El lehendakari Iñigo Urkullu. EFE

Hacer del error un valor

Muchos afiliados y afiliadas, sorprendidos, no acabarán de entender por qué prescindir de quien tanto querían precisamente por contraste con el percal de gobernante que se ha puesto de moda en la política moderna

Sábado, 25 de noviembre 2023, 00:07

No cabe duda de que, a la hora de adoptar la decisión de proponer a un nuevo candidato a lehendakari en las próximas elecciones autonómicas, el EBB del PNV habrá barajado un buen ramillete de razones. La larga duración de tres legislaturas, la rapidez de ... los cambios en tiempos revueltos, el desgaste de la gobernación en circunstancias adversas, la necesidad de adaptarse a las nuevas circunstancias y de afrontar unos retos electorales que se presentan sumamente inciertos, la edad y quién sabe si hasta el sexo habrán sido, junto con otros más mistéricos, los razonamientos que los miembros de la dirección jeltzale habrán estado dando vueltas en sus debates hasta llegar a la decisión adoptada.

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Y, pese a tanto discutir y discernir, no estarán hoy del todo seguros de haber acertado. Lo mismo que todos esos afiliados y afiliadas que, sorprendidos, no acabarán de entender por qué prescindir de quien tanto querían precisamente por contraste con el percal de gobernante que se ha puesto de moda en la política moderna.

Y es que, en esa turbulenta atmósfera, Urkullu era -forzados ya a hablar en pasado- un ejemplo de seriedad, honradez y prudencia que infundía confianza y contrastaba con la volubilidad y la frivolidad que parecen haberse adueñado de la personalidad del nuevo gobernante. Constituía, pues, en esa misma medida, un referente de fortaleza, que no de debilidad, incluso en el terreno electoral. Su tono comedido y hasta aburrido podía ser el bálsamo que el ciudadano necesita entre tanta agitación. Pero son dos maneras de entender la navegación: dejarse mecer por el oleaje y capear el temporal hasta arribar donde decida la deriva o hacer frente a la mar y salvar el rumbo elegido.

Su tono comedido y hasta aburrido podía ser el bálsamo que el ciudadano necesita entre tanta agitación

El EBB ha decidido optar por la primera, exponiéndose a que las aguas lo lleven donde no quería. Nunca se sabe cómo acertar. Pero sí se sabe que la suerte de un partido no depende de un solo hombre y que es práctica arriesgada cambiar de timonel en plena tormenta.

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Mirando hacia atrás, parecen haberse convertido ya en hábito en el PNV las turbulencias a la hora de cambiar de candidato a lehendakari. Lo del primero, Carlos Garaikoetxea, ha caído ya en el olvido, pero fue como el anuncio de por dónde discurriría el futuro. La tensión final entre Ardanza y Arzalluz sólo se vio disimulada por la discreción del saliente. De Ibarretxe e Imaz basta con señalar la distancia que separa sus actuales destinos. Y remontarse al mítico Agirre sería adentrarse en terreno reservado a la Historia.

Es quizá la asignatura pendiente en toda organización que se rige por la disciplina. Pero, asumida ya como una inevitabilidad, el único remedio está en el modo en que cada uno protagoniza la despedida. En este caso, a nadie podrá caber duda de que el que vaya a seguir Iñigo Urkullu estará en consonancia con la dignidad que ha caracterizado toda su trayectoria. Es el modo de convertir en valor lo que podría acabar siendo algo más que un error.

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