«Mientras la izquierda abertzale no asuma sus errores, no podremos darle credibilidad»

El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo acogió ayer un sentido homenaje organizado por la asociación de ertzainas Mila Esker a Juan Mari Atutxa, consejero de Interior entre 1991 y 1998, y presidente del Parlamento vasco entre 1998 y 2005. Fue un ejercicio de memoria de quien afirma que en su interior «no ha germinado la semilla del odio». Pero que «no olvida nada». El exconsejero realizó un alegato en defensa de la memoria de las víctimas del terrorismo y del papel de la Ertzaintza en la lucha contra la «sinrazón» de ETA. Y clamó contra una izquierda abertzale renovada en sus formas y objetivos.

«Estamos en el camino a la paz, pero nos faltan pasos para que desaparezcan el destello del odio de algunas miradas, la desfachatez de algunos homenajes y el dogmatismo y la intolerancia de algunos discursos», afirmó. «Signos que delatan a quienes ejercieron, impulsaron, disculparon o colaboraron con la violencia y el terror. Las falsedades con que se justificaron los crímenes más repugnantes son aún hoy para algunos una realidad alternativa, la que les ayuda a soportar la terrible imagen que les devuelve el espejo».

Durante su etapa al frente de Interior, Atutxa contribuyó al despliegue definitivo de la Ertzaintza, creada en 1982 y se convirtió en objetivo prioritario de los comandos. Era la época en la que ETA y su entorno alentaron la 'kale borroka' y activaron la «socialización del sufrimiento». La banda planeó atentar contra su vida en diversas ocasiones. Los terroristas trataron incluso de adosar una maleta bomba a los bajos de su coche en la boda de uno de sus hijos. Llevó escolta «26 años y 115 días», hasta mucho después de abandonar la política.

Durante su intervención, Atutxa recordó a los quince ertzainas asesinados «vilmente» por ETA, así como al resto de personas que «vistiendo otros uniformes, al amparo de la ley y respetando los derechos fundamentales» perecieron a manos de la banda, y a «todas las víctimas del terrorismo».

Son «el testimonio», dijo, «de una dolorosa verdad: que ETA sólo puede acreditar dolor y destrucción». «Intentó acabar con la democracia, limitó nuestro progreso y perjudicó legítimas aspiraciones políticas. Ningún proyecto puede reivindicarse vulnerando el derecho a la vida». El exconsejero dio ayer las gracias de forma especial a su familia y su esposa, Begoña Zalduegi, fallecida el pasado año y que «nunca» le pidió cesar en sus responsabilidades. «Tu cariño no me dejó nunca solo, ni en aquellos momentos duros ni ahora. Gracias por pagar un elevado precio sin expresar nunca ninguna queja», afirmó, visiblemente emocionado.

Previamente, el director del memorial, Florencio Domínguez reivindicó la «transparencia y credibilidad» del exconsejero, así como su «defensa a ultranza» de la Ertzaintza. Por su parte, Julio Rivero, presidente de Mila Esker, destacó que representa «una parte importante de la historia de este país» y subrayó su compromiso «frente a la lacra del terrorismo».

Al acto acudieron Victoria Landa y Josu Bujanda, directora y jefe de la Ertzaintza; Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao, e Izaskun Bilbao, colaboradores de Atutxa en su etapa en Interior; José Manuel Martiarena, que fue su 'número dos'; y un largo etcétera de invitados, entre ellos, familiares y allegados del exconsejero.