Iñaki de Juana Chaos, tras su detención en Belfast en el año 2008. ap
En la trastienda de la lucha antiterrorista

«De Juana Chaos se nos escapó por unos calcetines»

Inflexión. El exjefe de la Policía en el País Vasco recuerda que «desarticulamos al 90% de los 'legales' de ETA tras descubrir su mecanismo»

Miércoles, 12 de enero 2022

Corre el año 1986 y De Juana Chaos es el etarra más buscado. Lidera el comando Madrid de ETA, uno de los más letales. «Es la estructura más potente de la banda y la que tiene mayor capacidad de presión», reconoce José Moisés Pérez Cornejo, ... exjefe superior de la Policía Nacional en el País Vasco. «Dedicamos los mejores recursos. En los seguimientos solía participar una compañera que lograba siempre pasar desapercibida». Un día, a De Juana, por algún motivo, le llamaron la atención los calcetines de esa mujer. Tres horas después, volvió a ver esos mismos calcetines de la marca Adidas en otro punto de Madrid. «Se dio cuenta de que le seguíamos y desmontó inmediatamente toda la infraestructura del comando».

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Golpes de suerte, que unas veces dan alas a los etarras y otras propician su caída, trufan el relato de Pérez Cornejo. Es un referente de la lucha antiterrorista condecorado varias veces en sus 40 años de carrera, casi siempre en Bilbao salvo un corto periodo en Madrid. A De Juana Chaos le cogieron un año más tarde tirando de otro hilo minúsculo. «La suerte juega un papel en todas las operaciones. Las musas te pillan siempre trabajando, pero hacen falta. En mucho tiempo De Juana había visitado una sola vez un inmueble en Río Ulloa, apenas cinco minutos, pero pensamos que podía ser el piso de seguridad». Y lo era.

Armamento

«Se compran las 'Star 28' para poder enfrentarnos a las 'Browning' de 14 tiros que usaba ETA. Antes, estábamos vendidos»

Guarda historias sorprendentes, desveladas en una charla con el historiador del Centro Memorial Gaizka Fernández Soldevilla en el podcast 'Sierra Delta Contra'. «Cuando Francia comienza a colaborar con España, los gendarmes suben a un autobús y ven que un joven rompe en pedazos un papel y lo deja en el cenicero. Los agentes se hacen los despistados, pero identifican a esa persona y a quienes le rodean». Uno de ellos está en la órbita de la Policía Nacional y la Gendarmería decide acudir al punto de destino del bus. «En el cenicero, como imaginábamos, siguen los cachitos. Nos los mandan en un sobre a la brigada central. Los juntamos y sale un mapa», recuerda el jefe antiterrorista, que se jubiló en noviembre. Aquellos trazos dibujan el perfil de la costa, un pueblo, unas cruces. «Entendimos que era un cementerio y nos pusimos a buscar mapas de localidades vascas que encajasen. Lo encontramos en un pueblo de Bizkaia».

Aquello fue solo el comienzo. «Tenía que ser un zulo o un buzón para mensajes». Los ponían en zonas alejadas, poco transitadas, pero a las que se pudiese llegar sin levantar sospechas. «Con un detector de metales, localizamos el agujero. Y pusimos un detector sísmico que nos alertaba del movimiento. Hacíamos guardias desde que amanecía hasta que anochecía». Era un buzón del aparato de información, el lugar donde los colaboradores dejaban las rutinas de los objetivos. El hombre que lo vaciaba «nos llevó a otros buzones y luego a Francia». Exprimían aquellos datos. «Lo llamamos 'operación Citromatic' porque le sacamos todo el jugo a aquellas naranjas», revela.

En aquellos papeles había también nombres de policías como objetivo, que eran sustituidos por 'geos'. «A veces cazas y a veces te cazan», reconoce Pérez Cornejo. «Fueron a por uno de esos objetivos que habíamos cambiado por un 'geo'», relata. Los etarras robaron un coche y metieron al dueño en el maletero antes de dirigirse a por su víctima. Se dieron cuenta al llegar de que algo pasaba. «Empezaron a gritar: ¡No es el mismo! ¡Es una trampa! Nos lo contó después el dueño del coche, que lo escuchó desde el maletero», rememora.

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La banda descubrió a algunos

Sustituían a policías que eran objetivo de ETA por 'geos' para detenerles

Falta de medios en los 80

La historia de la lucha antiterrorista tiene épocas muy distintas y Pérez Cornejo admite que dio un vuelco cuando llegó la colaboración francesa, a partir de 1986. Un año después, se detiene a 'Santi Potros' en el país galo «con una maleta con información del 'comando Araba' y 'Bizkaia', cosas que luego ya no pasaron». Los inicios fueron duros, por la intensidad de los atentados y porque «la carencia de medios era absoluta». «En los 80, a nuestros coches les poníamos una plancha de acero blindado que se soldaba pero con el tiempo hacía saltar las bisagras. Era todo artesanal». Y algo mucho más increíble: la Policía Nacional tenía peor armamento que ETA. «Se compran las 'Star 28 PK' para poder enfrentarse a la 'Brownig' de 14 tiros que usaba la banda. Antes teníamos una 'Star' de simple acción que cargaba nueve tiros y, si había un enfrentamiento, estabas vendido. En Información hubo una partida de pistolas de 14 tiros por ese motivo», apunta.

«El aislamiento social de los 80 hacía que la brigada fuera tu familia», recuerda el exjefe policial. Ha logrado medallas -distintivos al mérito policial de color blanco y dos rojos, los más prestigiosos, por operaciones antiterroristas- pero se queda con el éxito que supuso desarticular «el 90% de los comandos 'legales'», los no fichados. Un hito que fue posible gracias a que «un compañero inventó un sistema. Descubrió el mecanismo de formación de esos comandos y lográbamos desarticular la estructura antes de que actuasen». La clave era el paso por la frontera gala. «En aquella época los 'legales' eran los que más mataban y los neutralizamos. Desde 1980 pusimos controles. Pasaba uno a ver a un huido, luego ese con otros dos o tres del pueblo y al final, en un puente o vacaciones, iban juntos a hacer el cursillo. En 15 días recibían las armas. Y ahí es cuando los deteníamos. No era infalible, pero tenía una efectividad muy alta». En 1984 empieza «el declive de los 'legales' y al final de la década «casi no existen».

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También ETA se fue adaptando para evitar el control policial. «Al principio buscábamos al 'jatorra' de las manifestaciones, al 'borroka' que de pronto dejaba de ir a las protestas en su pueblo. Luego, ETA les empezó a pedir que no llamaran la atención». En los años finales les ayudó que «conocíamos a muchos de la 'kale borroka' y anticipábamos quién saltaría». Después de los atentados del 11-S, el apoyo de EE UU y los avances tecnológicos de la CIA impulsan un final que se veía venir. Aquel día soñado del fin de ETA, José Moisés Pérez Cornejo se tomó una copa. «Nuestra vida, la de todos, cambió por completo».

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