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El lehendakari Imanol Pradales se enfrenta a un problema que deberá resolver antes que ningún otro. El problema de que se le han encomendado dos tareas imposibles de asumir al mismo tiempo, aunque sus próximos consideren que se trata de una sola. Gobernar Euskadi y ... devolver al PNV la hegemonía perdida. La dedicación que exige la primera es de tal magnitud que impide conciliarla con la segunda como si fuesen dos labores en una a realizar en el menor tiempo posible. A Pradales le será imprescindible mostrarse capaz de gobernar Euskadi para contribuir en algo a la activación del voto jeltzale. Pero si pone su empeño en esto último dejará de lado su función institucional, lo que acabará pasando factura al PNV. Aunque no haya garantía alguna de que un buen desempeño al frente del Gobierno vasco brinde a su partido el oxígeno que precisa de inmediato. Pradales tendrá que decidirse entre Ajuria Enea y Sabin Etxea. Y como no tiene margen para ello, se reproducirán todos los síndromes previos de distanciamiento mutuo y desconfianza entre ambas sedes.
El lehendakari Pradales no tiene más remedio que emplearse a tiempo completo en la presidencia de Euskadi, sin tomarse demasiado a pecho las críticas y las protestas que se dirijan contra él. En todo momento deberá ser consciente de que la sociedad y la economía discurren por cauces en los que su Gobierno no tiene que interferir, ni siquiera para atribuirse las buenas noticias, más que para procurar mejorarlas absteniéndose de dictar qué es lo mejor. Ni el peso relativo de Euskadi en el PIB español, ni la tasa de empleo dependen tanto de Ajuria Enea y de Lakua. Siendo preciso que la «valentía» a la que se comprometió ayer el nuevo lehendakari le lleve a fijarse más en los datos comparativos que dejan a Euskadi por debajo de las medias, que en aquellos que nos encumbran. Imanol Pradales tiene la oportunidad de centrarse en lo que será su responsabilidad directa. Que nuestro sistema público de salud se convierta en referencia en Europa -como recoge el documento de bases de la coalición PNV-PSE- no significa absolutamente nada. La falta de concordancia entre el gasto por alumno en Euskadi con los resultados PISA no puede seguir despachándose aduciendo que hay otros datos más positivos. Manteniendo como tabú la incidencia de la enseñanza en euskera en el rendimiento académico. Del mismo modo que la apelación constante y coincidente a un nuevo modelo de cuidados no puede seguir eludiendo el problema.
Pero si Pradales se hace cargo exclusivamente del Gobierno de Euskadi ¿quién se encarga de reflotar al PNV? Tendría que hacerlo el propio partido. Solo que el sistema de bicefalia en que se basa la organización jeltzale, por el que las responsabilidades orgánicas son incompatibles con la representación del partido en instancias de gobierno, desampara a los gestores públicos del PNV en tanto que deben asumir la carga de los reveses electorales. El nuevo lehendakari cuenta con un margen mínimo para afrontar las dos adversidades que atenazan a su partido y al gobierno que conforme mañana. El escepticismo y la indiferencia ciudadanas. Y deberá contar con que la corriente dominante es la evasiva, también entre los suyos.
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