Pello Otxandiano observa al lehendakari, Imanol Pradales, durante una intervención en el Parlamento vasco. Blanca Castillo

Negociación con curvas

La izquierda abertzale se ha debatido entre el fervor del converso por mostrarse útil y el temor de parecer cada vez más una muletilla

Lunes, 17 de marzo 2025, 00:16

Fiscalidad. Es un concepto que induce a la seriedad, rozando lo solemne. No en vano, lo relativo a los impuestos dibuja el contorno de una ... sociedad, su perfil económico y social. Escudriñándolos se puede llegar a evaluar el nivel de progreso de todo un país, su solidez. Y, cómo no, su relación con la solidaridad, en términos de querencia o desapego.

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La cohesión es uno de los rasgos distintivos de la sociedad vasca. No por azar, sino, entre otras cosas, por un modelo tributario que fomenta la trabazón que da sentido a una comunidad. En consecuencia, la puesta al día del pacto fiscal alcanzado en 2017 entre PNV, PSE-EE y PP venía a marcar un hito: permitía radiografiar el grado de complicidad entre los partidos y su responsabilidad a la hora de fijar una orientación de largo alcance en un asunto de hondo calado.

El debate en torno a una materia tan sensible concierne al conjunto de la sociedad y exige que los partidos políticos actúen con afán pedagógico y sentido de país. No obstante, el proceso arrancó lleno de turbulencias. Las que confrontaban una revisión con una reforma, nada menos.

Había que contar también con que Eneko Andueza fuera a reclamar su consabido minuto de gloria mediática, en este caso descartando de raíz al PP de cualquier entendimiento posible. Apartar de entrada a uno de los posibles interlocutores, a quien avaló el acuerdo anterior, limitaba las opciones tácticas de los proponentes y reforzaba la posición de EH Bildu y Elkarrekin Podemos. No parece, pues, que semejante procedimiento vaya a ser incorporado al manual del buen negociador.

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A partir de ahí, la izquierda abertzale se ha debatido entre el fervor del converso por mostrarse útil y el temor de parecer cada vez más una muletilla y no la alternativa integral que dice ser. En ese trance, Podemos vio una ventana de oportunidad para que la ciudadanía vasca no termine de olvidar que existe.

Los antecedentes de los morados hacían prever que en el tránsito al acuerdo iba a haber intervencionismo mesetario, sobreactuación y apelaciones de quita y pon a la democracia interna. No ha faltado de nada, pero han terminado posibilitando un pacto que les dota de utilidad y de una relevancia política inusitada.

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Tras el aval de Podemos, resulta entretenido cómo EH Bildu se desgañita en justificar su arremetida contra el acuerdo alegando que éste no es suficientemente progresista. Sus dilemas hamletianos y un tacticismo oportunista les han arrastrado fuera de foco en un asunto fundamental, una vez más.

La fiscalidad debe seguir contribuyendo al desarrollo del país y a la equidad como soporte cívico. La pluralidad vasca obliga al entendimiento entre diferentes, y bien que lo son quienes han cerrado este pacto. El esfuerzo puesto en el empeño es un activo político en sí mismo. Más aún cuando, además, ha culminado con éxito.

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