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Los siete exetarras que, excarcelados tras haber cumplido sus condenas por asesinato, habían sido incluidos como candidatos a concejales en las listas electorales de EH Bildu en sus respectivos municipios han anunciado su renuncia a tomar posesión de su cargo caso de salir elegidos. Comenzarán ... ahora y durarán aún unos cuantos días las elucubraciones políticas sobre el porqué y el para qué de la renuncia, sobre a quién favorece o a quién perjudica en la lucha por alcanzar sus respectivos objetivos. No seré yo quien se mezcle en esa discusión.
A mí sólo se me ocurre en este momento afirmar un rotundo «bien hecho». Y, si en ganadores pienso, me quedo con las víctimas, que, tras haber sido las primeras en denunciar los hechos, se sentirán ahora profundamente aliviadas por esta rápida rectificación. Me alegra también, cómo no, el paso que supone la renuncia al abrir un portillo en el estrecho pasadizo hacia una convivencia más justa y reconciliada en nuestra atribulada sociedad.
No queremos un futuro sin pasado, pero tampoco quedarnos atrapados en un pasado sin futuro. La cosa va de sinceridad en las palabras y no de cálculos electorales. ¡Ojalá sea éste el caso! Siga, pues, la campaña electoral sin distracciones y que las tristes perspectivas que este hecho había suscitado se conviertan en esperanza de un nuevo estadio en el que podamos mirarnos a la cara sin rencor y con las cuentas saldadas. La tristeza por el dolor soportado no será en ese caso la peor compañera.
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