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Hace un año, después de las elecciones municipales y forales, escribí un artículo en el que señalaba que no quería apoyar con mi voto a un Gobierno del que formaran parte ni Vox ni Podemos, y, por tanto, defendía apoyos puntuales, como en general hemos ... hecho. Desde entonces, se han celebrado tres elecciones –generales, autonómicas y europeas–, y la situación que se plantea al PNV es ciertamente delicada, porque cuatro elecciones a la baja es algo que exige no sólo una reflexión sino una asunción de responsabilidades. Lo que dije hace un año lo he oído en boca de mi presidente Ortuzar –«no estamos con los extremos»– pero eso no es verdad. Estamos con el apoyo a Sumar, que cuando vinieron en las autonómicas por aquí no pararon de insultarnos a todas horas y luego apoyamos un gobierno con cinco ministros suyos. Un disparate político con consecuencias electorales para el PNV. Lo que no es de recibo es llamar «blandos» a los que no nos siguen si les engañamos.
Elección tras elección, la abstención nos ha ido comiendo y no hemos tenido capacidad de reacción porque hemos seguido insistiendo en estar con los «progresistas» en un caso de acomplejamiento insólito. Para eso rotamos a PSE o a Bildu. Es increíble cómo se puede insistir cuatro veces en el mismo error.
La mala gestión de la salida del lehendakari Urkullu, en un buen momento electoral, es otra idea del fracaso de la bicefalia. La bicefalia no es eso y le pido a Pradales que exija una leal bicefalia a la ejecutiva que salga tras el proceso esperado. Lo mejor que nos puede pasar es que el que ha sido lehendakari del Gobierno y del EBB vuelva para presidir el EBB y ayudar a encarrilar el futuro. Seguro que nos vendría bien porque representa lo que se considera Reputación. Lo previsible y la confianza en la situación que se genera ha sido el santo y seña del PNV. Hoy esto no es así, y de ahí lo que ocurre electoralmente.
Ahora en Europa van a pactar y ahí no estarán ni los grupos de Vox ni de Sumar ni de Bildu. Sólo en el Estado se apoya una anomalía como ésta. Es absolutamente tóxico y nuestra gente no está de acuerdo con lo que estamos haciendo y se queda en casa. La próxima vez igual vota, pero a otro partido. Y esto es así porque no hay ni ideología clara ni estrategia. Perder de esta forma Gipuzkoa después de la experiencia de gestión de Bildu es cuando menos penoso. Lo de Nafarroa no tiene nombre y ya perder en Bizkaia es para hacer lo que algunos ya han hecho: dejar paso a una nueva etapa por fin de ciclo. Seguramente se crearán grupos de trabajo de amigos para fracasar de nuevo, como con el 'Entzunez Eraiki' último. ¿Dónde están los responsables de todo ello?
El apoyo cerrado a Sánchez-Sumar es un error estratégico que pagamos en las elecciones, y ahora nos pedirá –ya lo ha hecho– un apoyo a esta ley que permitirá controlar la Prensa y la Judicatura. Este apoyo nos matará un día. Por cierto, las europeas con circunscripciones en Euskadi, Cataluña, Galicia y Resto lo podíamos conseguir ahora, pero ni se nos ha ocurrido. O el apoyo a BBVA en su opa a Sabadell que tan interesante es para el presupuesto de Bizkaia y para el Gobierno vasco. El PNV tiene una Reputación y no podemos dejar que caiga por los suelos.
Hay mucho trabajo por hacer.
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