![La tensa espera del senador Maroto](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202204/29/media/tensa-espera.jpg)
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Cuando Alfonso Fernández Mañueco decidió disolver las Cortes de Castilla y León y adelantar por sorpresa las elecciones autonómicas al pasado 13 de febrero, hubo una persona ajena al entonces Gobierno de coalición PP-Cs que vio cómo su futuro se teñía de incertidumbre. Javier ... Maroto, el exalcalde de Vitoria y ex 'número tres' de Pablo Casado, sigue siendo portavoz del Senado y lo es porque llegó a finales de 2019 a la Cámara alta, no sin polémica, tras ser colocado por Génova como senador por designación autonómica del Parlamento castellanoleonés tras empadronarse en la pequeña localidad segoviana de Sotosalbos. Ahora, las mismas Cortes que le eligieron deben nombrar a tres representantes. ¿Qué pasará con Maroto?
Es una de las grandes dudas en el arranque de la nueva era Feijóo que sigue sin respuesta. Se ha convertido en un espinoso asunto para el que de momento no hay una decisión firme, según confirman distintas fuentes consultadas. En las filas populares, incluso lo ha hecho el propio Mañueco al ser preguntado por ello, se tira del manual gallego para escudarse en el «cada cosa a su tiempo». En 2019, la correlación de fuerzas hizo que el PSOE, que ganó los comicios, eligiera a dos senadores y el PP a uno (Maroto). Ahora, será al revés. Los populares designarán a dos y pese a contar con más margen que en 2019, no está nada claro que vaya a repetir el vitoriano.
Siempre ha estado señalado por los socialistas castellanoleoneses, que incluso denunciaron ante la justicia esta designación. Maroto no ha tenido tregua, como evidencia el hecho de que el día de la investidura de Mañueco hiciera unas declaraciones en el Parlamento en las que aseguraba que Castilla y León tiene «ocho provincias», cuando en realidad tiene nueve. Un desliz que la oposición aprovechó para tirar de hemeroteca y recordar cómo comenzó todo.
¿Y cómo empezó? Cuando Pablo Casado se convierte en presidente del PP en julio de 2018 lo hace gracias a un equipo en el que Teo García Egea y Javier Maroto eran sus dos principales colaboradores. Al primero le nombró secretario general (el 'número dos') y al vasco, vicesecretario de Organización y Acción Sectorial (el tres).
Los populares, por aquel entonces, estaban sumidos en una de sus crisis más graves, como se evidenció en las elecciones del 28 de abril de 2019, cuando el PP pasó de 137 a 66 escaños (el suelo histórico era de 107, en 1989). Maroto, además, no sólo se quedó sin el escaño por el que competía (por Álava), sino que quedó muy señalado porque había sido designado por Pablo Casado responsable de aquella campaña. De hecho, en los comicios autonómicos y locales de aquel 26 de mayo, el testigo de la campaña lo asumieron Cuca Gamarra, hoy secretaria general, e Isabel García Tejerina.
El entorno de Maroto siempre negó que fuese un castigo, alegando que la decisión fue suya, pero la bola de nieve fue creciendo de tal forma que el propio Casado tuvo que salir en público para respaldar al exalcalde de Vitoria. «Ha sido, es y seguirá siendo una persona de mi absoluta confianza en la dirección nacional», zanjó.
Así fue hasta el punto de que en julio se confirmó su salto al Senado para asumir la portavocía del grupo. Una promoción que le obligó a dejar el cargo orgánico de 'número tres' en el comité de dirección por una cuestión de incompatibilidad. Le sustituyó Ana Beltrán, uno de los grandes apoyos que tuvo Casado hasta el momento anterior a su caída. A diferencia de ésta, el exalcalde vitoriano fue uno de los integrantes del comité de dirección que primero pidió a Casado que diese un paso atrás tras el escándalo del espionaje a Isabel Díaz Ayuso.
Ahora, el 'caso Maroto' vuelve a primera línea. Son varios los elementos que condicionan su futuro. Por un lado, todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que es muy posible que deje de ser portavoz si finalmente se confirma la llegada de Alberto Núñez Feijóo al Senado. ¿Pero el vitoriano seguirá siendo senador? Es el gran interrogante. Juega a su favor su gran amistad con Cuca Gamarra y el escaso interés que tiene Feijóo en buscarse líos internos en un momento en el que pretende mantener el partido unido para centrarse en Pedro Sánchez. Por contra, Mañueco tampoco tiene especial interés en darle alas a una oposición que no va concederle ni medio minuto de respiro tras su pacto con Vox.
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