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La necesidad se hizo virtud en las elecciones del domingo en Cataluña. La concesión de indultos, rebajas penales y la tramitación de la amnistía para asegurar el apoyo del independentismo catalán al gobierno de Pedro Sánchez ha restado argumentos electorales a los secesionistas. Pero, al ... mismo tiempo, la pérdida de peso parlamentario de quienes en 2021 llegaron a sumar mayoría absoluta, su desplazamiento respecto al centro de gravedad de la Generalitat, contribuirá a que Junts y ERC se desentiendan de la gobernación de España.
Carles Puigdemont señaló ayer que ocurrirá si se incumplen los «acuerdos sobre diferencias» suscritos por el PSOE con Junts en Bruselas para asegurar la investidura de Sánchez, y se malogra el marco de verificación con mediador internacional en Ginebra. La dilación sería interpretada como incumplimiento por los posconvergentes. No cabe duda de que también sería considerada así la eventualidad de que la amnistía se vea dificultada judicialmente en su aplicación si ello es tratado por el Gobierno como imponderable del Estado de Derecho. Los acuerdos de Bruselas cuentan por lo menos con dos versiones, la de la Moncloa y la de Waterloo. Una sin referéndum, otra con referéndum, y así en todo. De modo que, en realidad, no estaría en la mano del mediador sino del propio Puigdemont -o de la dirección de Junts- retirar formalmente el apoyo al Ejecutivo de Madrid.
Haciendo de la necesidad virtud, Pedro Sánchez ha contribuido, primando la interlocución con Puigdemont, a que éste se deshaga de la ERC de Pere Aragonès. Ahora es imposible saber qué clase de 'republicanismo' le sucederá al president en funciones. Pero, en cualquier caso, el gobierno de progreso tiene catorce votos de la investidura en el aire. No es un problema menor, puesto que podría esterilizar la legislatura desde hoy mismo y mientras dure. Aunque es probable que eso no inquiete demasiado al presidente. En el peor de los casos, siempre podrá disolver las Cortes alegando que todo se debe a que el socialismo ha dejado definitivamente atrás el 'procés', que el independentismo se empeña en bloquear la gobernación de Cataluña, y que el PSOE está en condiciones de aspirar a la mayoría absoluta sin necesidad de anteriores auxilios. De aspirar a una mayoría absoluta más sencilla de alcanzar en Cataluña y en España. De afrontar los riesgos de una repetición electoral sin descartar la convocatoria de nuevas elecciones generales.
En realidad, Carles Puigdemont no anunció ayer su intención de presentarse para ser designado president, sino su propósito de conducir a aquella autonomía hacia una repetición electoral en otoño que le permita, cuando menos, ganar tiempo para que se haga realidad la amnistía. Toda vez que el resultado electoral impediría a Sánchez tratar de convencer a Illa para que desista de llegar a la presidencia de la Generalitat en esta ocasión y deje gobernar al huido. Pero la imprevisibilidad se ha instalado de tal manera en Cataluña que, aun en el supuesto probable de que el declive del secesionismo sea irreversible, el bloqueo amenaza con persistir sin otra solución que la osadía de alguien que -sin incurrir en la temeridad del president Aragonès- se anime a gobernar en franca minoría.
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