Una Liga Norte de fuste
Análisis ·
Bienvenida sea la cumbre cantábrica que ha convocado el lehendakari con la idea de sacar de la marginalidad una zona del país que pierde pujanza y visibilidadAnálisis ·
Bienvenida sea la cumbre cantábrica que ha convocado el lehendakari con la idea de sacar de la marginalidad una zona del país que pierde pujanza y visibilidadLa iniciativa del lehendakari Urkullu de convocar una cumbre institucional con los presidentes de las Comunidades del Cantábrico -Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi- está más que justificada y es de todo punto oportuna. El motivo inmediato ha de situarse en la decisión adoptada por el ... Gobierno francés de posponer 'ad calendas graecas' la llegada del TAV a Hendaya y de acelerar su conexión, de orientación final mediterránea, entre Burdeos y Toulouse. La decisión del Ejecutivo de Macron, aparte de desviarse de lo que se anunció acordado en la reciente cumbre franco-española, no se adecúa a lo previsto por la UE respecto de la urgencia de promover el trazado del arco atlántico. Y, en lo que a nuestra cornisa cantábrica afecta, perpetúa su marginalidad en el mapa de comunicaciones europeas y su subordinación frente a las prioridades de Levante. Ya por esta sola razón, la iniciativa del lehendakari, además de pertinente, adquiere un tono de alarma y apela, más allá del Gobierno francés, al compromiso solidario del español. Si un 'pero' cabe oponer es la exclusión de Navarra por lo que más suena a excusa que a razón: no ser parte de la ribera marítima. Las críticas del delegado del Gobierno central a la iniciativa hacen pensar que en el caso se dirimen intereses político-partidistas. La afectación que sufre Navarra es tan grave como la de las Comunidades incluidas, y con su exclusión se abona la idea de su orientación natural hacia la vertiente mediterránea.
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El declive de la cornisa cantábrica tiene un largo recorrido. Mientras Galicia sigue luchando con las dificultades de un sector primario agrícola-pesquero siempre precario, Asturias aún sufre las consecuencias de la crisis minera e industrial, Cantabria sobrevive con loable mérito a su pequeñez geográfica y Euskadi arroja, en índices demográficos y de PIB, una proporción, respecto de las otras regiones españolas, inferior a la que tenía en tiempos de la Transición. Hasta aquel 6,24 resulta hoy desfasado. Todo esto guarda relación con los déficits ferroviarios norte-sur y este-oeste que aquejan a toda la cornisa y de los que sirven de epítome emblemático tanto el reciente y sonrojante fiasco de los túneles de Renfe entre Cantabria y Asturias como el inexplicable retraso que sufre la llegada del AVE a Euskadi, caso éste más flagrante al haber sido la nuestra la primera comunidad, ya desde los últimos 80 del siglo pasado, en generar y promover la idea del Arco Atlántico. El propio tráfico marítimo transoceánico y hacia el norte de Europa queda afectado por el impasse comunicativo entre las comunidades cantábricas y de éstas con el resto de la península. La idea, pues, de un lobby institucional que actúe ante el Gobierno central y la Comisión Europea, lejos de suscitar suspicacia, no puede sino aplaudirse. Hasta enhorabuenas merecería el hecho de que, en un tiempo de tan profunda división política del país, se hayan unido a ella cuatro comunidades presididas por representantes de otros tantos partidos. Ojalá dé frutos en sazón y no resulte ser una de esas iniciativas de las que nadie se acuerda al cabo de pocos años.
Juzgada desde la perspectiva estrictamente vasca, la iniciativa arroja adicionales ventajas. Si, en tiempos no muy lejanos, Euskadi ocupó el centro de la atención pública española por motivos que en absoluto nos enorgullecen, de un tiempo a esta parte su visibilidad se ha opacado, en parte, por motivos propios y, en parte también, todo ha de decirse, por ajenos. Políticamente hablando, atraviesa un período de apagamiento en el que su producción de noticias resulta escasa. Hasta los medios de comunicación vascos han de recurrir al exterior para llenar portadas. Y, aunque esta llamada normalidad o, si se prefiere, 'aurea mediocritas' horaciana es de agradecer tras tantos años de dramáticos sobresaltos, cabe también pensar que sea síntoma de una irrelevancia que en nada nos favorece. Nos sirve, sin duda, de consuelo el contraste que crea con el alboroto que vive la política del Estado y del que nos enorgullece no ser partícipes. Pero, de algún modo, traslada inconvenientemente la atención de lo que nuestras instituciones hacen dentro de casa hacia lo que sus representantes realizan fuera. No hay más que ver, al respecto, cómo Esteban brilla más que Ortuzar o Urkullu y Aizpurua ensombrece a Otegi. Hasta desde este punto de vista, para nada desdeñable en la política actual, bienvenida sea la iniciativa del lehendakari que, con su particular Liga Norte, saca de la marginalidad a Euskadi y a toda la cornisa cantábrica.
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