d. guadilla
Miércoles, 13 de marzo 2019, 00:42
La respuesta del lehendakari a las palabras que Carles Puigdemont pronunció a primera hora de la mañana llegaron a media tarde. «Dije la verdad», afirmó Iñigo Urkullu sobre su testimonio ante el Tribunal Supremo. «Siempre he actuado de forma leal», subrayó a preguntas de los ... periodistas momentos antes de participar en un acto para recordar el 50 aniversario de Eroski. No se trataba de una intervención prevista en la agenda. Y solo en contadas ocasiones el lehendakari se sale del guión. Que aprovechase su primera aparición pública tras la tormenta desatada por el expresidente de la Generalitat para rebatir su acusación demuestra hasta qué punto llega la fractura entre ambas partes.
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Urkullu fue fiel a su estilo. Ni alzó la voz ni cargó de forma directa contra Puigdemont. Pero fue rotundo. Primero defendió su papel a finales de 2017 en la crisis abierta en Cataluña, que se basó «en el empeño de prestar una ayuda ante el bloqueo» que se vivía en aquel momento.
«Mi actitud fue honesta, sincera y de buena fe», aseguró el lehendakari, quien en todo momento puso en valor su trabajo aquellos meses. «Mi labor fue transparente y leal con las instituciones catalanas», añadió Urkullu, quien se reafirmó en lo dicho ante los magistrados. «Juré decir la verdad, dije la verdad, está documentada y esa documentación podrá ser consultada», aventuró.
La intención de Lehendakaritza es hacer públicos todos los archivos, fechas y datos que Urkullu recopiló durante su labor de mediación entre los gobiernos central y vasco. Pero no lo hará hasta que el Tribunal Supremo dicte sentencia. Está previsto que el juicio se prolongue hasta mayo, y a partir de ahí la Sala presidida por Manuel Marchena se dará varios meses para redactar un auto definitivo. Estos documentos están depositados en tres instituciones: la Fundación Sabino Arana, el Archivo Histórico de Euskadi y el Monasterio de Poblet.
«Principio de realismo»
Urkullu, en todo caso, aventuró que mantiene su voluntad de echar un cable para solventar la crisis catalana. «Son pocas las ocasiones en las que me he pronunciado sobre Cataluña porque mi objetivo fue intentar ayudar a lo que en su momento fue el objetivo de preservar el autogobierno, intentar que desde el principio de realismo se evitara la fractura social. Este fue mi objetivo y va a seguir siéndolo», afirmó.
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La fractura abierta entre Puigdemont y Urkullu llega en un momento esencial para las relaciones entre las dos principales formaciones del nacionalismo vasco y catalán. Cuando los evidentes disensos de los últimos años a raíz del 'procés' pueden desembocar en la primera ruptura pública. Con el PNV concurriendo por un lado a las elecciones europeas y el PDeCAT, por otro. No es una situación fácil para SabinEtxea.
De hecho, el EBB evitó en su reunión del pasado lunes aclarar si irá o no con los neoconvergentes. A pesar de los evidentes recelos de la dirección jeltzale por unir su destino a un prófugo como Puigdemont, optaron por no romper la baraja. Ayer, tras las acusaciones del expresidente de la Generalitat al lehendakari tampoco. Fuentes oficiales del PNV se limitaron a recordar las palabras de Josu Erkoreka por la mañana. «Como bien ha dicho, la memoria de Urkullu es privilegiada y su archivo documental, extenso y detallado». Y sobre el futuro de la coalición con el PDeCAT, «no cambia nada». O lo que es lo mismo, se mantiene la incógnita.
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