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Vuelta a casa

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Tras el alienante traslado de la política vasca al Congreso, las elecciones municipales y forales son un regreso a Euskadi para dirimir lo que más de cerca nos toca

Domingo, 7 de mayo 2023, 00:13

Queda aún casi una semana para que empiece la campaña electoral. Y nunca como en esta ocasión la habíamos deseado con tanta ansiedad. Quizá sea que aún nos queda la esperanza de que su inicio suponga el fin de esta precampaña que, sin normas que ... la regulen, está convirtiéndose en el espectáculo más esperpéntico y descabellado que la política nos ha ofrecido en los últimos tiempos. Nos haremos, por fin, conscientes, cuando esto acabe, de todo lo que está en juego en la política de proximidad y nos habremos librado del ensordecedor ruido que ha llenado el espacio público a raíz de esta desvergonzada anticipación de lo que sólo podrá dirimirse en los comicios de final de año. El último circo que el pasado día 2 se montó en la fiesta de la Comunidad de Madrid fue la gota que llenó el vaso de la paciencia ciudadana y el penúltimo paso en el camino hacia la degradación que, de un tiempo a esta parte, recorre la vida pública española, junto con los corifeos mediáticos que han decidido servirle de comparsa. Es tiempo ya de que la lucha entre rivales, por descarnada que sea, se lleve a cabo en un marco ordenado por normas y límites. Lo que estos días hemos visto se parece más, en cambio, a una pelea de patio de colegio que a un debate político, por mucho que sus promotores pretendan disimularla con palabras que de aquél sólo conservan un débil y remoto eco. Se arrojan, de continuo, unos contra otros, términos que van de «neoliberal» o «autoritario» a «fascista» o «antisistema» y con los que se remeda un debate de hueca grandilocuencia.

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