viviendo en el mundo en relación con Ucrania. La mediocridad al frente de las decisiones políticas. Mientras se hunde el mundo estamos calculando el rédito electoral de cada decisión.
- Con el colapso de Ciudadanos, ¿Ve hueco para resucitar el proyecto de UPyD?
- Yo no lo veo. Seguro que hay un hueco en España para hacer política de otra manera, un partido transversal. Pero si lo preguntas por mí, te diré que no.
- Está la arena política como para meterse...
- Al contrario, ahora toca torear, nunca hay que dejar de hacerlo. Pero una cosa es hacer política desde la ciudadanía y otra bien distinta ponerse a fundar un partido político. Eso ya lo hicimos, pero los ciudadanos nos dejaron de votar... Y ahí está.
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