Urkullu pide a Felipe VI que ejerza más su labor de «árbitro» para mantener la «estabilidad»

El acto se celebró en el Palacio Euskalduna con un aforo restringido al máximo debido a las medidas sociosanitarias adoptadas para luchar contra la pandemia. También tomaron la palabra Enrique de Ybarra, presidente del periódico, y Rami Aboukhair, CEO de Santander España, que lo hizo de forma telemática.

Urkullu se esforzó en poner en valor el papel del autogobierno, la necesidad de alcanzar un acuerdo que reconozca la «realidad plurinacional» del Estado y extender la fórmula del Concierto al terreno político, una tesis que ya ha trasladado en varias ocasiones y que forma parte del tronco ideológico del PNV. Pero el jefe del Ejecutivo no obvió la tormenta desatada durante las últimas semanas después de que se haya sabido que el rey emérito ha regularizado cerca de 700.000 euros a Hacienda. Se trata de la última información que pone en tela de juicio la trayectoria de Juan Carlos I. Pero, según Urkullu, no se trata de una cuestión que afecte solo a la «persona», también lo hace al conjunto de la «institución».

Frente a los esfuerzos del PSOE por separar de forma clara las acciones del emérito del papel de la Corona y del intento en sentido contrario de Podemos por vincularlas de manera expresa, Urkullu se situó en un término medio. Apeló a la necesidad de establecer reformas y de imponer mecanismos de control, pero sin pedir una ruptura ni la implantación de la república. Urkullu, que en otras ocasiones se ha definido como republicano, apeló a la necesidad de «republicanizar la Monarquía».

El problema, a su juicio, es la «inviolabilidad» con la que cuenta el jefe del Estado. Algo que, según el lehendakari, no puede ser. «Creo que todos los que tenemos una responsabilidad institucional debemos estar sometidos a mecanismos de control», denunció Urkullu durante su intervención. De forma gráfica, se preguntó «cómo puede ser que una persona campe a sus anchas». «¿Cómo puede ser que se siga en una responsabilidad de jefatura de Estado sin posibilidad de modificación, salvo que por una cuestión de herencia se plantee la abdicación?». Unas reformas que, en todo caso, no cree que corresponda impulsarlas al PNV, sino a los partidos mayoritarios en el Congreso.

A pesar del ruido mediático que se está generando durante las últimas semanas, Urkullu quiso poner el foco en otro punto: en los chats en los que algunos militares hablaban de «fusilar a 26 millones de personas». Unas declaraciones que unidas al papel de Vox -tercera fuerza política- deben obligar a Felipe VI a dar un paso adelante y reforzar su labor de mediación e interlocución entre las diferentes instituciones que le otorga la Constitución para garantizar la estabilidad. «Debería ser más árbitro de lo que está siendo».

Un Estado que, según Urkullu, sí debe someterse a una reforma en profundidad, pero para reconocer su carácter «plurinacional». El lehendakari defendió de nuevo la necesidad de establecer una relación bilateral entre las instituciones vascas y el Gobierno central, y se mostró optimista respecto a la posibilidad de que a lo largo de esta legislatura se cierre el nuevo Estatuto. «Se ha acordado una base de partida. Estamos planteando un nuevo estatus que reconozca nuestra singularidad, asuma el elemento legitimador de los Derechos Históricos y extienda la experiencia de concertación fiscal y financiera a la relación política». Trasladar el Concierto económico a un Concierto político.

Urkullu insistió en que Euskadi ha demostrado que «es un ejemplo de colaboración». Recordó que «la pluralidad política nos ha obligado a buscar acuerdos entre diferentes» y que «la historia de terrorismo y violencia nos ha demostrado el valor de la convivencia social». El lehendakari también fue cuestionado por la decisión del Supremo de repetir el juicio por el 'caso Bateragune'. «Da la impresión de que la sociedad vasca está condenada a convivir con obstáculos que impiden la convivencia social normalizada», señaló el lehendakari, quien ha deseado que el nuevo proceso judicial «quede en nada».