Juanma del Olmo, el 'fontanero' imputado

Del Olmo, además de secretario de Comunicación de Podemos, es director de Estrategia y Comunicación del vicepresidente segundo Iglesias. Es decir, forma parte del Gobierno y pertenece al círculo más íntimo del líder morado. El ahora investigado había logrado pasar desapercibido para el gran público, pese a haber ejercido como diputado en dos legislaturas y figurar como una pieza fundamental en la construcción de Podemos. Participó de forma activa en el movimiento 15-M, en la gran campanada de Podemos de las elecciones europeas de 2014 y en la negociación del Gobierno de coalición. Siempre ha estado ahí. Eso sí, en la sombra y sin dejarse ver.

A modo de ejemplo, Irene Montero ni formaba parte de la dirección de Podemos en los principios del partido, pero Del Olmo ya manejaba los asuntos más cruciales entre bambalinas a causa de su profunda sintonía con el hoy vicepresidente del Gobierno. Por entonces competía con Errejón, jefe de campaña en las elecciones más exitosas de Podemos. Pero tras la salida abrupta, más bien por la ventana, del segundo espada del partido, Del Olmo se convirtió, ungido por Iglesias, en el nuevo estratega de la comunicación electoral de Podemos.

Pero Del Olmo está ahora en el punto de mira judicial. Enemigos políticos no le faltan, ni en la extrema izquierda, ni en la izquierda, ni, por supuesto, en la derecha. En una de las miles de batallas y filtraciones internas salió a la luz, con nombres y apellidos, en una disputa en la que la líder anticapitalista Teresa Rodríguez acusaba a Pablo Echenique de crear un documento falso para desacreditarla. «No disimules, es que es muy brutal. Me imaginaba a Juanma, no sé igual son prejuicios. Pero eres tú», reprochaba Rodríguez. Todos intuyeron quien era «Juanma».

Del secretario de Comunicación fue la idea del 'tramabus', con su carrocería decorada, entre otros supuestos corruptos, con el rostro de Felipe González. Con la prensa también ha tenido un episodio oscuro. Ocurrió en un desayuno informal organizado para que Del Olmo estrechara contactos con los redactores que seguían el día a día de Podemos en 2017. Eso sí, se vetó a los que no agradaban a la dirección.